El inquilino de la saliva

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¿A quién no le gusta el bosque? Sus pinos altos y la tranquilidad que se respira.

TEXTO POR GABRIELA FLORES RAMÍREZ
ILUSTRADO POR JUDITH FERNÁNDEZ-SALINERO
KIDS
CUENTO | NATURALEZA
4 de Julio de 2019

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En uno de esos parajes vivía Venado. Era saltarín y juguetón. Entre su pelaje vivía Garra, la garrapata que cuando tenía hambre se alimentaba de su sangre, clavándole los dientes de su hipostoma, es decir, su boca. Esta es una especie de tubo largo con unas sierritas en la orilla. A su vez, dentro de Garra vivía una bacteria llamada Rick. Ella vivía en una gran charca, la saliva de Garra.

Garra tenía el tamaño de un granito de arena. Era una garrapata color chocolate, muy pequeña y con ocho patitas. Vivía en Venado desde hacía unas semanas, junto con su mamá y hermanos. A ella le gustaba caminar por todo el cuerpo de Venado.

Un día de verano, la familia Panfleta que tenían un hijo de 10 años y al Greñas, un perro muy juguetón y peludo, se fueron de paseo al bosque donde vivía Venado y todos sus inquilinos.

Venado, que comía en esos momentos, al escuchar que se acercaban se asustó. Y de cuatro saltos se alejó unos cuantos metros de ellos, para déspues huir por el bosque. Garra, que no estaba bien agarrada, se cayó al suelo.

A la familia Panfleta el espectáculo del venado saltarín les pareció fabuloso. Pues ellos, que vivían en la ciudad, nunca habían estado tan cerca de uno. Y el Greñas, que tampoco había visto uno en su vida, empezó a olfatear el suelo por donde había pasado Venado. Al mismo tiempo, Garra, que estaba un poco atolondrada de la caída sin paracaídas, pataleaba muy fuerte tratando de enderezarse, pues había caído patas para arriba. Y así, de pronto, sintió el calor de Greñas y con sus patas se enlazo en su pelaje ¡Es qué estaba ya hambrienta!

¿Y qué hacía Rick, la bacteria, en este cambio de domicilio inesperado de la garrapata? Ella ni se había enterado. Se dedicaba a disfrutar de la vida. Vivía placidamente en las glándulas salivares y a veces se paseaba al aparato digestivo de Garra.

Así pasaron unos días. Garra y Rick se acostumbraron a vivir en su nuevo el hogar. Tenían comida calientita y les gustaba sobre todo escuchar a Enzo —el hijo de los Panfleta— cuando tocaba la flauta. Lo hacía tan bien que se quedaban hipnotizadas. Tanto le gustaba a Garra que tenía planeado irse a vivir con él. Su plan era que cuando el Greñas fuera a dormirse con Enzo, ella caminaría al ombligo del niño, pues era un escondrijo muy seguro para que no la descubrieran.

«Sería megadivertidísimo vivir con un niño tan musical», pensaba mientras refinaba su plan.

Una noche, mientras escuchaban un programa de televisión sobre enfermedades transmitidas por bacterias que se alojaban en garrapatas, piojos, pulgas y ácaros, Garra puso mucha atención. Rick empezó a ponerse nerviosa, pues hablaron de la borreliosis o enfermedad de Lyme, la babesiosis, la anaplasmosis y la rickettsiosis.

«La rickettsiosis puede ser transmitida por pulgas, piojos, ácaros y garrapatas contaminadas con bacterias del tipo de las rickettsias. Son una familia enorme. Y cada una de ellas, de acuerdo al apellido que tienen, pueden causar diferentes síntomas y enfermedades —decía una científica experta en televisión llamada Gabriela—. Las garrapatas —continuó— viven en zonas rurales entre los arbustos o en animales como las vacas, venados, jabalíes, pájaros, chivos, ovejas y ratones. Y en animales domésticos como los perros y gatos».

Garra y Rick escuchaban anonadadas.

