Alfred, el explorador de animales

Portada móvil

Carlitos y su familia se van de vacaciones de crucero por el Nilo. Carlitos se pierde por el barco y conoce a un biólogo especializado en taxonomía. Carlitos le pregunta sobre su viaje y el taxónomo le cuenta sobre su profesión y le explica cómo se clasifican los seres vivos mientras pasean por la cubierta del barco.

TEXTO POR HELENA RODRÍGUEZ
ILUSTRADO POR VICTORIA LOZGACHEVA
ARTÍCULOS | KIDS
COCODRILOS | TAXONOMÍA
23 de Mayo de 2022

Tiempo medio de lectura (minutos)

—¡Carlitos! ¿Dónde estás? —gritaba mamá—. Este hijo… ¡para un viaje en familia que hacemos!
—Tranquila, Julia, que del barco no ha salido —decía papá.
—Que no, que no, que se ha perdido. ¡¿Por qué tenemos que irnos de vacaciones tan lejos!? ¿¡Para qué tenemos pueblo!?
—Vamos a buscarlo, Julia. No es un barco muy grande, seguro que alguien lo ha visto.

El barco avanzaba a un ritmo lento y la humedad hacía imposible disfrutar del viaje. Mamá y papá volvieron a los pasillos del barco, esperando a que el calor bajase y continuar buscando a su hijo aventurero.

«Pfff… me aburro. ¿Dónde estará el camarote?», pensaba Carlitos mientras daba saltos por los pasillos. «Hace demasiado calor. Jo … yo quería ver las pirámides desde el barco, mamá siempre dice que son espestaculares».

Había sido el cumpleaños de mamá, y papá le había regalado el viaje para que todos conociesen Egipto. Además, Carlitos ya tenía siete años y mamá decía que ya que era mayor podían viajar a sitios «para mayores».

¡Pham! Carlitos se cayó al suelo.

—¿Estás bien, chaval? —preguntó el señor—. Ya me disculparás, pero es que voy muy distraído y con lo pequeño que eres, no te he visto.

Carlitos miró a aquel tipo. No era muy mayor, tendría la misma edad que sus padres, pero vestía de manera rara. A Carlitos le recordaba a un explorador salido de uno de sus libros de aventuras, con su chaleco con mil bolsillos, su sombrero casi roto del uso y su cara bronceada.

—¿Eres explorador? —preguntó asombrado Carlitos
—¿Perdona?
—Que si es usted un explorador.
—Ehh… bueno, algo parecido —contestó un poco sorprendido el señor—. Oye, chico ¿dónde están tus padres?
—No sé, ¿eres explorador sí o no?
—Que no, chaval, que no soy un explorador. Soy biólogo, taxónomo para ser más exacto.
—Ahh… ¿y eso qué es?
—Pues… identifico, denomino y clasifico a los seres vivos.

Carlitos lo miraba con admiración, pensando que el señor era solo un explorador, pero no solo era explorador (o algo parecido), sino que además era científico.

El taxónomo miraba a Carlitos, preguntándose dónde estarían sus padres. ¿Debería buscar al personal del barco o buscar él mismo a los padres? Se decidió por la última opción: acompañaría al chaval a buscar a sus padres.

—Señor, ¿cómo se llama?
—Soy Alfred, ¿y tú eres…?
—Carlos, pero todos me llaman Carlitos —sonrió Carlitos—. Alfred, ¿tú has descubierto algún animal?
—Tengo una idea, Carlitos. Vamos a buscar a tus padres y mientras yo puedo contarte cosas sobre mi trabajo. — Alfred prefirió evitar la pregunta, no quería que Carlitos le hiciese más preguntas, era un niño demasiado curioso.
—¡Sí! —contestó Carlitos emocionado.

Mientras caminaban por los pasillos del barco, Carlitos soltó un grito:

—¡Ahhhhh! ¡Una araña, Alfred, una araña!
—Tranquilo, Carlitos, es solo una arañita,.¿Sabes cuántas especies de arañas hay?
—Sí, hay tres: las que me dan miedo, las que no me dan miedo y las que asustan a todos, ¡hasta a papá!

Alfred se rio, este niño era peculiar, pero le caía bien.

—Hay unas pocas más… casi cincuenta mil especies.
—¿Cincuenta mil tipos de araña? —exclamó Carlitos horrorizado.
—Al menos, aunque en realidad creemos que existen muchas más. Aún seguimos estudiando a estos animales. Las arañas pertenecen al orden Aranae, de la clase Arachnida, que a su vez pertenece al filo Arthropoda, un grupo muy numeroso.
—Ahhh…

Ya habían salido a proa, hacía mucho calor, pero las vistas eran demasiado bonitas como para no pararse. Hasta Carlitos, que normalmente no reparaba en este tipo de cosas, se paró en seco. El verde de los arbustos contrastaba con las montañas de arena que se veían a lo lejos. Se respiraba tranquilidad y Carlitos estaba a gusto con Alfred, quería saber más sobre su trabajo.

—Alfred… ¿qué es eso?
—¿El qué?
—Un orden, una clase y un filo, lo que has dicho antes.
—Ahh… eso son las categorías taxonómicas, grupos en los que se clasifican los seres vivos.
—Pero ¿todos, todos los seres vivos? Mi mamá dice que los perros son el mejor amigo del hombre, y los mejores amigos son especiales, así que no pueden estar con el resto.

Alfred estaba asimilando el razonamiento de Carlitos cuando se le ocurrió algo.

