¿Podría el exoplaneta K2-18b albergar vida extraterrestre?

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El telescopio espacial James Webb (JWST) ha capturado la atención mundial con sus impresionantes descubrimientos sobre los secretos del cosmos. Uno de los hallazgos más fascinantes de este telescopio es el exoplaneta K2-18 b, situado a unos 124 años luz de la Tierra, en la constelación de Leo. Este planeta ha generado gran expectación no solo por su composición única, sino también porque podría ser el primer indicio serio de vida extraterrestre.

TEXTO POR ARIADNA DEL MAR
ARTÍCULOS | CRÓNICA
ASTRONOMÍA
14 de Octubre de 2024

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¿Qué es K2-18 b?

K2-18 b es un planeta de un tamaño intermedio entre la Tierra y Neptuno, categorizado como un «mini-Neptuno» o un «planeta híbido». Su tamaño, alrededor de 8 veces la masa de la Tierra, y su atmósfera rica en hidrógeno lo colocan en una clase de exoplanetas muy poco comprendidos. A diferencia de los gigantes gaseosos de nuestro sistema solar, como Júpiter y Saturno, K2-18 b tiene características que sugieren que podría haber condiciones adecuadas para la vida.

Este exoplaneta gira alrededor de su estrella, K2-18, dentro de la llamada «zona habitable», es decir, la región donde las condiciones podrían permitir la existencia de agua líquida en su superficie. Los primeros datos obtenidos por el telescopio Hubble ya habían indicado la presencia de vapor de agua en su atmósfera, lo cual es un paso importante en la búsqueda de planetas habitables. Sin embargo, lo que hace que K2-18 b sea aún más emocionante es lo que ha descubierto el telescopio James Webb en 2024: las posibles firmas de vida en su atmósfera.

CRÉDITOS: ESA/Hubble, M. Kornmesser

¿Signos de vida en su atmósfera?

Lo más innovador de las recientes observaciones del JWST es la detección de gases como el metano y el dióxido de carbono en la atmósfera de K2-18 b, ambos elementos clave en la comprensión de la química planetaria. Más notable aún es la posible presencia de dimetil sulfuro (DMS), una molécula que en la Tierra se produce exclusivamente por organismos vivos. El hallazgo de este compuesto ha sido uno de los puntos más discutidos en la comunidad científica, ya que podría ser un indicio directo de actividad biológica en este planeta.

El metano, el dióxido de carbono y el DMS son considerados «biofirmas», es decir, signos que podrían ser indicativos de la presencia de vida. En la Tierra, el DMS es producido principalmente por microorganismos marinos, lo que ha generado la hipótesis de que, si se confirma su presencia en K2-18 b, podría haber algún tipo de vida microbiana o procesos biológicos similares a los terrestres en este exoplaneta.

El concepto de planetas "Hycean"

El descubrimiento de K2-18 b ha llevado a la conceptualización de un nuevo tipo de planeta: los «Hycean». Estos son mundos con atmósferas dominadas por hidrógeno y océanos profundos que podrían albergar vida. A diferencia de los planetas rocosos, como la Tierra o Marte, estos mundos tendrían condiciones extremas, con presiones y temperaturas más elevadas, pero aún dentro de los rangos en los que la vida podría existir. Lo que hace especial a K2-18 b es que, a pesar de ser más grande que la Tierra, podría albergar océanos de agua líquida bajo su densa atmósfera.

Desafíos y próximos pasos

Aunque los resultados del JWST son alentadores, aún falta mucho por hacer antes de poder afirmar con certeza que K2-18 b alberga vida. El equipo de científicos seguirá realizando observaciones detalladas del exoplaneta, buscando confirmar la presencia de DMS y comprender mejor la dinámica de su atmósfera. Además, se explorarán otros indicadores, como la temperatura superficial del planeta y la interacción entre sus océanos y atmósfera.

El estudio de exoplanetas como K2-18 b no solo nos acerca a la respuesta de si estamos solos en el universo, sino que también redefine nuestras nociones de habitabilidad. Hasta ahora, la búsqueda de vida se había enfocado en planetas similares a la Tierra, pero el descubrimiento de mundos Hycean abre nuevas posibilidades en la exploración espacial.

Impacto social y cultural

El descubrimiento de posibles signos de vida en K2-18 b no es solo un hito científico, sino que también tiene un profundo impacto en nuestra cultura y nuestra visión del cosmos. La posibilidad de encontrar vida fuera de la Tierra cambiaría radicalmente nuestra perspectiva sobre nuestro lugar en el universo. Este tipo de descubrimientos desafían nuestra concepción de la vida y podrían tener implicaciones filosóficas, religiosas y culturales.

Además, el avance tecnológico representado por el JWST muestra cómo la ciencia y la ingeniería pueden generar instrumentos capaces de explorar más allá de los límites conocidos. La curiosidad y el deseo humano de descubrir lo desconocido son impulsados por proyectos como este, que nos invitan a replantear nuestra comprensión del cosmos.

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