El deseo de Lina

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TEXTO POR LARA PÉREZ
ILUSTRADO POR PILAR ORELLANA
ARTÍCULOS | KIDS
ANIMALES | PARTENOGÉNESIS
15 de Abril de 2021

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En la frontera entre la alta y la baja California vivía una pequeña comunidad de reptiles. Era un grupo pequeño, compuesto en su totalidad por lagartas hembra que se veían muy de vez en cuando. En realidad, solo se encontraban en reuniones especiales, como por ejemplo la celebración de fin de año, y el resto del tiempo lo pasaban tomando el sol sobre la tierra anaranjada y observando a los turistas que iban a hacer senderismo. En general, las lagartas eran felices y no pedían nada más en la vida que seguir disfrutando de sus siestas al sol.

Lina, sin embargo, era la excepción. Se sentía un poco sola y empezaba a notar la necesidad de ser madre. Quería tener un pequeño bebé, un lagartito con el que charlar mientras veían juntos el atardecer. Tampoco le importaría formar una familia con algún lagarto y compartir muchos momentos juntos, rodeados de pequeños lagartitos. Pero Lina sabía que la posibilidad de formar una familia y de tener pareja era remota: ella nunca había visto un lagarto. ¿Cómo podría formar una familia entonces?

Al no encontrar respuesta, en la reunión anual de lagartas, decidió preguntarle a Estella, la vetusta sabia que había conocido a muchas generaciones de lagartas; ella sabría de dónde venían los bebés. Al hablar con ella, los ojos de Estella brillaron.

—No es tarea fácil —dijo simplemente—. Pero tampoco imposible —continuó después—; no para nosotras. Pero, por supuesto, es muy complicado, porque no tenemos compañeros que nos apoyen.

Lina asintió, algo asustada.

—Hace muchos años, los lagartos y las lagartas convivían juntos y tenían familias repletas de lagartitos. Entonces, los hijos de aquellas familias se parecían a ambos padres. Tenían los ojos del padre, las escamas de la madre... En cierto modo, los lagartitos tenían un poco de cada uno. Ahora que vivimos aisladas y no hay largartos cerca, nosotras solas debemos dar a los lagartitos todos sus rasgos, igual que si hubieran tenido un padre. Para eso, nosotras debemos duplicar los caracteres que les damos. Así conseguirán toda la información necesaria para crecer. Los lagartitos tendrán nuestros ojos, nuestras escamas... No serán idénticas, pero sí muy parecidas.

Lina callaba, absorta.

—¿Lo entiendes, Lina? Con el tiempo, gracias a este proceso y pese a la falta de lagartos, podrás tener una hija, que será muy parecida a ti, casi una hermana.

Lina se encogió de hombros y preguntó tímidamente cómo se llamaba aquella técnica, qué podía hacer para duplicar sus caracteres y producir un huevo fértil y completo.

—Se llama partenogénesis —contestó Estella, sonriendo—, y sé que nosotras podemos hacerlo. Pero también sé que las geckos lo utilizan. Y creo que también unas lagartijas que viven en las rocas.

Lina se mantenía en silencio, escuchando a Estella, que siguió hablando:

—En realidad, somos afortunadas: muy pocos pueden hacer esto y sobrevivir sin varones.

Ante el silencio prolongado de Lina, Estella la animó:

—Con paciencia, y si de verdad lo deseas, serás capaz de lograrlo.

Lina regresó a casa confundida. Había entendido que, si quería tener un lagartito, debía de alguna manera compensar la falta de un padre y asegurarse de que su hijo recibía todos los caracteres necesarios. Sin embargo, ¿cómo lo lograría? Se trataba de un proceso interno, algo que ella no podía controlar conscientemente.  

Solo le quedaba esperar. ¿Lo lograría? Lina se giró para mirar el cielo. Su color le dio una idea: si tenía una hija, se llamaría Esperanza.

 

 

Referencias:

Lutes, A. A. et al. (2010) ‘Sister chromosome pairing maintains heterozygosity in parthenogenetic lizards’, Nature, 464(7286), pp. 283–286. doi: 10.1038/nature08818.

Newton, A. A. et al. (2016) ‘Widespread failure to complete meiosis does not impair fecundity in parthenogenetic whiptail lizards’, Development (Cambridge), 143(23), pp. 4486–4494. doi: 10.1242/dev.141283.

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