—Los seres vivos somos todos especiales, Carlitos, no solo los perros. Así que todos estamos clasificados en diferentes grupos.
—Ahh estamos clasificados siguiendo un orden.
—¡Exacto, Carlitos! —Exclamó Alfred impresionado.

Mientras caminaban por la proa, Carlitos vio un animal que solo había visto una vez en el zoológico de su ciudad.

—Un co-cocodrilo… A-Alfred ¡qué nos va a comer!
—Tranquilo, Carlitos, que está muy lejos.
—Uff… menos mal —suspiró Carlitos más tranquilo. No le gustaba mucho cómo el cocodrilo se camuflaba casi por completo en el agua, le hacía sentir inseguro.
—¿Cómo está ordenado el cocodrilo?

Alfred no se lo podía creer, había sido profesor de universidad y había visto a muchos alumnos brillantes graduarse con notas excelentes, pero ninguno tenía la curiosidad de Carlitos. Llevaba semanas preparándose el discurso para exponer sus investigaciones a sus colegas, pero este niño era capaz de descolocarlo con sus preguntas.

—Bueno, Carlitos, es que el cocodrilo está muy lejos, así que no lo puedo ver muy bien para decirte exactamente a qué especie pertenece —mintió Alfred, un poco cansado de la curiosidad de Carlitos.
—Vaya, que no lo sabes, ¿no?
—¡Hay que ver! —dijo Alfred—. Sí, Carlitos, sí que lo sé. Los cocodrilos del Nilo pertenecen a la especie Crocodylus niloticus, de la clase  saurópsidos, orden Crocodilio, de la familia Crocodylidae.
—No lo entiendo, pero suena fenomenal. ¿Y todos los cocodrilos vienen del Nilo?
—No, Carlitos, los cocodrilos viven en las regiones tropicales de África, Asia, América y Australia. Son unos animales muy viejitos que existen desde hace más de doscientos millones de años. De hecho, los primeros cocodriloformes tienen entre 250-240 millones de años y evolucionaron de forma paralela a los dinosaurios. En cuanto a los cocodrilos del Nilo, como especie surgió en el Mioceno, hace 23-5 millones de años.
—¡Hala! Eso son muchos años, casi tantos como tiene mi abuelo

Alfred sonrió y continuó explicando.

—Sí, son unos animales muy interesantes. Hay veintitrés tipos de cocodrilos, todos son distintos.
—Pero si son todos cocodrilos, ¿cómo pueden ser distintos?
—Porque dentro de que todos son cocodrilos —explicó Alfred—, algunos de ellos tienen ciertas características que lo hacen un pelín especial, distintos al resto.

Carlitos miraba a Alfred sorprendido, como si necesitase más explicaciones, así que Alfred decidió explicarle algo más mientras buscaban a los padres del pequeño.

—¿Quieres que te cuente algo que solo le cuento a los estudiantes más listos?
—¡Sí, sí! —contestó Carlitos contento.
—De acuerdo. Te voy a contar lo que es un taxón, así entenderás todo lo básico sobre mi trabajo. Un taxón es un conjunto de organismos emparentados. Estas agrupaciones nos ayudan a clasificar a los seres vivos y a ver las relaciones evolutivas que hay entre ellos. A los taxones siempre se les nombra en latín. Cuando el taxón o grupo corresponde a la categoría de especie, se elige a un ejemplar concreto al que denominamos tipo, sobre el que se describen las características que definen al conjunto de la especie.
—¡Ahh! Así que cocodrilo es un taxón.
—¡Sí! Cocodrilo sería el género. Así es cómo se llamaría esta categoría taxonómica. Por otro lado, Crocodylus niloticus sería un taxón con categoría taxonómica de especie y esta solo se puede utilizar para llamar al cocodrilo del Nilo.

Alfred estaba sorprendido, este niño además de curioso era muy espabilado.

—¡Tienes un trabajo muy chulo, Alfred!
—Gracias, Carlitos. Creo que eres de los pocos que me dicen eso.
—¿Estás de broma? ¡Eres un explorador de animales!

De repente algo agarró con fuerza a Carlitos por detrás, levantándolo por los aires y abrazándole con fuerza.

—¡Ahhh! El cocodrilo, Alfred. ¡Ayúdame! —gritó Carlitos aterrorizado.
—Carlitos, hijo ¡que preocupados nos tenías! —gritó la madre de Carlitos
—Buenos días, señor. Me llamo Alfred, soy biólogo y profesor de la universidad de Oxford. Me he encontrado a su hijo vagando por el barco y estábamos buscándolos por todo el barco.
—Muchas gracias, señor. Espero que mi hijo no le haya molestado mucho. A veces es demasiado curioso.
—No se preocupe, señora. Tiene un hijo muy espabilado —rio Alfred reconociendo que sus preguntas habían resultado interesantes.
—Alfred —le llamó Carlitos—, ¿me explicarías de qué clase son los leones? Es que es mi animal favorito.
—Desde luego que sí, Carlitos. Mañana nos vemos y te cuento, que hoy ha sido un día muy largo.

Mientras se iban alejando, Alfred oyó a Carlitos contarle a su madre como él también quería ser «explorador de animales» como su amigo Alfred.

 

Agradecimientos.

A Marta Isabel Gutiérrez, profesora de la asignatura de Biología de Primero de Bachillerato en colegio Alcaste - Las Fuentes de Logroño, cuya aluman, Helena Rodríguez, es autora del cuento a raiz de una trabajo propuesto en clase.

A Jesús David Tavira Rodríguez (@JesusDavidTG), por su acertadísima revisión y corrección de los conceptos científicos del cuento.

 

 

Deja tu comentario!