¡Soy una pika, no un ratón!

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La pika hizo un chillido corto y penetrante: «iiiiiii». Era un aviso de alarma, había una rapaz vigilándolas entre las nubes. Todas las demás pikas de la colonia lo escucharon y entendieron perfectamente su significado. Sin perder ni un segundo, entraron en el enorme laberinto de sus madrigueras, ocultándose de las afiladas garras del depredador. Un paso en falso podía significar el final. Esperaron y esperaron. El peligro finalmente desapareció, la rapaz se marchaba con el estómago vacío.

TEXTO POR BLANCA MONCUNILL-SOLÉ
ILUSTRADO POR MERYW TANUKI
ARTÍCULOS
ANIMALES | BIOLOGÍA | TAXONOMÍA | ZOOLOGÍA
16 de Abril de 2020

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El naturalista sueco Carl von Linneo ideó un sistema para clasificar los organismos vivos: la taxonomía. Este se basa en que toda la biodiversidad de la Tierra estaría dispuesta en una gran cajonera. Cada uno de sus cajones estaría destinado a todos esos organismos que a grandes rasgos son más parecidos. Por ejemplo, en uno de ellos encontraríamos a los animales y en otro a las plantas. Dentro de cada cajón habría cajitas. Y dentro de estas, otras más pequeñas y así.

Los organismos se dispondrían en ellas según sus características biológicas y las similitudes con otros. Por ejemplo, dentro del cajón de animales habría una caja destinada a las especies con esqueleto (vertebrados) y otras para los invertebrados (esponjas, insectos, etc.). Este sistema ha permitido la clasificación de la vida actual y pasada. No obstante, la cajonera no es fija y va cambiando con las nuevas investigaciones. En algunas ocasiones aparecen cajas nuevas, ya que se han encontrado organismos no descritos hasta la fecha: por ejemplo, Pongo tapanuliensis, una especie de orangután que habita la isla de Sumatra descrito en el año 2017. En otras ocasiones, las cajas pueden remodelarse y convertirse en otras. Un ejemplo claro es el de los conejos. Hasta 1912 fueron clasificados como roedores, dentro de la caja de las ratas, ratones, lirones y ardillas. Analizando su morfología y la composición de sus dientes, los investigadores comprendieron que se trataba de un grupo distinto y le reconocieron un orden propio: Lagomorpha (lagōs = liebre, morphos = forma), así que lo sacaron de esa caja y lo metieron en otra, junto a las liebres y pikas.

Actualmente existen más de cien especies de lagomorfos y se encuentran es casi cualquier parte del mundo, ya que han sido frecuentemente introducidos por el ser humano en muchos ecosistemas de distintas regiones. Además de su rostro alargado y orejas largas, se caracterizan por estar adaptados a la carrera, especialmente las liebres, que pueden alcanzar velocidades de hasta ochenta kilómetros por hora. Dentro de la caja de los lagomorfos encontramos dos cajitas más pequeñas. La primera es la de la familia Leporidae, que engloba conejos y liebres.

La segunda es muy poco conocida para muchos de nosotros. El rótulo que tiene indica «familia Ochotonidae» y popularmente se conocen como pikas, liebres silbadoras o conejos de roca. Son individuos de pequeño tamaño, forma redondita, con una minúscula cola, orejas redondeadas y pelo suave y denso.

Pika americana. Créditos: Frédéric Dulude-de Broin

Emiten unas vocalizaciones muy estridentes que les permiten comunicarse entre ellos. Estas señales sirven para avisarse de la presencia de depredadores o de que se ausentan de la madriguera para ir en busca de comida. Actualmente la familia está únicamente formada por un único género (Ochotona), que comprende un total de veintinueve especies. La mayoría de ellas habitan tierras asiáticas y solo dos las encontramos en las cordilleras norteamericanas. En algunos casos sus localizaciones son remotas, confinadas en relictos montañosos. Además, sus poblaciones son tan escasas que cualquier minúsculo cambio ambiental pueden conllevar a la extinción de la especie. Esto dificulta su conocimiento biológico y el diseño de protocolos para su conservación, hechos muy preocupantes considerando el cambio climático inminente que nos acecha.

