Frederik Ruysch, el padre del epitelio

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El concepto de epitelio fue establecido por el médico y anatomista holandés Frederik Ruysch hace más de trescientos años, desde entonces la comunidad científica ha usado este concepto para referirse, según la Real Academia Española, al «tejido animal que reviste la superficie, cavidades y conductos del organismo». En este artículo se hablará sobre epitelios, pero sobre todo conoceremos más sobre su padre conceptual y sobre una de esas historias sorprendentes que nos regala la ciencia.

TEXTO POR JAVIER FRONTIÑÁN RUBIO
ILUSTRADO POR DAVID VELÁZQUEZ
ARTÍCULOS
ANATOMÍA | HISTORIA
22 de Febrero de 2021

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Aproximadamente el sesenta por ciento de las células de nuestro cuerpo forman parte del tejido epitelial. Estas células componen parte de nuestra piel y revisten las cavidades internas de nuestro cuerpo, como el tracto digestivo o el tracto respiratorio. Este tipo de células poseen una serie de características que las hacen únicas. Son células que están polarizadas, con grandes diferencias entre la zona superior o apical, la zona lateral y la zona basal. En estas diferencias radican las múltiples funciones que pueden realizar, ya que no solo se encargan de revestirnos por fuera y por dentro. Los epitelios que recubren superficies externas nos protegen de abrasiones y evitan la pérdida de agua, mientras que los epitelios que recubren superficies internas intervienen en la absorción de nutrientes en el tracto digestivo, o de la excreción de sales y sustancias de desecho de la sangre en el riñón, entre otras muchas funciones. Por lo que más nos vale cuidar nuestros epitelios.

Estas células tienen también todo tipo de especializaciones y adaptaciones en función de su ubicación y función. Por ejemplo, en la zona apical pueden presentar microvellosidades, unas prolongaciones que permiten lograr una mayor absorción de nutrientes en el tracto digestivo. O los estereocilios, unas largas y caóticas prolongaciones que se encuentran, por ejemplo, en células de los en células sensoriales del oído. Estas estructuras poseen una gran sensibilidad frente a las vibraciones mecánicas, interviniendo en la audición.

Las crónicas de la época cuentan cómo diseñaba todo tipo de dioramas con esqueletos de fetos que acompañaba de tejidos extraídos de pacientes y cadáveres

Espero que, con esta breve introducción del epitelio, haya despertado el interés del lector, sin embargo, si la biología tras este tejido es apasionante, la historia detrás del nombre que recibe lo es tanto o más. El concepto de epitelio fue acuñado por primera vez el médico y anatomista holandés Frederik Ruysch. Dicho concepto fue creado a partir de los elementos griegos epi y thele que significan «sobre» y «pezón» respectivamente y la terminación latina -ium, que significa agregado. Aunque pueda crear confusión, Ruysch no se refería al pezón humano, ni observó por primera vez el epitelio en esta estructura, sino que, bajo el microscopio, observó que los epitelios de la piel tenían unas pequeñas estructuras similares a los pezones.

Frederik Ruysch destacó por su estudio de la anatomía, describió por primera vez las válvulas del sistema linfático, el órgano de Jacobson de las serpientes, la arteria central del ojo, etc. Su pasión por la anatomía le llevó a descubrir nuevos métodos de fijación de tejidos, ya que la conservación de tejidos anatómicos era uno de los grandes desafíos de la época. Fue considerado uno de los mayores expertos en disección anatómica de la época y una de las figuras más relevantes en este ámbito en toda la historia. Desarrolló una mezcla inyectable formada por sulfuro de mercurio que daba un aspecto tétricamente vivo a las muestras fijadas y almacenadas en soluciones alcohólicas. Con esta técnica, además, se podían observar con gran precisión pequeños vasos sanguíneos, suponiendo toda una revolución para la época. Gracias a estos avances inició una colección de especímenes animales y vegetales y sobre todo de muestras de humanos, mostrando especial interés en fetos. Las crónicas de la época cuentan cómo diseñaba todo tipo de dioramas con esqueletos de fetos que acompañaba de tejidos extraídos de pacientes y cadáveres. Aunque nos resulte tétrico, repugnante y carente de toda ética, en la época despertaba la curiosidad de toda la ciudad de Ámsterdam.

