Cuando mi hermana me habló sobre el amor

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Tenía quince años y aún no me había enamorado. Mi experiencia del amor siempre había sido en segunda persona. Había leído poemas, escuchado canciones, visto películas y obras de teatro, contemplado cuadros… el amor estaba en todas las artes. Parecía como si el mundo entero se moviera por y para el amor. Yo no lo entendía, ¿de verdad era algo tan intenso como para que todos se obsesionaran con él?

TEXTO POR LAURA BELLO
ILUSTRADO POR ESTHER LECINA
ARTÍCULOS
AMOR | NEUROCIENCIAS | PSICOLOGÍA
26 de Octubre de 2020

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Mi hermana mayor estudiaba psicología y a menudo nos contaba, a mis padres y a mí, lo que había aprendido ese día en clase: cómo funciona la atención, qué son los recuerdos, como aprendemos una lengua… Yo la escuchaba con interés, el cerebro siempre me había parecido un misterio y aprovechaba cada oportunidad de saber más sobre él para entender cómo funcionamos. Ella y yo siempre nos quedábamos un rato hablando en su habitación después de cenar. Aun así, esa noche fue diferente: me habló sobre el cerebro enamorado. Fue entonces cuando empecé a atar cabos sobre mis dudas acerca del amor.

Yo pensaba que era una emoción, ¡pero no! ¡Resulta que es una motivación! Y la verdad es que tiene todos los ingredientes para serlo: es continuo y no fluctúa como las emociones, se centra en un objetivo claro, una recompensa específica, que es la persona amada. Además, no va asociado a ninguna expresión facial, como sí lo hacen las emociones. Es más bien un impulso de apareamiento, algo que nos dirige a lograr una necesidad biológica para sobrevivir y reproducirnos.

Fue entonces cuando mi yo de quince años empezó a entender por qué el amor era algo tan importante en la vida. Era, de algún modo, más poderoso que una emoción, y quizás por eso la gente parecía estar obsesionada. No dudé un segundo en decírselo:

—¡Parece como si todo el mundo estuviera obsesionado con el amor!
—Es que es justo eso —respondió—. El enamoramiento es algo involuntario y difícil de controlar, como una obsesión. Cuando sentimos amor romántico, no podemos dejar de pensar en esa persona y nos volvemos posesivos. De hecho, se activa el área tegmental ventral del cerebro, la región dedicada a la recompensa y asociada al deseo y a la motivación. ¡Es la misma región que se activa cuando se toman drogas como la cocaína! El amor es… como una droga, ¡una adicción!

¿El amor es una adicción? Nunca lo había visto así: una droga de la que todos, tarde o temprano, nos enganchamos. No me limité a quedarme ahí. Curiosa desde siempre, le pedí que me contara más.

—¡Buf! —resopló—. Por dónde empiezo… Digamos que por ahora te he hablado del amor romántico, ¿no? Pero este es solo uno de los tres circuitos cerebrales relacionados con la reproducción. Además, también están el impulso sexual y el apego., y los tres tienen funciones evolutivas, lo que significa que existen para perpetuar nuestra especie. —Todo aquello me lo contaba con entusiasmo y podía ver en sus ojos lo mucho que le apasionaba ese tema­­—. El impulso sexual ha evolucionado para motivarnos a buscar un rango amplio de potenciales parejas —continuó—. El amor romántico del que hablábamos, en cambio, ha evolucionado para que tengamos preferencias en ese rango de parejas y queramos centrarnos en una persona en concreto. Y, finalmente, el apego, para que permanezcamos con una persona lo suficiente como para criar a nuestros hijos. Increíble, ¿verdad? Son tres sistemas diferentes pero interrelacionados, lo que significa que pueden funcionar a la vez, pero no necesariamente.
—¿Eso significa que puedes estar enamorado de alguien y aun así sentir deseo sexual por otra persona y apego por otra? —Ni siquiera me había planteado que tal cosa fuera posible. Mi hermana me estaba haciendo descubrir el mundo de las relaciones—. ¿Y qué pasa con el amor a primera vista, eso no existe, ¿no? —Solo lo había visto en las películas y no me parecía algo que pudiera ocurrir en la vida real.
—Pues ¿qué pensarías si te dijera que sí que existe? Verás, el enamoramiento es un sistema que forma parte del cerebro reptiliano, es muy primitivo. Se activa de forma instantánea, como el miedo, ya que es un impulso de supervivencia y reproducción, como te decía antes. Por eso ¡sí que es posible que tengas amor a primera vista!  Pero no te enamoras de cualquiera… A lo largo de nuestras vidas, mientras crecemos, tenemos experiencias y conocemos a diferentes personas, nos hacemos una lista consciente e inconsciente de las características que buscamos en una pareja. Y, si tienes la suerte de conocer a una persona que se ajuste a esa lista y empezar una conversación con ella, el circuito del amor romántico puede activarse de forma instantánea. Pero, claro, son muchas las cosas que tienen que coincidir: el tiempo que pasas con ella, el momento de la vida en que la conoces, la proximidad…
—¡Guau, qué fuerte! Creía que eso solo pasaba en las películas. Pero, como has dicho… no te enamoras de cualquiera, ¿hay algo que haga que te fijes en una persona y no en otra?
—¡Justamente es lo que me estaba preguntando en clase hoy! Por lo que se sabe, tenemos tendencia a sentirnos atraídos por aquellos que tienen una apariencia física, un nivel socioeconómico y una inteligencia parecida a la nuestra. Pero puedes estar en una fiesta rodeada de gente con características similares a las tuyas, ¡y no te enamoras de todos!
—Entonces ¿no hay nada más?
—Sí que lo hay, ¡nuestra biología! Nuestras personalidades juegan un papel fundamental cuando escogemos de quién nos enamoramos. Hay cuatro sistemas biológicos asociados a rasgos de personalidad y en función de cuál expresamos más, tenemos un tipo de personalidad. Según cual sea, nos sentiremos naturalmente atraídos por un tipo u otro de personalidad, que también vendrá dada por su sistema biológico predominante. Normalmente, uno se expresa más que los demás, pero no siempre. A veces son dos o hasta tres.
—¿Y cuáles son esos sistemas biológicos?
—A ver, espera, porque no los recuerdo todos y tengo que mirar en los apuntes —dijo mientras iba a buscar su carpeta de la facultad—. Ah, aquí está —dijo sacando una hoja de su carpeta—. Por un lado, tenemos a las personas que expresan mayoritariamente la dopamina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de recompensa; y la noradrenalina, otro neurotransmisor encargado, entre otras cosas, del incremento de la frecuencia cardíaca. Estas personas activan más la sustancia negra, una región del cerebro rica en dopamina relacionada con el aprendizaje, la adicción y la búsqueda de recompensa. La elevada expresión de estos neurotransmisores se asocia a una personalidad curiosa, creativa, espontánea, enérgica y mentalmente flexible. Se trata de personas que buscan nuevas experiencias y toman riesgos.  —Mi hermana leía mientras reseguía sus apuntes con el dedo y al llegar a ese punto paró y me miró­—. Creo que tú tienes este tipo de personalidad, por cierto.
—¿Tú crees? —Quizás lo decía por mis ganas de aprender cosas nuevas y porque más de una vez les había pedido a mis padres si podía tirarme en paracaídas como regalo al cumplir los dieciocho. Reí al recordarlo—. Puede ser… Pero puede que me sienta identificada con varias, ¿no? ¿Qué más hay?

