El ladrón de los rayos de luz

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Texto finalista del segundo concurso de cuentos infantiles Ciéncia-me un cuento.
Organizado por la Society of Spanish researchers in the United Kingdom (SRUK/CERU).

TEXTO POR JESÚS BLANCO RUBIO
ILUSTRADO POR PAULA CUÁNTICA
KIDS
30 de Enero de 2020

Tiempo medio de lectura (minutos)

Fotón era un rayo de luz muy juguetón. Siempre salía rígido del Sol y no paraba hasta topar con los ojos de cualquier persona, para fastidiarla.

La gente, cuando ocurría esto, cerraba los ojos o se daba la vuelta para no quedarse ciego, porque un rayo de sol, por muy fino que sea, es muy poderoso. Está lleno de calor y de luz y tiene energía para hacer germinar las plantas y deshacer la nieve de las montañas.

Fotón estaba jugando a molestar a la maga Candela, pensando que podía tomarle el pelo. Pero Candela era muy lista y, en vez de cerrar los ojos, cogió un espejo y paró la velocidad que traía Fotón, que era de trescientos mil kilómetros por segundo, que no es cualquier cosa.

Al chocar contra el espejo, en vez de mirarse y ver lo bonito que era, tan resplandeciente y luminoso, Fotón se enfadó y salió disparado en otra dirección. ¿Qué otra cosa podía hacer? Ya no podía ir en línea recta, que era lo suyo. Se había convertido en un rayo roto y reflejado.

Además, cuando Candela movía el espejo, hacía que Fotón se moviera también. A Fotón no le gustaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer. Él siempre andaba derecho, nadie lo había doblado jamás. Era un rayo de sol humillado y vencido.

¿Cómo es posible que un simple espejo pueda dominar a un poderoso rayo de luz?

El brujo Luminancio, que le tenía mucha envidia a la maga Candela, se puso enfrente de ella con una caja negra, en la que había hecho un agujerito. Pensaba que cuando Candela moviera el espejo Fotón se metería allí y se quedaría guardado en la caja negra.Eso pasó, porque como Fotón, no quería que juguetearan con él, vio una escapatoria escondiéndose en el refugio que le proporcionaba Luminancio. Cuando Fotón entró en la caja negra no sabía que aquello era una cárcel. Quiso salir, pero Luminancio le había cerrado el agujerito con una pegatina. 

A la puesta de Sol, pasaron lista a los rayos de luz y notaron la ausencia de Fotón. ¿Dónde se podría haber metido? Lo buscaron en la sombra y no estaba. Tampoco estaba en la oscuridad, ni en la bruma. Y mucho menos, en la noche. Nadie sabía que lo habían secuestrado. Y comenzó la investigación.

La maga Candela acudió como testigo a la Comisaría de la Luz.

—Yo he jugado con él y le he hecho doblarse con mi espejo mágico.
—¡Oh!

Llamaron al Espejo, que entró muy orgulloso, porque era el único capaz de reflejar un rayo de Luz.

—Creo que alguien le puso una caja de frente y lo escondió en ella.
—¡Ah!

Y se pusieron a buscar al ladrón de rayos. Después de mucho trabajo, Candela encontró una la cajita que se había puesto caliente después de guardar a Fotón.

La abrió... y salió Fotón como lo que era: un rayo, disparado hacia el infinito.

—¿Quién te ha secuestrado? —le preguntaron los demás.
—No sé su nombre. Pero me he fijado en su cara cuando me metía por el agujerito en la caja negra. Mirad.

Entonces, la maga Candela abrió la cajita, y en el fondo encontraron la fotografía del hechicero Luminancio.

Lo encontraron escondido en un sótano donde guardaba, en cajas negras, todos los rayos de sol que había ido robando a lo largo del tiempo. Estaba rodeado de espejos y lupas cóncavas y convexas porque se dedicaba a experimentar con la luz.

Luminancio no era hechicero ni brujo ni siquiera ladrón sino un pobre científico sin dinero y con muchas ganas de aprender.

Candela, que era una experta en iluminación y tenía un cargo muy importante, como además era maga, hizo un sortilegio y consiguió una beca para que pudiera seguir con sus investigaciones en un laboratorio y con el tiempo terminó por enamorarse de Luminancio, que resultó encantador.

Y se pusieron a trabajar juntos, codo a codo.

Formaron una hermosa familia llena de inventos luminosos que ayudaban a la humanidad.

Y su felicidad llegaba hasta las estrellas.

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