El aritmómetro electromecánico de Leonardo Torres Quevedo

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En 1920, hace ahora cien años, Torres Quevedo presentaba en París su aritmómetro electromecánico, el primer ordenador en el sentido actual del término.

TEXTO POR FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO
ILUSTRADO POR CATALINA PARRA
ARTÍCULOS
INVENTOS | LEONARDO TORRES QUEVEDO
16 de Noviembre de 2020

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Con elaritmómetro electromecánico, Torres Quevedo culminó una obra iniciada en 1887 con la patente del transbordador, el primer teleférico concebido para el transporte de personas; que le consagró internacionalmente con sus máquinas algébricas, entre 1893 y 1900; que sorprendió al mundo en 1903 con su telekino, el primer mando a distancia de la historia y origen de los drones; que triunfó comercialmente con sus dirigibles autorrígidos, entre 1911 y 1922; y, sobre todo, que se adelantó en varias décadas a los pioneros de la computación con su ajedrecista de 1912, y, muy especialmente, con sus Ensayos sobre Automática de 1914.

En realidad, el origen del aritmómetro electromecánico podemos situarlo en el telekino. De hecho, testigo del éxito de las primeras pruebas realizadas en el frontón Beti-jai de Madrid teledirigiendo un coche con batería y motor eléctrico en marzo de 1905, José Echegaray destacaba cómo «nadie mueve» al telekino, «se mueve automáticamente». Este insigne matemático, ingeniero y Premio Nobel de Literatura, había descubierto que se trataba no solo del primer dispositivo de radiocontrol de la historia, sino que era un autómata de «cierta inteligencia, no consciente, pero sí disciplinada», «un aparato material, sin inteligencia, interpretando, como si fuera inteligente, las instrucciones que se le comunican» en una sucesión de ondas hertzianas.

El aritmómetro electromecánico es una calculadora digital que realiza las cuatro operaciones elementales.

Ante el reconocimiento generalizado de la opinión pública tras las pruebas públicas en el Abra de Bilbao en septiembre de 1906, y a petición del Ateneo de Madrid, el Ministerio de Fomento creaba en febrero de 1907 el Laboratorio de Mecánica Aplicada para que Torres Quevedo pudiera completar la construcción de su máquina algébrica y desarrollase ese potencial implícito en el telekino como autómata electromecánico. Y, en enero de 1909, Leonardo empezaba la construcción una primera máquina de multiplicar automática en la sede de su nuevo Laboratorio, en la calle Manuel Silvela número 1 de Madrid.

Conocedor del revolucionario ámbito científico-tecnológico con el que, nuevamente se adelantaba Torres Quevedo a su tiempo, Maurice d’Ocagne le pedía un artículo en el que describiera el proyecto de su nueva máquina de calcular electromecánica completa, que presentaría el 15 de julio de 1910 en el Congreso Científico Internacional Americano de Buenos Aires y se publicaría en 1911 en la Encyclopédie Scientifique francesa, dirigida por D’Ocagne, en la revista argentina La Ingeniería y en la española Revista de Obras Públicas.

...había concebido la primera computadora digital electromecánica de la historia.

Aritmómetro electromecánico

Convencido de que «es posible construir un autómata que ejecute una serie determinada de cálculos, por complicados que sean, sin auxilio de operador alguno», el genio montañés había diseñado una máquina en la que «basta inscribir los datos para que el autómata calcule —e imprima si se quiere— los resultados», un autómata que «regule la marcha de las operaciones, sobre todo cuando esta marcha depende de los resultados que va obteniendo en sus cálculos». En síntesis, había concebido la primera computadora digital electromecánica de la historia.

Presentadas en el congreso argentino de 1910 «algunas consideraciones generales sobre los procedimientos de automatización mecánica que permiten sustituir, con frecuencia, el trabajo inteligente del obrero, [por] el trabajo puramente mecánico de una máquina», a su vuelta a España, Torres Quevedo se centraba en la construcción de los «modelos de demostración» y el enunciado del nuevo marco teórico-conceptual (la nueva Ciencia): la Automática. Este nuevo «cuerpo de doctrina» —en palabras del inventor— tendría como objeto resolver un «problema fundamental»: «construir un autómata que tenga en cuenta todas las circunstancias que deben influir en sus operaciones y adapte a ellas sus actos según reglas formuladas arbitrariamente de antemano».

En este nuevo marco conceptual, en mayo de 1911, el Ministerio autorizaba el cambio de denominación del Laboratorio de Mecánica Aplicada por el de Laboratorio de Automática y Torres Quevedo empezaba a redactar sus Ensayos de/sobre Automática.

La construcción de una «máquina analítica», tal como había adelantado Torres Quevedo en 1910 y desarrolló en 1914 en los Ensayos, era una tarea compleja. De hecho, tendría que esperar hasta el otoño de 1917 para completar un aritmómetro electromecánico que no funcionaría a la perfección hasta la primavera de 1919. Leonardo llevó por primera vez (aunque no lo presentó en público) su aritmómetro en septiembre de 1919, a la exposición aneja al Congreso de Bilbao de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias. Sin embargo, dedicado entonces al proyecto del dirigible transoceánico Hispania, esperaría hasta 1920, y de nuevo en París, para presentar un trabajo científico y el «aparato de demostración» operativo, en el Congreso conmemorativo del Centenario del aritmómetro (mecánico) de Thomas de Colmar.

El aritmómetro electromecánico es una calculadora digital que realiza las cuatro operaciones elementales. Incluye unidades de memoria para realizar los cálculos intermedios y tiene capacidad condicional para poder realizar la división de modo automático. Consta de un teclado (una máquina de escribir) para la introducción de los datos y las operaciones a realizar y una unidad de proceso con «memoria artificial» que almacena la información enviada y la retoma cuando se pulsa el espaciador del teclado (el intro de nuestros ordenadores actuales). Realizadas las operaciones por el aritmómetro sin ninguna participación humana, la calculadora envía el resultado de las operaciones ordenadas, ella sola, al órgano de salida, la propia máquina de escribir, que actúa como impresora.

En suma, con el aritmómetro electromecánico, Torres Quevedo no solo completaba de forma práctica las posibilidades de su Automática, sino que regalaba a la humanidad, hace cien años, el primer ordenador moderno de la historia.

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