La dualidad entre la naturaleza y la cultura

Portada móvil

«El choque de ideologías tradicionales es lo que ha llevado al mundo a la situación desastrosa en que se encuentra. [… ] Importante es entender la relación del hombre con la naturaleza; y por otra parte la relación de los hombres entre sí. Partiendo de la base que la mayoría de los conflictos se generan desde la problemática del individuo, la sociedad y la naturaleza».
Francis Naranjo en VIVEPAÍS.

TEXTO POR ANDREA GARCÍA
FOTOGRAFÍA POR FRANCIS NARANJO
ARTÍCULOS
ARTE | CULTURA
10 de Octubre de 2019

Tiempo medio de lectura (minutos)

Con esta oración, Naranjo da comienzo a una reflexión sobre la relación entre la naturaleza y la cultura que no abandona su carácter dicotómico, histórico y eterno. Pese a que estas palabras las ha pronunciado a colación de la exposición Todo importa (2018), la cual abordaremos más adelante, su trasfondo se remonta a comienzos de su trayectoria. Antes de empezar el artículo, resulta práctico aclarar que los términos naturaleza y planeta Tierra, al igual que cultura y humanidad se emplearán como sinónimos.

Francis Naranjo (Santa María de Guía, 1961) es un artista conceptual cuyo medio favorito es la instalación, es decir, la exposición de proyectos en salas donde coloca objetos de diversa índole que aguardan un significado común. Comenzó a cultivar la pintura desde joven, pero después se interesó cada vez más por la instalación. Con asiduidad, su esposa la artista Carmen Caballero y el poeta Dionisio Cañas colaboran con Naranjo en sus creaciones. Dentro de los temas que más interesan a Naranjo, vamos a destacar su relación con la naturaleza, los problemas medioambientales y la relación tanto pacífica como hostil y complementaria que puede darse entre naturaleza y cultura. El artista ha expuesto en diversas naciones del mundo, radicando buena parte de su obra en Chile, pero igualmente en España, Cuba, Suecia, Bolivia, Alemania, Brasil e Inglaterra, por citar algunos ejemplos.

A colación del tema que abordaremos en estos párrafos, en el año 1997 nuestro artista crea Naturaleza soportada, convirtiéndose en una de sus primeras obras utilizando el medio de la instalación. Lo cierto es que el arte de Naranjo siempre se comprende mejor cuando se interpretan las metáforas evocadas en los títulos de sus obras. De este modo, nos acercaremos a las cuestiones medioambientales leyendo los nombres de estas y los elementos que las conforman.

En el caso de Naturaleza soportada, observamos una sala con los muros pintados en blanco y son del mismo color que se emplea en los objetos soportados en las paredes. Lo más llamativo radica en los dos pilares que sujetan una parte del espacio. Son elementos sustentantes que están remendados con cintas de plástico. Aquí, Naranjo juega con la noción de naturaleza transformándola en arquitectura, es decir, un producto humano. Si la naturaleza fuera una construcción, podemos ver que sus pilares son muy enclenques, tal y como si estuvieran quebrados. Aluden a la inseguridad de la Tierra como hogar; del mismo modo que un edificio puede derrumbarse, también el estado del planeta es deplorable y cada vez más inhabitable para todas y todos.

Los muros sujetan objetos blancos embalados que se asemejan a productos sanitarios fabricados con goma espuma y algodón y sirven para mantener viva una naturaleza parcheada y dolida que puede colapsarse en cualquier momento.

Ya en el siglo actual, Orden cuántico (2001) se levanta como una instalación que nos habla precisamente de este daño cruento a la Tierra, como se ha visto en Naturaleza soportada, retrotrayéndonos a los orígenes de tal destrucción.

La sala semioscura enseña un vasto diaporama teñido de rojo con una evidente connotación de alarma que está reproduciendo la imagen de una plataforma petrolífera. El público no puede evitar fijarse en esta estructura energética y contaminante dado el impacto visual que genera, pero si toma asiento comienza a ser grabado por una cámara de videovigilancia. En una conversación con Francis Naranjo, el autor afirma que lo pretendido es realizar una reflexión sobre los nuevos modelos tanto de energía como sociales, pues el individuo forma parte de un sistema económico fundamentando en los perjuicios hacia el medioambiente. Al final, las sociedades asentadas en torno a fuentes energéticas como el petróleo están enclaustradas en la economía que se vale de destruir la Tierra. Además, en muchas ocasiones son pasivas, voyeurs e incapacitadas ante la catástrofe que dichas fuentes producen.

