La de Enjuanes

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Como si fueran un juego de muñecas rusas, los nombres y apelativos de las vacunas contra la COVID-19 encierran capas de significados que se superponen conceptualmente unos sobre otros para transmitir ideas y sensaciones complejas. En el caso concreto de una de las vacunas españolas, la fórmula popular con que se la nombra –la de Enjuanes– es tremendamente reveladora, conteniendo toda una declaración de principios sobre la situación de la ciencia y los científicos en España.

TEXTO POR LORENA PÉREZ HERNÁNDEZ
ILUSTRADO POR JESÚS LÓPEZ
ARTÍCULOS
COVID | COVID-19 | SARS-COV-2 | VACUNAS
19 de Abril de 2021

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A todos nos preocupa la efectividad y la seguridad de las vacunas contra la COVID-19, pero a los lingüistas lo que nos quita el sueño son sus nombres. Las empresas farmacéuticas han invertido, como es de rigor, un buen capital en buscar marcas comerciales para estos productos. Nombres que suenen bien en diferentes lenguas, que carezcan de connotaciones o asociaciones negativas, nombres breves, sonoros, fáciles de recordar... Han pagado a empresas de branding para buscarlos o inventarlos y son los siguientes: COMIRNATY®, Vaxzevria, JANSSEN COVID-19, Gam-COVID-Vac, CoronaVac y Convidicea, entre otros. La mayoría de los lectores estarán preguntándose qué vacunas son estas o bien pensando que estas no son las que han llegado a España y, sin embargo, las conocen todas. Son, respectivamente, la de Pfizer, la de AstraZeneca, la de Johnson & Johnson, la rusa o Sputnik V, y finalmente, las dos vacunas chinas de las compañías Sinovac y CanSino.

Al menos en el mercado español, las farmacéuticas podrían haberse ahorrado el dinero invertido en branding. Los hablantes, que son los que deciden, han optado por referirse a las vacunas usando directamente el nombre de los laboratorios que las han diseñado (Pfizer, AstraZeneca, Sinovac, CanSino), su origen (la de Oxford, la rusa, las chinas) o ciertas referencias culturales (Sputnik V). Solo en el caso de la vacuna de Johnson & Johnson el uso parece decantarse por la marca comercial (Janssen), quizás porque Johnson & Johnson nos suena demasiado a champú o a aceite corporal para bebés y estas asociaciones no son apropiadas en relación a una vacuna. La de Moderna, por su parte, carece de nombre comercial. Técnicamente se conoce como mRNA-1273 y visto el éxito de las demás con el uso de marcas específicas, esta farmacéutica haría bien en usar directamente su nombre de empresa para comercializarla.

Las palabras no son solo vehículos de significados denotativos que sirven para nombrar objetos, sino que también actúan como puntos de acceso a intrincadas redes conceptuales que influyen sobre nuestra percepción subjetiva de esos objetos (Langacker, 1993).

La forma en que los hablantes han elegido llamar a cada una de las vacunas no es neutra, ni inocente. Las palabras no son solo vehículos de significados denotativos que sirven para nombrar objetos, sino que también actúan como puntos de acceso a intrincadas redes conceptuales que influyen sobre nuestra percepción subjetiva de esos objetos (Langacker, 1993). Cuando nos referimos a vacunas como la de Oxford, la Sputnik V o la china los hablantes estamos realizando complejas operaciones cognitivas de reducción y extensión de dominios (Ruiz de Mendoza y Galera, 2014). Como si de una matrioshka se tratase, el término Sputnik V es solo una de las muñecas del juego, un punto de acceso conceptual a una segunda más amplia (el dominio cognitivo de la carrera espacial rusa), y esta a su vez encierra una tercera y una cuarta que contienen conceptos en parte positivos –los asociados a la tecnología espacial (investigación, avances, conocimiento, ciencia)– y en parte negativos –los que emergen de estereotipos sobre su país de origen (falta de transparencia, oscurantismo)—. Un sencillo nombre activa simultáneamente toda una constelación de dominios conceptuales con sus connotaciones asociadas.

La de Enjuanes es una vacuna cuyo apelativo describe un producto cercano y fiable, porque es nuestro y porque el apellido que la designa podría ser el un amigo o familiar; pero su nombre también retrata a un país que, a falta de inversión real y suficiente en sus instituciones científicas, aún necesita de héroes solitarios, Quijotes que se enfrentan solos a los molinos de viento o, en nuestros tiempos, a un coronavirus asesino.

De igual manera, a nadie se le escapan los matices positivos que surgen al referirnos a la vacuna de AstraZeneca como la de Oxford, universidad de prestigio conocida a nivel mundial por la calidad de sus investigaciones. Esta asociación fue probablemente la responsable de que, al comienzo de la carrera por las vacunas, la de AstraZeneca fuese una de las que más confianza generaba. En el extremo contrario, la expresión la (vacuna) china nos lleva automáticamente a visualizar una tienda de (casi) todo a 100 y a relacionarla con la baja calidad de los productos que en ella se venden.

Su denominación popular nos habla, sutilmente, de la soledad de los científicos españoles, porque en este caso no existe una potente compañía farmacéutica que sustente sus esfuerzos como ocurre con las de Pfizer, AstraZeneca o Moderna.

En nuestro país se están desarrollando varias vacunas, pero hay una en la que el español de a pie parece haber puesto sus esperanzas: la de Enjuanes. Este apelativo la diferencia del resto por ser el único que hace uso del apellido del investigador principal del proyecto para designarla. Que los hablantes hayan elegido precisamente este

 elemento para referirse a ella, en lugar de emplear el nombre de una farmacéutica, empresa, universidad o país, es muy revelador.  Su denominación popular nos habla, sutilmente, de la soledad de los científicos españoles, porque en este caso no existe una potente compañía farmacéutica que sustente sus esfuerzos como ocurre con las de Pfizer, AstraZeneca o Moderna. Aunque los medios a veces también se refieren a ella como una de las vacunas del CSIC, a pie de calle sigue siendo la de Enjuanes. Esto también es esclarecedor. Cuando hablamos de la vacuna de AstraZeneca, sin embargo, no nos cuesta tanto referirnos a ella alternativamente como la de Oxford, la universidad donde fue diseñada. El prestigio investigador en España parece residir más en investigadores con nombre y apellido que en las instituciones de las que forman parte.

El nombre con el que los españoles hemos bautizado esta vacuna también nos dice mucho sobre la concepción que tenemos de los equipos de investigación en nuestro país. Aunque afortunadamente esto está cambiando, los grupos de investigación a menudo reciben el nombre de su investigador principal, igual que la vacuna, como si un equipo se pudiese sustentar en una sola persona o como si el resto de los integrantes fuesen prescindibles o fácilmente sustituibles. ¿O es que acaso no lo son? La inestabilidad laboral de los investigadores españoles es de sobra conocida.

La de Enjuanes es una vacuna cuyo apelativo describe un producto cercano y fiable, porque es nuestro y porque el apellido que la designa podría ser el un amigo o familiar; pero su nombre también retrata a un país que, a falta de inversión real y suficiente en sus instituciones científicas, aún necesita de héroes solitarios, Quijotes que se enfrentan solos a los molinos de viento o, en nuestros tiempos, a un coronavirus asesino.

 

 

Referencias bibliográficas

Langacker. 1993. Reference-point constructions. Cognitive Linguistics, 4(1): 1-38.

Ruiz de Mendoza & Galera. 2014. Cognitive modeling: A linguistic perspective. John Benjamins Ed.

 

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