El pollo que casi llega a la luna

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Grusi nació en primavera en el norte de Europa. Allí se alimentó durante el verano y cuando en noviembre la nieve cubrió todo, tuvo que viajar al sur varios miles de kilómetros en busca de comida. La migración es un momento difícil para las grullas. Algunas no pueden afrontar el viaje y se tienen que quedar en tierra.

TEXTO POR ELENA, LUCÍA Y DIEGO ORIGÜEN
ILUSTRADO POR NEREA ORTIZ
ARTÍCULOS | KIDS
GRULLAS | ZOOLOGÍA
14 de Octubre de 2022

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Grusi sí decidió viajar. Comió bien durante el verano y almacenó suficiente energía en su cuerpo. Grusi graso, grusi fuerte. Sus potentes músculos pectorales tendrían suficiente combustible del que tirar.

Los bandos vuelan en forma de uve. No olvidemos que el aire es materia y cuesta romperlo. La primera grulla se abre camino en la atmósfera como lo hace un barco en el mar. La primera grulla se cansa mucho. El resto le anima con sus trompetas y le relevan cuando esta da señales de cansancio. Se parece mucho a un grupo de ciclistas. En el centro del bando están los pollos del año, como Grusi, y las grullas más débiles. Cada grulla deberá esforzarse al máximo… una misma grulla puede ser un año de las más débiles e inexpertas del grupo y otro año puede ser de las que tire del bando en los primeros puestos.

Grusi animó durante el viaje a las primeras grullas del bando y el esfuerzo de todos tuvo su recompensa. Si quieres llegar rápido, vuela sola; si quieres llegar lejos, viaja acompañada. A los pocos días, la familia de Grusi había llegado a Gallocanta.

La laguna de Gallocanta es el sitio perfecto para que las grandes bandadas de grullas puedan pasar la noche: allí pueden dormir tranquilas, lejos de la orilla y de posibles depredadores. Bien juntitas cuando el frío aprieta, moviendo el agua con sus patas cuando esta empieza a helarse. Juntitas también cuando un depredador llega, por tierra o por aire.

Animada por los primeros rayos, la mamá grulla emitió un potente, grave y ronco trompeteo, al que pronto se unió el resto de la familia, entre ellos Grusi, con tonos más finos y delicados. Tienen la costumbre de levantarse muy temprano para ir a comer grano.

Pasan en Gallocanta los meses más fríos del año, donde tienen un buen dormidero y suficiente comida. Las noches en la laguna de Gallocanta pueden ser muy frías, por eso los primeros rayos de sol deben sentar de maravilla cuando calientan su plumaje y los campos en los que comen.

Esa fría mañana, Grusi y su familia tomaron rumbo a Torralba de los Frailes, a comer en un campo de trigo ya sembrado. La grulla más pequeña de la familia tuvo suerte (o eso pensó ella) y encontró una zona con abundante trigo sin enterrar. Allí estuvo mucho mucho rato con la cabeza cerca del suelo, sin darse cuenta de lo que pasaba alrededor… demasiado rato.

Recién llegadas, durante el otoño se acercan a los rastrojos del cereal recién cosechado, pocas ovejas quedan ya que lo aprovechen. Al entrar el invierno, en cambio, los rastrojos ya están labrados y sembrados y aportan menos comida, por lo que las grullas se distribuyen en grupos más pequeños, alejándose más de la laguna. 

Cuando quiso darse cuenta, la pequeña de la familia Grusi estaba sola, lejos del dormidero, lejos de la laguna de Gallocanta. Su familia se había ido y el sol caía por Castilla. Al ver la luna creciente pensó que podría volar hasta ella y desde allí encontrar su dormidero. Decidida empezó a subir más y más alto.

Tenía un propósito: volver con su familia, y se marcó un objetivo que le hizo pasar a la acción… llegar a la luna. 

Contempló desde lo alto las hoces del río Piedra. La forma del cauce le recordó al rostro de una bruja, que se iba haciendo cada vez más y más pequeño.
Atravesó nubes rojas, como de algodón deshilachado y encendido, y pensó por un momento que podría quemarse a su paso.
El aire cada vez era más ligero y apenas servía su incansable aleteo. Así fue gastando la energía de cada uno de los granos comidos.
Cuando ya ni el aire alimentaba vio el reflejo de la luna en la laguna, como un espejo. En ese momento supo por fin hacia dónde dirigir su vuelo y cómo volver con su familia.
Grusi, ya en la laguna, pudo descansar. Poco importaba tener el estómago vacío cuando el ánimo estaba lleno. Se levantaría muy temprano para ir a comer grano… o cualquier pequeño animal que se despistara lo suficiente.

 

 

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Referencias:

 

http://www.vertebradosibericos.org/aves/trofico/grugrutr.html

https://www.guiarepsol.com/es/viajar/vamos-de-excursion/avistamiento-de-grullas-en-la-laguna-de-gallocanta-aragon/

https://seo.org/ave/grulla-comun/

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