Ciencia de princesas

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Tercer premio del segundo concurso de cuentos infantiles Ciéncia-me un cuento.
Organizado por la Society of Spanish researchers in the United Kingdom (SRUK/CERU).

TEXTO POR LETICIA LABAT DE HOZ
ILUSTRADO POR PURI SALVI
ARTÍCULOS
21 de Noviembre de 2019

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Un rumor se extendía con rapidez por las tierras de los cinco reinos. La princesa Atenea, famosa alquimista, se había escapado. Su historia resonó a lo largo y ancho de los cuatro reinos vecinos, produciendo el temor en sus regias majestades de que sus propias hijas corrieran el mismo destino. Para evitarlo, las recluyeron en el torreón más alto de sus castillos. Las princesas, amigas desde la infancia, vieron limitada su libertad entre cuatro paredes, pero no sus ansias de conocimiento. Estas jóvenes continuaron con sus particulares aficiones, como sus padres las llamaban.

La princesa Aurora era una apasionada de la astronomía. Desde que Atenea le regaló un telescopio en su decimoprimer cumpleaños, no había noche en que Aurora no estuviera escrudiñando el cielo hasta el amanecer, estudiando las constelaciones y los movimientos de los planetas. Debido a esto, pasaba gran parte del día durmiendo y se ganó el apodo de la “Bella Durmiente”.

La princesa Tiana tenía un estanque en su torre donde se dedicaba a estudiar la transformación de los renacuajos en ranas adultas, un proceso denominado metamorfosis. Su rana favorita, Laevis, la acompañaba a todas partes e incluso muchos sirvientes afirmaban haber visto como Tiana besaba cariñosamente a su batracio.

La princesa Mendelina tenía un jardín donde cultivaba todo tipo de guisantes, y no precisamente porque le gustase comer esta legumbre. Estaba convencida de que había algo en las semillas que hacía que las cualidades de una generación de guisantes se transmitiesen a la siguiente. Mendelina también era conocida por ser bastante caprichosa y exigente, especialmente con la dureza adecuada de su colchón.

La princesa Rapunzel, famosa por su larga melena y por sus radicales intentos de huida, tenía verdadera pasión por la geología y el estudio de fósiles. Su hipótesis más rechazada por sus contemporáneos era que los restos de dragón eran en realidad de reptiles que habían vivido en tiempos desconocidos por el hombre. Una vez intentó construir un túnel en el suelo de su torre con el pico que usaba para tomar muestras de minerales. Al poco de comenzar, descubrió que la piedra con la que estaba construida la torre estaba llena de conchas de animales de tiempos primigenios. Su fascinación por aquellos fósiles evitó que su huida tuviera el éxito deseado.

La quinta amiga de este grupo era la desaparecida Atenea. En su cuarto o como lo llamaba ella, “laboratorio”, podíamos hallar tubos y matraces con líquidos de colores, tarros con extraños polvos, balanzas con pesos y cientos de libros llenos con sus anotaciones. Se murmuraba que estudiaba las propiedades de la piedra filosofal y la forma de transformar diferentes metales en oro.

A pesar de la falta de su querida y sabia amiga, Aurora, Tiana, Mendelina y Rapunzel se seguían reuniendo cada semana en una de sus torres, para continuar con su tradición de compartir sus locas hipótesis, discutirlas y proponer experimentos para demostrarlas. En el aniversario de la desaparición de Atenea, las cuatro amigas se reunieron en la torre de Aurora. Esa noche la “Bella Durmiente” propuso que la Tierra no era plana, como afirmaban los sabios y resabidillos de su época, sino redonda. Era una noche de tormenta por lo que Aurora no podía usar su telescopio para mostrarles a sus amigas las pruebas en las que basaba su hipótesis. Mientras esperaban a que el cielo se despajase, Aurora suspiraba y dormitaba, Tiana observaba como Laevis daba saltos en los charcos que formaba la lluvia, Rapunzel probaba en su pelo diferentes trenzados para su próximo intento de huida y Mendelina no paraba de quejarse de la dureza de los sillones de Aurora.