Su colección, además del interés de los curiosos, tenía un gran valor médico, siendo la principal colección anatómica de la época. Alrededor de sus preparaciones se reunían expertos de diferentes ámbitos científicos y la colección favoreció al avance del conocimiento médico de la época. Con el paso de los años llegó a almacenar más de dos mil ejemplares, que ocupaban tres plantas de su casa-museo. Esta podía ser visitada varios días a la semana y su fama fue tal, que era una parada obligada para todos los viajeros que recalaban en la capital holandesa. Uno de estos viajeros fue el zar ruso Pedro el Grande que quedó realmente impactado y encantado al ver la colección, sobre todo por el aspecto vivo que tenían los fetos y cuerpos de bebés. Visitó la casa-museo de Ruysch en dos ocasiones, donde estuvo varias horas observando todas las preparaciones. Se cuenta que se quedó tan conmovido por el aspecto del cadáver de un niño que parecía dormido, que lo cogió y le dio un beso en una mejilla como si de un bebé real se tratara. Se desconoce si esta anécdota es real, pero desde luego pone de manifiesto el realismo de las preparaciones de Ruysch. Por otra parte, en esa época era muy común coger con las manos y explorar todo tipo de preparaciones atómicas. Esta práctica fue común en museos de ciencia y colecciones de toda Europa hasta el siglo XIX.

Se cuenta que algunas de las piezas llegaron en muy mal estado a San Petersburgo, ya que los marineros se bebieron el alcohol en el que estaban incluidas

La historia de Pedro el Grande está llena de todo tipo de anécdotas que transitan entre la realidad y la ficción. Desde su llegada al poder, el zar ruso tenía como gran propósito modernizar Rusia y enmarcado en este plan estaba la construcción de una moderna ciudad, San Petersburgo. Entre sus planes para esta nueva metrópolis estaba la creación del primer museo de Rusia, el Kunstkámera, conocido en la actualidad como Museo Pedro el Grande de Antropología y Etnografía. Se trata de un gran edificio barroco en la ribera del rio Nevá, cuya construcción finalizó en 1727. Con el objetivo de enriquecer el museo compró objetos y colecciones de diferentes médicos, farmacólogos, etc. Entre ellos parte de la colección de Frederik Ruysch.

El zar se hizo con 2000 ejemplares de la colección de Ruysch por el precio de treinta mil florines. El traslado de las piezas desde Ámsterdam hasta Rusia estuvo lleno de percances, pero finalmente las muestras llegaron y fueron instaladas en primer lugar en el palacio de Invierno de San Petersburgo y posteriormente fueron trasladadas al «gabinete de curiosidades» del Kunstkámera. Aunque no se sabe si es cierto, se cuenta que algunas de las piezas llegaron en muy mal estado a San Petersburgo, ya que los marineros se bebieron el alcohol en el que estaban incluidas. Sea como fuere, hay que reconocerle mérito al médico holandés, ya que gran parte de estas piezas pueden ser visitadas hoy día en el museo.

A lo largo de toda su vida, Pedro el Grande tuvo auténtica pasión por la anatomía y la cirugía, se cuenta que siempre viajaba con un maletín con instrumental quirúrgico y que era avisado cuando había operaciones en un hospital cercano, donde ayudaba en diferentes procedimientos. Algunas de sus biografías cuentan como sus sirvientes le ocultaban cuando estaban enfermos, por que sino se ofrecía para asistirles. Dictó una ley según la cual podía inspeccionar y estudiar todos los monstruos humanos o animales, vivos o muertos. Pero también revolucionó la salud de su país, creó el primer hospital público y reguló la venta de hierbas medicinales exclusivamente en boticas. La colección de Ruysch fue uno de los pilares sobre los que se asentó la Academia de las Ciencias Rusa de la época.

Dictó una ley según la cual podía inspeccionar y estudiar todos los monstruos humanos o animales, vivos o muertos

Frederik Ruysch y el zar Pedro el Grande fueron dos personas genuinas, que compartían pasión por la anatomía humana, uno de los campos de conocimiento más importantes en la época. Está pasión común generó una gran amistad entre ambos, el zar consideró a Frederik como su gran maestro. Gracias a esta amistad ha llegado hasta nosotros una de las colecciones anatómicas más impactantes de la historia de la medicina, la colección del gran (y peculiar) Frederik Ruysch, padre, no lo olvidemos, del concepto de epitelio.

 

Para saber más:

Mirilas, P. (2006). The Monarch and the Master. Archives of Surgery, 141(6), 602. doi:10.1001/archsurg.141.6.602 

Knoeff R. (2014) Touching anatomy: On the handling of preparations in the anatomical cabinets of Frederik Ruysch (1638-1731). Stud Hist Philos Biol Biomed Sci. 201532-44. doi: 10.1016/j.shpsc.2014.11.002. Epub 2014 Dec 23. PMID: 25543883.

 

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