En relación con la contaminación como un grave problema medioambiental, la obra Todo importa (2018) expone unas piedras de colores marrones y ocres que aluden a la belleza creada por la intervención humana. Fueron halladas en Huayna Potosí en el país boliviano a más de 4000 metros de altura. Se trata de unas rocas no identificadas cuya cromática impacta por su aparente naturalidad, pero realmente han sido teñidas por las personas tanto en cuanto la minería las ha modificado. El lago en el que se encuentran está envenado por esta actividad energética.

Para luchar contra el cambio climático, Naranjo propone una serie de proyectos ensartados con las obras anteriormente comentadas. Gracias a ellos, se comprende la relación dual entre la naturaleza y la cultura enfatizando en el poder de la primera como la gran madre que nos alberga, pero que puede arrasar con la cultura si resulta necesario para su autoregeneración.

El primero se titula Metallic (2007) y es uno de los pocos trabajos en los que el artista cultiva el Land Art o arte en el paisaje, actuando en el malpaís de La Oliva en Fuerteventura. El relieve está intervenido con papeles de aluminio y paneles solares colocados por Naranjo. Ha decidido dibujar formas similares a ríos de lava a través del aluminio, ya que el malpaís se origina por la actividad volcánica. Por otro lado, parecen incandescentes por la noche debido a la acción de la luz en la superficie reflectante del aluminio. Es una intervención artística y por ende cultural que no lastima al paisaje, ahuyentando la violenta dicotomía histórica entre la naturaleza y la cultura para suscitar un acercamiento pacífico.

Luego, La coleccionista de luces (2012) es una exposición en la penumbra que resulta impactante porque lleva a cabo un espectáculo de luces de colores que viajan alrededor de la sala y enfocan elementos concretos como unas fotografías del desierto de Atacama. En primer término, Naranjo está explorando la noción de luz como guía para los seres humanos, aunque ha realizado una obra homónima en formato libro (2010) junto a los aforismos del poeta Dionisio Cañas. En este trabajo, se toman las imágenes del desierto para acompañarlas con sentencias de Cañas que manifiestan la relación entre la naturaleza y los seres humanos. De esta manera, las fotografías del desierto son asombrosas porque no estamos acostumbrados a movernos en un clima tan árido. Los aforismos exhiben el mandato de la naturaleza por encima de toda invención humana y en unas condiciones extremas donde perdemos todo poder de decisión. Véase la máxima que dice Sobre la piedra tu calavera, en la basura tu Gran Vida, la cual ejerce como vanitas o figura simbólica que nos recuerda la fugacidad de la existencia y la nula importancia de los éxitos logrados en la vida porque no se pueden trasladar al Más Allá. Empero, siempre queda la esperanza de que al morir nos fundiremos con las piedras de la Tierra; los cuerpos se eternizan como los minerales y las rocas en un ciclo vivo sin final.

De nuevo, el páramo juega un papel fundamental en la obra Ciento cincuenta millones de años (2018) mediante el vídeo Conchetumare. El desierto de Atacama es el más árido del planeta, así que una bandera negra está clavada en el terreno aludiendo al talante apátrido del lugar. En otras palabras, el desierto juega un papel fundamental como desarticulador de las naciones y fronteras impuestas por la cultura dominante. Permite crear un refugio para evadirse de la dura realidad cultural, política y social que representa el color negro de la bandera, pese a que sus inhóspitas características no invitan a quedarse. Sin embargo, Atacama tuvo en su día un ecosistema marino muy plural y asimismo sirvió como un vasto territorio para los pueblos prehistóricos. Así, si hubo un momento en la historia donde fue habitado pese a sus duras condiciones. Por tanto, se abre la posibilidad de que la Tierra no es tan cruenta con la cultura que la perjudica constantemente desde hace más de 200 años. Se conservan pequeñas áreas generalmente poco agradables para utilizarlas como hábitat, pero que son reductos de vida en los que la humanidad puede estar en cualquier periodo de la historia y del futuro. No obstante, todas las alusiones al desierto significan que la naturaleza se ha ido transformando con el devenir del planeta y ha ofrecido cobijo a distintas formas vitales, incluida la nuestra, a pesar de que toda la culpa del cambio climático y su consecuente inadaptabilidad para la supervivencia de la especie Homo sapiens la tenemos nosotras y nosotros.

 

Agradezco al artista Francis Naranjo su permiso de reproducción de las imágenes de sus obras en Principia Magazine.

Lugares de exposición de las obras

—Orden cuántico - Foto-Ars
—La coleccionista de luces - Museo de Arte Contemporáneo (Santiago de Chile)
—Todo importa - Museo del Barro en Asunción
—Ciento cincuenta millones de años – Interdesign
—*La obra Land Art no se expone en ningún sitio dadas las características de este arte. En el texto se hace mención al lugar donde se hizo la intervención (malpaís de La Oliva).

Deja tu comentario!