«Una de las enfermedades que pueden transmitir —siguió explicando Gabriela a cámara— es la Fiebre manchada, que en realidad es causada por algún tipo de rickettsia. Y son transmitidas al ser humano al momento de una mordedura de la garrapata contaminada. Las fiebres manchadas (the tickbone spotted fevers, como se le conoce en inglés) puede caracterizarse por fiebre, dolor intenso de cabeza y de huesos, escalofríos y erupciones rojizas en partes del cuerpo.  Y en algunos casos puede causar la muerte ».

Era la primera vez que escuchaba hablar de su familia, las rickettsias. Y la primera vez que escuchaba que era una bacteria mala.

«¿Yo, mala? —se preguntó Rick muy consternada—. No quiero que cuando Garra muerda a Enzo yo le haga enfermar. ¿Quién nos tocará la flauta?».

La Luna ya se asomaba por la ventana y pronto todos se irían a dormir. Era una típica noche de verano y hacía mucho calor, así que decidió dormirse sin su habitual pijama de científicas y sin sus sábanas del sistema solar. Mientras acomodaba la almohada, llamó a su fiel compañero. El Greñas, feliz, dio un salto a la cama y se quedó dormido junto a Enzo.

Todo pintaba excelente para el plan de la garrapata, así que solo dio unos pasos y se instaló en el ombligo de Enzo.

Salía poco a poco el sol y todos iban despertando, menos Rick, que no había podido dormir en toda noche pensando en la terrible hora en que Garra le clavara los dientes de su epistoma al ombligo de Enzo.

Todos saltaron de la cama y Enzo comenzó a tocar su flauta. Tanto le gustó a Rick que se quedó dormida.

«Hora del desayuno»,  aviso el papá de Enzo. 

Humanos, perro y garrapata se disponían cada uno a comer lo que más les gustaba. Para los humanos unas tortitas de chocolate, pues era un día especial por el cumple de mamá y había que celebrarlo. Para el Greñas un hueso y para Garra una gotita de sangre.

De pronto, Enzo sintió un leve escozor en el ombligo. Era Garra al cortarle la piel con sus microscópicos dientes, asi que, rápidamente, le adicionó algunas sustancias presentes en su propia saliva para que el niño no sintiera dolor. De esta forma, ella podría quedarse pegada al ombligo por muchos días para ponerse gorda de sangre y poder crecer sin que nadie lo notase.

Pasaron siete días y Enzo empezó a enfermar. Comenzó con una fiebre de 39 °C y muchos escalofríos.  Sus padres lo ayudaban a vestirse para llevarle al médico cuando al ponerle la camiseta vieron que tenía el ombligo rojo y varios puntitos del mismo color en la panza. Una vez en el hospital, advirtieron a la enfermeda de lo que habían observado y esta le tomó un poco de su sangre para hacerle varios análisis.

El médico le revisó el ombligo, con mucho cuidado, y ahí estaba Garra, cada vez más gordita. Con la ayuda de unas pinzas pequeñas y mucha precaución le arrancó la garrapata.

«Lo más probable es que Enzo padezca la fiebre manchada o rickettsiosis. Tendremos que darle antibióticos por una semana para matar a las bacterias que la garrapata le ha podido transmitir y detener la infección», comentó el médico mientras Enzo se tomaba la primera pastilla.

Y es que Rick, sin ella quererlo, se había pasado al torrente sanguíneo de Enzo cuando Garra lo mordió. Como había mucha comida, empezó a multiplicarse como todas las bacterias, muy muy rápido. En un par de días ya no hubo solo una Rick sino millones de ellas viviendo en el cuerpo del pequeño Enzo.

Después de un par de días, cuando los antibióticos empezaron a destruir las bacterias.  La fiebre se le quitó y los puntos rojos en el cuerpo desaparecieron. Cuando Enzo estuvo en casa, lo primero que hizo fue tocar su flauta para felicidad de sus padres y de Greñas.

Referencias

¿Cómo hace una garrapata el trabajo sucio? (En inglés) NYTimes

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