La historia de un rinoceronte huérfano

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En el cálido y salvaje mundo de la sabana africana, se cuenta la historia de un pequeño rinoceronte huérfano que, al igual que muchos de los suyos y de otros grandes mamíferos, sufrió el gran infortunio de perder a su madre a manos de la caza ilegal. «¿Qué fue lo que le pasó a este pequeño malaventurado?», te podrás preguntar.

TEXTO POR ZYANYA IZCALTIK VELÁZQUEZ LÓPEZ
ILUSTRADO POR LAURA OLIVER
ARTÍCULOS
BIODIVERSIDAD | PELIGRO DE EXTINCIÓN
13 de Junio de 2019

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Pues verás, la vida de un mamífero como este puede tener dos caminos: el primero es el de deambular solo por la inmensa sabana hasta que muera de inanición, enfermedad o víctima de los depredadores, mientras que el segundo camino (que es más esperanzador, pero no más fácil que el primero), consta en que el rinoceronte se verá ayudado por un grupo de humanos que se dedican plenamente a rehabilitar animales como él. Para estas personas, siempre será gratificante trabajar con ellos para que puedan sobrevivir y así poderlos reintroducir con los suyos cuando llegue el momento adecuado.

Día uno. En un árido día en la sabana keniana, se encontraba un rinoceronte huérfano de apenas unos meses de edad que vagaba solitario en busca de su madre, la cual había sido cazada y llevada muy lejos de él. Durante esta edad tan tierna, el cuidado maternal es sumamente importante para los grandes mamíferos como los rinocerontes e incluso para otros pequeños animales como las aves, ya que son ellas quienes les pueden dar los nutrientes necesarios a sus hijos para que crezcan sanos y se conviertan en fuertes adultos listos para reproducirse. A esta clase de nutrientes se les conoce como los efectos maternos y como verás, un rinoceronte huérfano como nuestro protagonista jamás hubiera podido encontrar por sí mismo una forma de sustituir dichos efectos, así que su única preocupación fue la de resguardarse de los severos rayos del sol y protegerse (con suerte) de algunos depredadores que asecharan su sueño.

Día dos. Son las 6:30 de la mañana y ha comenzado a sonar el teléfono del Centro de Conservación y Rehabilitación de Fauna Silvestre David Sheldrick. El encargado menciona que se ha observado el movimiento de un rinoceronte de unos tres meses de edad sin la presencia de su madre, lo cual resulta muy inusual. Es por ello que un equipo de ecólogos de la conducta y veterinarios del centro decidieron salir a investigar el paradero del pequeño forastero.

Cuatro horas más tarde, el equipo pudo dar con la ubicación del rinoceronte gracias a un planeador que se encontraba de paso. Cuando llegó el equipo, se encontraron con la desconsolada imagen de una pequeña criatura grisácea con aspecto desnutrido que se encontraba durmiendo solitariamente debajo de la copa de un gran árbol. El equipo no dudó en brindarle ayuda y llamó de inmediato al centro para traer un helicóptero con una gran transportadora aérea donde, después de haber tranquilizado al rinoceronte por medio de un sedante, se le transportó al centro.

Día tres. Han pasado más de diez horas desde que el rinoceronte fue llevado a una instalación del centro, donde se le dejó descansar hasta que se recuperara del efecto del sedante. El equipo se encontraba muy nervioso, pues era la primera vez iban a rehabilitar a un animal tan grande como él y tampoco sabían cómo iba a reaccionar ante su nuevo hogar temporal. En la mayoría de los casos, las reacciones son muy agresivas por parte del animal rescatado porque vienen de experimentar eventos traumáticos que le impiden ser amigables con desconocidos, por lo que era de esperarse que se comportara tan colérico con aquellos quienes le salvaron la vida.

