Herencia jugable

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¿Se puede aprender genética con Animal Crossing? ¿Cómo heredan los Pokémon sus habilidades? Son preguntas que quizás no te hayas hecho o te parezcan descabelladas, pero responden a una realidad: los mundos virtuales tienen sus propias leyes heredadas de las nuestras. Y la herencia biológica y virtual no son una excepción.

TEXTO POR ERIK AOSTRI
ILUSTRADO POR DEL HAMBRE
ARTÍCULOS
GENÉTICA | VIDEOJUEGOS
10 de Enero de 2022

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En el tipo de herencia genética más básica, la mendeliana, un gen determina una característica observable, que se conoce como fenotipo. Este tipo de transmisión debe su nombre a Gregory Mendel (1822-1884), un monje austriaco del orden de los agustinos que, gracias a sus estudios en el huerto del convento donde vivía, formuló tres leyes fundamentales basadas en los cruces entre plantas de guisantes.  

Según la primera de estas leyes, el cruce de dos flores de color diferente y raza pura debería dar flores de un único color, previsiblemente del color del progenitor dominante, si lo hubiere. Y, en base a la segunda ley, al cruzar entre ellas flores de esa segunda generación, aparecerán descendientes de su mismo color y del de sus progenitores. Respecto a la tercera ley, se refiere a la herencia independiente de más de una característica, como pueden ser el color y la textura de los pétalos.

Para llegar a ser una ley, los enunciados de Mendel fueron primero una teoría que finalmente quedó demostrada. Un fenómeno que ocurría en la naturaleza, en este caso referida a la herencia de caracteres, y que se pudo describir con una relación matemática. Ahora bien, para que se cumpla, se tienen que dar una serie de requisitos, que en el caso de la genética mendeliana no siempre se dan. Existen excepciones como los caracteres que dependen de varios genes a la vez; pero ¿y si te dijera que hay un mundo donde la herencia genética sigue únicamente las leyes que Mendel formuló hace dos siglos? Bienvenidos a Animal Crossing.

La premisa del videojuego Animal Crossing New Horizons es relativamente simple: tu personaje tiene que mejorar la calidad de vida de los habitantes de una isla llevando a cabo toda clase de mejoras urbanísticas y manejando el estado de ánimo de sus vecinos. A primera vista pudiera parecer un mundo alejado del nuestro, con sus colores sólidos y personajes zoomorfos. Pero la sorpresa viene cuando juegas y todo parece seguir un orden muy lógico y fácil de entender. Una coherencia dada por una serie de normas.

Una muestra evidente de la existencia de esas normas internas tiene que ver con el cultivo de flores. Su color está determinado en el juego por cuatro genes distintos, si bien es uno esencialmente el que lo determina, y no todos los colores son de raza pura. Por eso hay que escoger tulipanes rojos (dominante) y blancos (recesivo), que sí serían razas puras, para ver cumplirse la primera ley de Mendel en su descendencia monocolor. En este caso en particular, los tulipanes de segunda generación serían rosas, en lugar del esperable color rojo, ya que hay un gen especial que determina específicamente el tono del color rojo. No obstante, al cruzar los tulipanes rosas entre ellos, se vuelven a obtener flores de blancas y rojas, además de rosas, demostrando que se aplica la segunda ley de Mendel. Estas leyes se siguen a rajatabla porque alguien se ha encargado de diseñar un algoritmo que imponga la herencia mendeliana.

La hibridación y cultivo de flores es una de las principales actividades de Animal Crossing: New Horizon
La hibridación y cultivo de flores es una de las principales actividades de Animal Crossing: New Horizon

Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Las propias leyes de Mendel ignoran determinados fenómenos como pueden ser los caracteres ligados al sexo o aquellas características que no se expresan al 100% aun siendo uno portador de esa variante. Por no hablar de otras formas de herencia.

La edad, nuestros hábitos de vida, enfermedades o la exposición a determinados agentes externos son capaces producir cambios heredables en nuestro material genético, los cuales constituyen todos juntos el epigenoma. Esas modificaciones suelen afectar al propio ADN o a las proteínas que permiten compactarlo, de manera que dejan el material genético más accesible o menos. El hecho de estar más accesible facilita que el ADN se transcriba a ARN, y finalmente a proteínas.

