¿Alguna vez te has preguntado si siempre vemos la misma cara de la Luna o bien cada vez vemos una parte distinta? La verdad… la respuesta no es tan sencilla como podría parecer, pero tenemos algunas pistas que pueden ayudarnos a responder.
¿Conoces al famoso grupo Pink Floyd? Ellos ya nos anunciaron que la Luna tenía una cara oculta en su álbum The Dark Side of the Moon (1973). Pero podemos irnos incluso más atrás en el tiempo. ¿Has visto Viaje a la Luna, (Le Voyage dans la Lune), de George Méliès? Si no es así, igualmente te sonará la mítica imagen de la Luna con un cohete clavado en el ojo, que pertenece a esta grabación de 1902. Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? Sin embargo, no nos dejemos engañar por las apariencias, porque esta película, y en concreto esta ilustración, nos van a permitir hablar de mucha ciencia. Concretamente sobre la cara oculta y visible de la Luna.
Seguramente con esto ya puedas responder a la pregunta del principio. Efectivamente: siempre vemos la misma cara de la Luna. Pero ¿sabes por qué? O mejor dicho ¿sabes por qué el cohete de George Méliès aterrizó en el ojo de la Luna?
Para conocer la respuesta, primero tenemos que conocer a los dos protagonistas de este artículo. En primer lugar, George Méliès, el director de Viaje a la Luna, considerado por muchos como uno de los padres del cine. Aunque esta grabación sea bastante más corta que los largometrajes a los que estamos acostumbrados, Méliès consigue contarnos una historia de ciencia ficción sobre una expedición lunar. Para ello, unos científicos construyen un cohete que es propulsado por un cañón y con el que consiguen llegar hasta el satélite, impactando justamente en su ojo izquierdo. Una vez allí, descubrirán criaturas extraterrestres de las que tendrán que huir para poder volver a la Tierra. Como muchos otros artistas, Méliès se inspiró en la Luna para narrar su historia. Y justamente nuestra segunda protagonista es ella: la Luna, el único satélite natural que posee nuestro planeta. Es cierto que no es el único satélite que poseemos, ya que el ser humano ha conseguido crear satélites artificiales que actualmente giran alrededor de la Tierra. Sin embargo, la Luna es el único de origen natural, es decir, que no ha sido creado por el hombre. Además, hay algunas características que debemos tener en cuenta. En primer lugar, tiene que orbitar alrededor de otro cuerpo celeste, en este caso la Tierra. En segundo lugar, no solo orbita alrededor de nuestro planeta, sino que, además, gira sobre sí mismo. Por último, no tiene luz propia, lo que significa que solamente brillará si es iluminado por el Sol.
La Luna rota sobre sí misma y se traslada, y que ambos movimientos los hace a la misma velocidad, por lo que siempre vemos la misma cara de la Luna
Ahora sí. Ya estamos preparados para responder a la pregunta. Sin embargo, te voy a proponer lo siguiente: hagamos un experimento. Para ello, solamente necesitas la ayuda de alguien que haga de Tierra y tú harás de Luna. ¿Ya lo tienes? ¡Perfecto! Bien, ahora es el momento de estar muy atentos. Luna, tú tendrás que realizar dos movimientos, tal y como hemos visto antes. Primero, tienes que orbitar alrededor de la Tierra, como cuando un coche gira alrededor de la rotonda. Este movimiento lo denominaremos «traslación». Segundo, tienes que girar sobre ti mismo, como una peonza. A este movimiento lo llamaremos «rotación». Estos dos movimientos también los hace la Tierra, pero de momento vamos a imaginar que nuestro planeta está completamente inmóvil. Así que, Tierra, ¡no te muevas en ningún momento! Ahora viene lo importante. Luna, ¿por qué podemos comprobar que te estás trasladando? Porque estarás girando en círculos alrededor de la Tierra. ¿Cómo podemos comprobar que estás rotando? Porque cuando giramos sobre nosotros mismos, como una peonza, vemos todas las paredes del cuarto, ¿verdad? Y si no rotamos, solamente veremos una pared. Por último, Luna, debes tener una cara visible y una cara invisible, es decir, una cara que siempre esté mirando a la Tierra y una que nunca se vea. Imaginemos que tu propia cara es la cara visible y la espalda, la cara invisible.
Para el experimento, Luna, te voy a pedir que te traslades alrededor de la Tierra. Bien, ¿no? Sin embargo, la Tierra necesita ver siempre tu cara visible, así que trasládate alrededor de la Tierra, pero mirándola siempre. Aquí está la clave. Aunque no lo parezca, te estás trasladando, pero también estás rotando. ¿Y cómo podemos comprobarlo? Muy fácil ¿Te acuerdas de que antes hemos dicho que al llevar a cabo el movimiento de rotación verías las distintas paredes de la habitación? Si te fijas, ¡esto está ocurriendo! Lo que te diferencia de una peonza es que no estás rotando sobre un mismo punto, sino que estás realizando un movimiento adicional (movimiento de traslación). Por tanto, la clave de por qué Méliès llegó a la cara visible de la Luna y, en general, de porqué vemos siempre su misma cara, es porque nuestro satélite natural realiza dos movimientos a la vez, (rotación y traslación) e, importante, los hace a la misma velocidad. ¿Cómo podemos comprobar que esto es así? Luna, prueba a trasladarte alrededor de la Tierra y a la vez, rota muy muy muy rápidamente. ¿Verdad que en algún momento le has dado la espalda a la Tierra? Por tanto, el movimiento de rotación no puede ser más rápido que el de traslación. Ahora prueba a rotar muy lentamente (en lo que tardes en dar una vuelta a la Tierra, no puede darte tiempo a mirar todas las paredes de la habitación). Poco a poco has tenido que dejar de mirar directamente a la Tierra, por lo que tampoco puede ser esta solución. ¡Así que ya lo tienes! Si el movimiento de rotación no puede ser ni más lento ni más rápido que el movimiento de traslación… ¡tendrán que ocurrir a la misma velocidad! Por último, os planteamos otro experimento. Es cierto que la Luna rota sobre sí misma y se traslada, y que ambos movimientos los hace a la misma velocidad, por lo que siempre vemos la misma cara de la Luna. Sin embargo, como hemos dicho antes, la Tierra también rota sobre sí misma y se traslada alrededor del Sol. Así que, volvamos al primer experimento, que simulaba la situación real y, Tierra, ahora te toca a ti rotar sobre ti misma. Es curioso, porque, aunque gires sobre ti misma, seguirás viendo siempre la misma cara de la Luna (nunca llegarás a ver, por ejemplo, su espalda). ¿Qué os parece?
¡Enhorabuena! Con estos experimentos habéis conseguido demostrar por qué el cohete de Méliès aterrizó sobre el ojo de la Luna. Además, no importa cuántas veces viajase hasta el satélite, porque siempre caería sobre la misma cara. Acordaos que, además, la Luna no tiene luz propia así que cuando la vemos entera (lo que se conoce como Luna llena) es porque la luz del Sol está bañando toda su superficie visible, y el reflejo de esta luz es lo que nos llega a nosotros. Si coges, por ejemplo, una linterna e iluminas la pared, verás que la luz se refleja y la impresión que nos dará es que el muro brilla. Sin embargo, sabemos perfectamente que la pared no tiene luz propia… ¡lo mismo que ocurre con la Luna!
¿Y tú? ¿Te animarías a hacer una expedición como la de George Méliès?
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