Ese fue un día muy largo para todos, tanto para el rinoceronte, que no dejaba que nadie se acercara a él (y solo buscaba escaparse de la instalación donde se encontraba), como para los humanos que intentaban pacientemente lograr calmarlo y acercarse lo suficiente para alimentarlo. Pero durante todo ese día no se logró conciliar una tregua entre ellos, así que nuestro rinoceronte pasó otro día más de hambre.

Día cuatro. Un nuevo día comienza y por lo tanto una nueva esperanza se alberga dentro del equipo para lograr que el pequeño huérfano se alimente. Por un lado, el grupo de veterinarios del centro se dedicó a hacer una fórmula parecida a la leche de rinoceronte para que lograra nutrirse. Por el otro, el grupo de ecólogos se dedicó a investigar acerca del cuidado madre-hijo que presentan los rinocerontes salvajes y todos los beneficios que este comportamiento aporta a las crías.

Llegó la hora del primer alimento del día y había una gran tensión dentro de la instalación del huérfano. Increíblemente, el rinoceronte aceptó la leche que le dio uno de los cuidadores. Bebió con mucho gusto y hasta cierto punto con desesperación por haber pasado tanto tiempo sin comer.

Después de pasar esta gran prueba de confianza entre el equipo de humanos y nuestro protagonista, se buscó que una cuidadora acompañara al huérfano todo el tiempo, para que al final la adoptara como su madre. Esta vez no fue tan difícil establecer un vínculo entre ellos, pues él necesitaba atención y afecto.

Finalmente, se estableció una armoniosa atmósfera en la instalación, donde pasó su primera noche al lado de su cuidadora. A estas horas, nuestro protagonista recibió el nombre de Orukan, que significa «huérfano» en yoruba, el idioma natal de su cuidadora.

Día ocho. Ha pasado una semana desde que Orukan ingresó en el Centro, donde el equipo se ha esforzado en cuidarlo y enseñarle todo lo que debe saber a su edad. No obstante, parecía ser que todo empeño realizado para que se nutriera y comenzara a desarrollarse con normalidad resultaba ser en vano, pues por más alimento que se le diera, no le ayudaba a subir de peso e indicaba que tenía un alto índice de desnutrición.

Debido a la gravedad del asunto, se formó un comité conformado por los ecólogos y veterinarios encargados en su rehabilitación, donde se presentó la información recopilada por los ecólogos y se discutieron los retos a resolver. Para fortuna del comité, los ecólogos encontraron la causa del por qué nuestro rinoceronte no se estaba nutriendo, y como habrás pensado, esto fue debido a que nadie consideró antes los efectos maternos que él hubiera obtenido a través de ella... pero ¿cómo lograr que un rinoceronte huérfano obtenga leche de una madre que no sea la suya? Si bien no tenía que ser la suya por obligación, podría solicitarle alimento a otra madre que se encontrara alimentando a su cría, ¡eso es! La solución era buscar una nodriza o madre sustituta para Orukan.

...

Día veinte. Después de catorce días de ardua búsqueda, se encontró a una rinoceronte amamantado a su cría. Con profesionalismo, el equipo los sedó y trasladó al centro donde esperaban con ansia su llegada. Primero se esperó a que los nuevos miembros se integraran y luego se realizó la primera prueba de amamantamiento, la cual resultó mejor de lo esperado. Pasó una semana entera para que la nueva nodriza se acostumbrara a Orukan hasta que lo aceptó como uno de los suyos. Además, fue muy beneficioso para él que estuviera otro pequeño rinoceronte con quien relacionarse y jugar. Un día, se pesó a Orukan como todas las mañanas y al fin los resultados mostraron que comenzaba a recuperarse por completo.

Epílogo: Después del largo camino recorrido, Orukan creció para convertirse en un sano adulto, listo para ser reintroducido a donde siempre perteneció: la gran sabana keniana. Se rumorea entre los nuevos cuidadores del centro que cierto día del año aparece un magnifico rinoceronte gris que espera en la entrada del centro a su cuidadora y el equipo que lo cuidó para saludarlos y agradecerles por todo lo que hicieron por él.

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