PHA (Potentially hazardous asteroid)

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TEXTO POR CELIA CAÑADAS
ILUSTRADO POR ANGYLALA
ARTÍCULOS | MUJERES DE CIENCIA
ASTEROIDE | ASTRONOMÍA | COMETA | POESÍA
31 de Agosto de 2020

Tiempo medio de lectura (minutos)

No sé por qué he vivido tanto tiempo.

Soy agua, materia y velocidad

como un bramido amanecido en lumbre.

Mi espina dorsal se deshace,

cera tan próxima a la llama.

¿Cuántas generaciones han nacido?

¿Cuántas sostendrá aún la turbidez

del mar?

Cada letra de sus nombres

es fruto y salvación

mientras dure la música

en la Tierra.

Vengo del pasado y soy vuestro destino:

un parpadeo mío

será

tal vez,

el final de la fiesta.


Las pequeñas rocas o meteoritos que caen sobre nuestro planeta continuamente viajan muy rápido, puede que a decenas de kilómetros por segundo. La mayoría se desintegran antes de llegar a la Tierra debido a la fricción con la atmósfera. No obstante, existe la posibilidad de que un meteorito o cometa, con suficiente masa y velocidad, impactase sobre la Tierra. Hay un número de organizaciones alrededor del mundo que se dedican a catalogar los objetos potencialmente peligrosos que nos rodean. Uno de ellos es el programa de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés) de la agencia espacial estadounidense NASA, que administra y financia la búsqueda, estudio y vigilancia de asteroides y cometas cuyas órbitas los traen periódicamente cerca de la Tierra. En 1998 la NASA empezó a compilar un inventario de rocas espaciales de más de un kilómetro de diámetro. Pero en 2005 la agencia se planteó el más difícil objetivo de catalogar objetos de hasta 140 metros de diámetro. Aspira a encontrar el 90% de todos ellos antes de que termine el 2020.

A su vez, los cometas son considerados como los objetos menos evolucionados de nuestro entorno y, por tanto, su estudio nos podría proporcionar información sobre cómo se originó y formó nuestro Sistema Solar.  Tienen en común que son cuerpos de extrema fragilidad, débilmente procesados y con una química fascinante.  Están compuestos de agua, hielo seco, amoníaco, metano, hierro, magnesio y silicatos. Debido a las bajas temperaturas de los lugares donde se hallan, estas sustancias se encuentran congeladas. Llegan a tener diámetros de algunas decenas de kilómetros.

Algunas teorías (como la de la Panspermia) apuntan a que la materia orgánica contenida en ellos pudo ser determinante para la aparición de la vida.

Los cometas presentan diferentes tipos de colas. Las más comunes son la de polvo y la de gas. La cola de gas se dirige siempre en el sentido perfectamente contrario al de la luz del Sol, mientras que la cola de polvo retiene parte de la inercia orbital, alineándose entre la cola principal y la trayectoria del cometa. El choque de los fotones que recibe el cometa como una lluvia, aparte de calor, aportan luz, siendo visible al ejercer el cometa de pantalla; reflejando así cada partícula de polvo la luz solar.

Hoy sabemos que una parte de los cometas se debió formar en la región entre Júpiter y Saturno, de donde fueron dispersados a los confines del Sistema Solar, formando la conocida como nube de Oort. Esta nube es una envoltura esférica que rodea nuestro sistema planetario y en la que residen millones de cometas, esperando que alguna perturbación los envíe hacia la parte más interna. Otra parte de los cometas se formó en la región más allá de Neptuno, donde residen hasta que, de nuevo por alguna perturbación, cambian sus órbitas y se acercan al Sol. Tanto si proceden de la nube de Oort, como de la región transneptuniana, los cometas han permanecido durante la mayor parte de sus vidas alejados de la principal fuente de energía de nuestro entorno.

Todo ello unido a su diversidad, posiblemente fruto de peculiares historias de encuentros y desencuentros con los planetas, hace de los cometas objetos estelares de interés clave.

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