Pienso en tu mirá

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Estás convencido de que antes de irte esa bolsa de la basura no estaba rota. Sabes que fue él o ella. Te acercas. Le miras. Te mira. Ya tu perro ha conseguido el trueque de su mirada por tu sonrisa. ¿Cómo lo hacen?

TEXTO POR OXALA GARCÍA
ILUSTRADO POR CÉSAR BARCELÓ
ARTÍCULOS
BIOLOGÍA | DOMESTICACIÓN
23 de Septiembre de 2019

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Pienso en tu mirá, nos diría la reina del trap flamenco. Cuando miramos a los ojos de nuestras mascotas, algo en nosotros se enternece. Si tienes perro, ya seguramente tengas en mente «la mirada» con la que son capaces de conseguir desde un poco más de comida, hasta que una posible reprimenda se convierta en un «seguro que no fuiste tú y fue el malo del vecino». ¿Alguna vez te has preguntado cómo son capaces de conseguir tal efecto? Pues parece que algunos científicos sí lo han hecho. Y todo apunta a que es nuestra culpa.

Esta constante mirada en las razas de perros indica que pudo ser un carácter seleccionado por aquellos humanos que al igual que nosotros hoy en día, nos sentimos seducidos por ella.

Hoy sabemos que todas las razas actuales de perros, provienen de la domesticación de los lobos. Existe mayor debate acerca de dónde y cuántas veces ocurrió el proceso de domesticación. Algunos estudios genéticos y restos fósiles han arrojado algo de luz al proceso y han señalado la posibilidad de que la domesticación de los lobos tuviera lugar en diversos puntos del globo a la vez. Investigaciones recientes sugieren que la domesticación surgió entre hace 20 000 y 40 000 años. Además, seguramente estuvo caracterizado por repoblamientos y migraciones constantes, haciendo más compleja aún la historia. Sin embargo, sí sabemos la importancia de los perros en la construcción de las sociedades humanas y no solo desde el Neolítico.

Entonces, nuestra relación con estos cánidos se traslada a momentos en los que nuestra especie se caracterizaba por el protagonismo de las sociedades de cazadores-recolectores. La importancia de los perros es tal que se cree que están involucrados en avances tecnológicos e incluso de nuestra percepción y relación con la propia naturaleza. Junto con los gatos, son los únicos carnívoros domesticados completamente. Aunque estos últimos parece que se acercaron a nosotros, con la llegada del Neolítico y atraídos por los ratones que se alimentaban de los cultivos. Los gatos, como no es de extrañar, parecen tener su propia agenda de intereses.

Pero volvamos a la mirada de los perros. Sus ojos abiertos y el leve movimiento de sus cejas. «Ya sé que no fue tu culpa. Pero que guapo eres. Toma una galletita». Perdón, volvamos. Pues sí, parece que estos gestos se corresponden con una fuerte selección de estos caracteres por nuestra parte. Los músculos elevadores del ángulo medial y del lateral del ojo, son unos de los culpables también. Estos músculos parecen estar presentes en la mayoría de las razas de perros actuales, excepto en los huskies siberianos, que son una raza muy antigua, pero no se encuentra en los lobos o si se encuentra es reducido y no tan desarrollado como en los perros. Estos pequeños músculos dibujan en la cara de nuestros compañeros perrunos esos ojos de pena que denotan la falta de culpabilidad en cualquiera de sus actos.ç

Sabemos de la importancia de los perros en la construcción de las sociedades humanas y no solo desde el Neolítico.

Esta constante mirada en las razas de perros indica que pudo ser un carácter seleccionado por aquellos humanos que al igual que nosotros hoy en día, nos sentimos seducidos por ella. Es posible que nos recuerde a los grandes ojos que tienen los cachorros, algo conocido en biología evolutiva como neotenia, caracterizada por la retención de caracteres infantiles en individuos adultos. Esto se ha vinculado con un proceso selectivo basado en enternecer o dar cariño que podría explicar este fenómeno en los perros y por qué los hemos ido seleccionando de forma común durante todo el proceso de la domesticación, siendo más probable que cuidemos de aquellos individuos con esta mirada.

Otra posible explicación puede tener que ver con la esclera (o esclerótica), la parte blanca de los ojos. En la comunicación visual humana tiene una gran importancia y es posible que en el caso de los perros estos movimientos ayuden a que les veamos esta zona blanca de los ojos, bastante más reducida que la nuestra. De esta forma, podríamos establecer una comunicación visual más elevada con aquellos que son capaces de mostrar dicha zona del ojo.

Los perros que se encuentran en refugios para ser acogidos parecen incluso «aprovechar» sus ojos para convencer a futuros compañeros de vida y miradas. Los que poseen un mayor movimiento de sus cejas y adoptan dicha mirada de cachorro, parecen encontrar más rápidamente un hogar. De esta forma, podemos pensar que este tipo de selección, consciente o inconsciente, sigue ocurriendo.

En definitiva, la domesticación ha supuesto cambios en el comportamiento y en la anatomía de los perros, y este es un bonito ejemplo. Descifrar si los perros hacen este movimiento y ponen esa mirada de forma intencionada, no es posible de confirmar científicamente todavía. Otra cosa sería si fueran gatos, ¿verdad? La próxima vez que tu perro, haga una trastada y ponga esa mirada. Piensa en su mirá, piensa en su mirá.

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