Pika alpina, Mongolia. Créditos: Bogomolov.PL

A pesar de su poca diversidad actual, las pikas son biológica y ecológicamente muy interesantes y esenciales. Algunas especies son clave (keystone species), es decir, que su presencia es la piedra angular que sostiene el funcionamiento del ecosistema y las relaciones entre los organismos. Algunas también son ingenieros de ecosistemas (ecosystem engineers), los cuales son primordiales para mantener la estabilidad de los hábitats donde viven. Así, su ausencia conllevaría perturbaciones importantes para toda la flora y fauna con las que coexisten.

A nivel biológico, las podemos clasificar en dos grandes grupos: las de hábitats rocosos o taludes y las de pradera o estepa. ¡Los ambientes son tan dispares que conllevan estrategias de vida muy distintas! Los primeros son hábitats mucho más estables, ya que en general hay pocos herbívoros competidores y la orografía de las montañas les permite crear zonas de protección para condiciones extremas (periodos invernales gélidos) o refugio de depredadores. Por el contrario, la gran cantidad de herbívoros y la fácil inundabilidad o desecación de las praderas pone en mayor compromiso la vida de las que ocupan esos ambientes. Por eso, no es de extrañar que la mortalidad en ambientes rocosos sea menor que en las estepas. Las especies rocosas tienen una gran longevidad (pueden vivir hasta seis años), contrastando con las esteparias que a duras penas llegan a los dos años de vida. Si echamos un ojo a los parámetros reproductivos, estas últimas tiene más gazapos y más camadas anuales (entre una y trece en las tres a cinco camadas) que las rocosas (de uno a seis gazapos en las una o dos camadas). En otras palabras, las pikas esteparias viven la vida mucho más rápido.

En el pasado las pikas ocupaban también el continente europeo. El registro fósil más antiguo de una pika está documentado en Asia durante el Oligoceno (Desmatolagus, veintisiete millones de años). Algunas poblaciones emigraron desde allí hacia Europa (hace veinticinco millones de años) y más tarde radiaron hacia Norte América y África (hace dieciocho millones de años). Durante el Mioceno (desde veintitrés a cinco millones de años), el grupo experimentó su máxima explosión de diversidad con una gran cantidad de géneros y especies (Titanomys, Marcuinomys, Albertona, Lagopsis, Piezodus, Prolagus, Oreolagus, Hesperolagomys, Austrolagomys, Alloptox, Bellatona). Fue a finales de este periodo (entre seis y cinco millones de años) cuando hubo un importante declive, debido seguramente a cambios ambientales y de vegetación, perdurando solamente el género Prolagus en la región europea. En esta misma época se gestó en Asia una nueva oleada de pikas que más tarde colonizaría todo el hemisferio norte (Proochotona, Ochotonoma, Ochotona). El único género que ha pervivido hasta nuestros días es Ochotona, aunque despareció totalmente de Europa. Gracias a la extensa y excelente labor realizada por la doctora Nieves López Martínez, en la península ibérica tenemos muy bien detallado las especies de lagomorfos que recorrían nuestras tierras. Desde restos de Titanomys visenoviensis y Marcuinomys roquesi en Aragón, a una gran cantidad de fósiles de distintas especies de Prolagus y Lagopsis repartidos por todo el territorio. Y no solo en la península, Nieves López Martínez es un gran referente mundial de la paleontología de micromamíferos. Gracias a ella se sacó a relucir la importancia de los lagomorfos, cuyos restos fósiles habían sido olvidados en las cajitas más ocultas de los cajones más altos de las gigantescas estanterías de muchos museos.

Fuentes

—Alves et al. 2008. Lagomorph Biology: Evolution, Evolution and Conservation. Springer.
—Chapman & Flux. 1990. Rabbits, Hares and Pikas. Status Survey and Conservation Action Plan. International Union for Conservation of Nature and Natural Resources.
—López-Martínez. 1989. Revisión sistemática y biostratigráfica de los Lagomorpha (Mammalia) del Terciario y Cuaternario de España. Diputación General de Aragón, Departamento de Cultura y Educación.
—Smith et al. 2018. Lagomorphs. Pikas, Rabbits, and Hares of the World. Johns Hopkins University Press.

 

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