Mi hermana siguió leyendo:

—Las personas que expresan más serotonina, un neurotransmisor implicado en el estado de ánimo, activan más la región ventrolateral de la corteza prefrontal, encargada de la inhibición de acciones. Tienden a ser convencionales y tradicionales, siguen las normas y respetan la autoridad. –Dejó de leer y me miró— ¿No te he perdido aún? —Negué con la cabeza—. Después tenemos a los que expresan más testosterona, que tienen más activadas áreas del córtex occipital, dedicado a funciones visuales, y del córtex parietal, dedicado al pensamiento matemático y espacial. Son analíticos, lógicos, directos, decisivos, testarudos y escépticos. Suelen ser hombres, lo cual tiene sentido ¿no? La testosterona es la hormona sexual masculina.
—¡Nunca había pensado que una hormona sexual pudiera afectar a la personalidad de alguien!
—Pues espera, porque justamente el último grupo son las personas que expresan más estrógenos y oxitocina. Los estrógenos son una hormona sexual femenina y la oxitocina es una hormona implicada en la cognición social. Estas personas activan más el giro fusiforme, el giro frontal inferior y una de las áreas auditivas, tres áreas relacionadas con las neuronas espejo y la empatía. Son imaginativas, suelen expresar más sus emociones, saben leer gestos y tonos de voz, y piensan en contexto. Suelen ser mujeres, cosa que también tiene sentido, como con la testosterona y los hombres.
—Así que, según la expresión de neurotransmisores y hormonas, tendremos una personalidad diferente… ¿Y dices que eso hace que nos enamoremos de unas personas y no de otras? ¿Cómo es posible?
—Obviamente, los neurotransmisores y las hormonas no son lo único que influye en el desarrollo de la personalidad, pero sí que tienen un papel relevante. Como te decía, según tu personalidad, te sentirás más atraída por un tipo u otro. Las personas que expresan más dopamina y adrenalina buscan a gente como ellas, que también expresen los mismos neurotransmisores. Lo mismo pasa con los que tienen niveles de serotonina más elevados, buscan a personas como ellas. En cambio, el tipo de personalidad con más estrógenos y oxitocina busca a la personalidad con más testosterona y viceversa, ¡su opuesto!

Creo que esa noche aprendí más sobre el amor que en toda mi vida hasta ese momento. Aun así, con los años me fui dando cuenta de que, en el amor, al igual que en tantas otras cosas, por mucho que nos sepamos la teoría, las personas aprendemos con la práctica y las experiencias resultan fundamentales. Al fin y al cabo, solo tenía quince años y aún no me había enamorado.

 

 

Referencias:

—Brown, Acevedo & Fisher. Neural Correlates of Four Broad Temperament Dimensions: Testing Predictions for a Novel Construct of Personality. PLOS One. 8: 1-9.

—Fisher, Aron & Brown. Romantic love: a mammalian brain system for mate choice. Philosophical transactions of The Royal Society B. 361: 2173-2186.

—Cuando mis hormonas dicen te quiero. Josep Biayna. 2015.

Helen Fisher estudia el cerebr enamorado. Charla TED. Consultado el 6 de octubre de 2020.

—Helen Fisher nos habla del porqué amamos y engañamos. Charla TED. Consultado el 6 de octubre de 2020.

—What happens in our brain when we fall in love? Helen Fisher. Charla BBVA. OCnsultado el 6 de octubre de 2020.

  

 

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