Si hablamos de seres humanos, este tipo de herencia está limitada, aunque juega un papel importante en determinadas patologías. Se sabe, por ejemplo, que los descendientes de prisioneros de guerra tienen peor calidad de vida y las hormonas del estrés alteradas. Esto es, en parte, porque alrededor de un 5% del genoma mantiene las modificaciones epigenéticas heredadas, donde se encuentran precisamente genes relacionados con la esquizofrenia o la obesidad, entre otros. El resto del epigenoma se reinicia cuando se forman espermatozoides y ovocitos.

En los videojuegos, existe una serie que utiliza un modelo de herencia mucho más caótico que el de Animal Crossing, pero que paradójicamente sirve para explicar la herencia epigenética, y esa no es otra que Pokémon. Tanto en la serie principal como en sus spin-off, los Pokémon van ganando experiencia y subiendo niveles mediante la crianza y los combates. Por el camino van aprendiendo movimientos y habilidades que pueden ser muy distintos a las que heredaron y, además, pueden transmitirlos a la siguiente generación.

Todos esos cambios y experiencia acumulada tienen su equivalente en el mundo real con las modificaciones epigenéticas heredables. De hecho, existe en la naturaleza un fenómeno por el cual un organismo y su descendencia pueden adaptarse a un entorno rápidamente gracias a la experiencia de sus ancestros. Ese fenómeno es conocido como plasticidad fenotípica y explicaría cómo los animales pueden adaptarse a un entorno en el que sus ancestros ya vivieron, sin necesidad de mutar su material genético. Y una de las explicaciones más plausibles concierne precisamente a los cambios epigenéticos, que después heredan sus descendientes.

Una vez nuestros Pokémon alcanzan un determinado nivel, muchos pueden evolucionar. Para ello, se han de dar unas condiciones muy concretas, que en ocasiones tiene que ver con el ambiente. Por ejemplo, Eevee debe subir de nivel cerca de una piedra musgo para evolucionar a Leafeon. Este cambio de aspecto tan llamativo, y determinado por las condiciones ambientales, únicamente ocurre a nivel epigenético, tal y como indica que un Leafeon solo pueda engendrar después un Eevee. O, dicho de otro modo, Leafeon sigue siendo genéticamente un Eevee.

Leafeon (izquierda) mantiene muchos de los rasgos de su pre-evolución, Eevee (derecha), evidenciando su origen.
Leafeon (izquierda) mantiene muchos de los rasgos de su pre-evolución, Eevee (derecha), evidenciando su origen.

Este cambio fenotípico que parece posible solo en la ficción, se vuelve más familiar si pensamos que la metamorfosis en insectos está guiada por modificaciones epigenéticas. Ciertamente, los cambios que experimenta un Eevee al evolucionar no son menos espectaculares que los de una oruga que se transforma en pupa, y finalmente en mariposa. Y, del mismo modo que un Eevee, una mariposa pone huevos del que sale su estadio primario o pre-evolución, en este caso una larva. Es decir, una mariposa sigue siendo genéticamente una larva.

Unos y otros ejemplos muestran a las claras que en la creación de los mundos virtuales se replican una y otra vez las leyes que rigen la naturaleza. Es un proceso lógico que no solo tiene que ver con darle una coherencia interna rápidamente asimilable, sino que es la consecuencia de imitar aquello que vemos. Al fin y al cabo, este es el único mundo que conocemos; sin contar con el virtual, claro.

 

Referencias

Dias & Ressler. 2014. Parental olfactory experience influences behavior and neural structure in subsequent generations. Nat Neurosci 17: 89–96.

https://genotipia.com/genetica-animal-crossing/

https://www.scientificamerican.com/article/descendants-of-holocaust-survivors-have-altered-stress-hormones/

Tang, Dietmann, Irie, Leitch, Floros, Bradshaw, Hackett, Chinnery & Surani. 2015. A Unique Gene Regulatory Network Resets the Human Germline Epigenome for Development. Cell 161(6): 1453-67.

Wei-Chin, Diyan, Qing & Jianzhi. 2020. Phenotypic plasticity as a long-term memory easing readaptations to ancestral environments. Science advances 6(21): eaba3388.

 

https://shop.principia.io/catalogo/suscripcion-anual-principia-2021-numeros-13-y-14/
Principia Magazine. Temporada 7, la del cine.

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