Fue entonces cuando una figura encapuchada apareció entre las sombras de la noche. Las princesas, sorprendidas al principio, se asustaron y exigieron a la extraña figura que les mostrase su rostro. No era nada más y nada menos que Atenea, por lo que rápidamente corrieron a abrazarla. Una vez contuvieron un poco su alborozo, su amiga pudo contarles su historia.

Atenea les dijo que se había unido a una caravana de mercaderes procedentes de tierras lejanas que viajaba por los distintos reinos. Su objetivo era encontrar un sitio donde poder investigar sin que le llamasen alquimista o bruja. Ella quería ser científica y estudiar la composición y propiedades de la materia por medio de la física y la química. Durante su viaje, conoció diferentes culturas con las que intercambió sus conocimientos. Pasado un tiempo, oyó el rumor de que existía un lugar llamado la Academia donde iba la gente a estudiar y desarrollar sus investigaciones científicas.

Tras un arduo viaje encontró la Academia, que era justo lo que siempre había imaginado. Sin embargo, su sueño no podía estar completo sin sus inestimables compañeras de andanzas. Al terminar su relato, Atenea propuso a sus amigas huir juntas y partir de inmediato hacia la Academia. No obstante, las princesas sabían que no sería fácil escapar sin ser perseguidas por sus padres, que se habían vuelto extremadamente cautos desde la desaparición de Atenea. Su amiga rápidamente las tranquilizó y les contó su plan llamado CIENCIA.

Mientras los guardias de la torre dormían por medio de un somnífero que les había puesto en la bebida Atenea, las cinco princesas disfrazadas de campesinas salieron a escondidas a la calle donde les esperaba un carruaje listo para partir.

A la mañana siguiente, los reyes fueron informados por los guardias de su huida, pero al mismo tiempo empezaron a llegar mensajeros con felicitaciones y presentes de nobles y campesinos en honor a las bodas de sus hijas. Es comprensible que los reyes estuvieran desconcertados con el devenir de los acontecimientos. ¿Sus hijas se habían escapado con príncipes de reinos lejanos en la noche?

Se decía que la princesa Aurora había sido maldecida con el hechizo de sueño eterno del que había sido liberada gracias a un beso de un valiente príncipe. De Tiana se contaba que había besado a una rana de su estanque que resultó ser un apuesto príncipe. Mientras que Mendelina había salido de la torre durante la tormenta y, perdida y desamparada, había encontrado acogida en el palacio de un príncipe. Allí se puso a prueba su finura princesil con uno de sus propios guisantes. Mientras tanto, Rapunzel había conseguido escapar de una bruja que la había encerrado en una torre con la ayuda de su larga melena y un noble caballero, quien mató a la terrible bruja. Como es bien sabido, estas historias acaban siempre con boda real, siendo en este caso una boda cuádruple para gran alegría de los cuatro reinos.

Los reyes, aunque no creían estas historias, no podían negar su veracidad, ya que les hubiera llenado de vergüenza admitir que sus hijas habían escapado de su férreo control. El plan de Atenea consistió en contratar a juglares, cuentacuentos y todo tipo de artistas para que a la mañana siguiente de su desaparición inundaran con estas historias los cinco reinos. Atenea predijo correctamente que los reyes preferirían darlas por buenas antes que admitir su derrota. El plan CIENCIA, “Cuentos Inventados en Extrema Necesidad de Continuar Investigando en la Academia”, había resultado ser un éxito rotundo.

Las princesas, tras un largo viaje, llegaron a la Academia. Allí estudiaron y aprendieron mucho convirtiéndose en doctoras, es decir, profesionales investigadoras y maestras de otros nobles y campesinos que buscaban el conocimiento científico como ellas. También, decidieron mandar cartas a sus padres quienes, aunque equivocados, no dejaban de haber hecho lo que consideraban mejor para sus hijas. Hicieron las paces los unos con los otros e incluso comenzaron a enviar presentes y cofres llenos de tesoros, financiación imprescindible para que sus hijas pudieran llevar a cabo su labor. Puede que de estas jóvenes solo hayan quedado diferentes versiones de sus cuentos, “La Bella Durmiente”, “La princesa y el sapo”, “La princesa y el guisante” o “Rapunzel”, pero todavía perdura su espíritu aventurero en quienes continúan su labor científica.

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