Brujas, diosas y científicas IV

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Siguiendo el hilo de los anteriores artículos, me gustaría unir la figura de la bruja a la mujer científica. Para ello, asociaré la magia con la ciencia a través de su conocimiento de las hierbas (botánica) y sus usos medicinales, en relación con el cuerpo de la mujer desde una perspectiva feminista.

TEXTO POR MARÍA PENALVA
ILUSTRADO POR MARÍA PENALVA
ARTÍCULOS
7 de Noviembre de 2019

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Pharmakeia

En las religiones primitivas (Edad de Bronce), las mujeres ostentaban cargos de sacerdotisa, y dentro de su preparación sacerdotal estaba el estudio científico de las propiedades de raíces, hierbas y hongos. Eso las convertiría en las primeras mujeres científicas y botánicas. Por lo tanto, es normal pensar que las antiguas sacerdotisas (brujas) eran mujeres instruidas, con grandes conocimientos de plantas y de sus usos medicinales.

Además, en la antigua Grecia la medicina era de carácter mágico religioso, con lo cual se combinaban las artes mágicas y las pociones o filtros mágicos, tanto para curar enfermedades físicas como del alma. Debido a esta razón, la palabra farmacia deriva de la palabra griega Pharmakia y esta del término Pharmakon que significa medicamento, hechizo, magia, poción o tóxico.

En la Edad Media, el conocimiento femenino de las sanadoras o las parteras constituyó la mayor transgresión de las mujeres, y a estas mujeres sabias las identificaron como brujas asociándolas a supuestos poderes mágicos... y maléficos. Esta persecución respondió a la necesidad de una sociedad heteropatriarcal de oponerse a las mujeres, al propio conocimiento de sus cuerpos y la necesidad de deslegitimizarlas como personas. Cuando se empezó a impartir la carrera de medicina en las universidades, estos estudios fueron prohibidos a las mujeres, apartándonos de un conocimiento tan natural como el de nuestro propio cuerpo. Pero no por ello este conocimiento se olvidó, sino que algunos hombres se ayudaron de las brujas para aprender. Citando a Barbara Ehrenreich y Deirdre English en Brujas, parteras y enfermeras. Una historia de sanadoras femeninas:

 «…Tan amplios eran los conocimientos de las brujas que, en 1527, Paracelso, considerado como el “padre de la medicina moderna”, quemó su manual de farmacología confesando que  todo lo que sabía lo había aprendido de las brujas…».

 En resumen, desde el principio de los tiempos hasta hoy en día, el control reproductor del cuerpo de la mujer siempre ha sido un instrumento político (véase actualmente Vox con sus diatribas contra la libertad de concepción de la mujer) y fácilmente se podría llegar a la conclusión de que al arrebatar a la mujer el control de su propio cuerpo, lo que se persigue es arrebatarle toda clase de poder dentro de la sociedad.

Bibliografía

—CARO BAROJA, J. Ritos y mitos equívocos. Madrid. Ediciones Istmo, SA. 1989.
—CARO BAROJA, J. Las brujas y su mundo. Un estudio antropológico de la sociedad en una época oscura. Madrid, Alianza Editorial, 1997.
—CHOLLET, M. Sorcières. La Puissance invaincue des femmes. París. Editeur Zones, 2019.
—FEDERICCI, S. Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpos y acumulación originaria. Madrid, 2010, Traficantes de Sueños. 
—HESIODO, Teogonía, 602-612 y Trabajos y Días 90-105 (en torno 700 a. C.).

 

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