Star Trek: la ciencia de una serie que se adelantó al futuro

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El 3 de junio de 1969 se emitía en la cadena NBC el último episodio de la serie original de Star Trek. Tras tres temporadas, y a pesar de una creciente base de seguidores, la ficción espacial creada por Gene Roddenberry fue cancelada por baja audiencia. Lo que parecía el cierre definitivo de una aventura televisiva más se convirtió, con el tiempo, en el inicio de una revolución cultural y científica. Porque Star Trek no fue solo una serie de ciencia ficción: fue una visionaria ventana al futuro, donde las ideas científicas se tejían con esperanzas sociales. Su influencia en la tecnología y en la ciencia contemporánea ha sido tan profunda que resulta imposible hablar del progreso de ciertas disciplinas sin mencionarla.

TEXTO POR ARIADNA DEL MAR
ILUSTRADO POR SILVIA REDONDO CANDIL
ARTÍCULOS | EFEMÉRIDES
CIENCIA-FICCIÓN | CINE
3 de Junio de 2025

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Ciencia y especulación, con rigor

Una de las grandes diferencias entre Star Trek y muchas otras series de su tiempo fue el empeño de su creador y su equipo por basar sus ficciones en teorías científicas reales, incluso si aún eran especulativas. Roddenberry trabajó con asesores científicos para diseñar tecnologías que, aunque imposibles en los años 60, pudieran algún día materializarse.

Los viajes interestelares, por ejemplo, eran el eje central de la serie, y se abordaban con una solución creativa: el motor de curvatura (warp drive). En lugar de viajar más rápido que la luz —lo que viola la relatividad de Einstein—, la nave Enterprise deformaba el espacio-tiempo alrededor de ella, comprimiendo el espacio delante y expandiéndolo detrás, como si surfease sobre una onda. Aunque en los años 60 esto era solo una idea, en 1994 el físico mexicano Miguel Alcubierre propuso un modelo matemático del motor warp basado en la relatividad general. Su propuesta requería una forma de materia con energía negativa —algo aún no demostrado—, pero abrió una línea de investigación seria en física teórica.

El comunicador y el móvil

Una de las tecnologías más emblemáticas de Star Trek fue el comunicador portátil, un dispositivo que permitía a los tripulantes comunicarse de forma instantánea en cualquier lugar de un planeta. Con un diseño plegable y compacto, su parecido con los teléfonos móviles de tipo “clamshell” no pasó desapercibido.

Martin Cooper, considerado el padre del teléfono móvil, ha citado explícitamente a Star Trek como una fuente de inspiración. En 1973, cuando hizo la primera llamada desde un móvil portátil en Motorola, recordó el comunicador del Capitán Kirk. Lo que en la serie era un gesto rutinario, “Kirk a Enterprise, me recibís”, se convirtió en un modelo para la tecnología de comunicación personal.

Ordenadores con voz y asistentes virtuales

Otra tecnología omnipresente en la serie era el ordenador central de la nave. Respondía a comandos verbales, proporcionaba información instantánea y ejecutaba tareas complejas tras una simple orden. En esencia, un asistente virtual.

En la actualidad, sistemas como Alexa, Siri o Google Assistant funcionan de forma similar. Procesan lenguaje natural, responden preguntas, activan funciones o buscan datos. Aunque la base científica de la inteligencia artificial ha progresado de forma independiente, Star Trek contribuyó a imaginar interfaces más humanos con las máquinas. La interacción sin pantallas ni teclados era entonces un sueño, hoy es parte de nuestra vida diaria.

Los tricorders: diagnóstico médico del futuro

Uno de los dispositivos más llamativos de la serie era el tricorder, una herramienta portátil que los oficiales científicos y médicos utilizaban para escanear el entorno, analizar sustancias o incluso diagnosticar enfermedades sin contacto físico. El doctor Leonard McCoy lo usaba para evaluar signos vitales o detectar patologías con solo pasar el aparato sobre el cuerpo del paciente.

Aunque el tricorder era pura ciencia ficción en los 60, hoy existen dispositivos que recuerdan su funcionalidad. Uno de los más destacados es el proyecto Scanadu Scout, un sensor biomédico que mide temperatura, ritmo cardíaco y oxígeno en sangre en pocos segundos. Asimismo, la competencia Qualcomm Tricorder XPRIZE, lanzada en 2012, retó a equipos de todo el mundo a crear un dispositivo portátil capaz de diagnosticar múltiples enfermedades sin intervención humana. Algunos finalistas desarrollaron herramientas que hoy se usan en clínicas y hospitales como dispositivos de detección rápida.

Teletransporte y mecánica cuántica

Una de las ideas más audaces de la serie era el teletransporte: la capacidad de desmaterializar a una persona en un lugar y reconstruirla en otro instantáneamente. Esta solución nació por motivos presupuestarios —construir escenas de aterrizaje en planetas era caro—, pero planteó una pregunta fascinante: ¿podría algún día ser posible?

La física cuántica ha dado una respuesta parcial a esta cuestión. En 1993, un grupo de físicos, entre ellos Charles Bennett, demostró que es posible teletransportar el estado cuántico de una partícula a otra distante usando entrelazamiento cuántico, un fenómeno predicho por Einstein, Podolsky y Rosen en 1935. Aunque esto no implica mover materia, sí permite transmitir información cuántica instantáneamente, lo cual es fundamental para el desarrollo de redes de comunicación cuántica y ordenadores cuánticos.

Antimateria como combustible

En la ficción de Star Trek, el motor de curvatura funciona mediante la aniquilación de materia y antimateria, lo que libera una enorme cantidad de energía. Este concepto tiene base real: en la física de partículas, cuando una partícula encuentra su antipartícula (por ejemplo, un electrón y un positrón), ambas se aniquilan y liberan fotones de alta energía. La cantidad de energía liberada es extremadamente alta para su masa (según la famosa ecuación E=mc²).

Hoy en día, la antimateria se produce en aceleradores de partículas, como el CERN, en cantidades ínfimas. Su manipulación es costosa y peligrosa, ya que el contacto con materia convencional produce una explosión. Aunque está muy lejos de ser una fuente de energía viable, Star Trek ayudó a familiarizar al público con el concepto y su potencial.

Diversidad y progreso social: una visión científica de la humanidad

Más allá de los dispositivos, Star Trek también fue pionera en proponer una visión de la ciencia como motor de progreso social. En plena Guerra Fría y con los movimientos por los derechos civiles en auge, la serie mostró una tripulación diversa: una oficial afroamericana (Uhura), un timonel asiático (Sulu), un oficial ruso (Chekov) y un alienígena lógico y racional (Spock). Esta composición no era solo un gesto simbólico, sino una declaración de principios: en el futuro, la ciencia y la exploración del cosmos serían una empresa colectiva, sin importar raza, cultura o nacionalidad.

Uhura, interpretada por Nichelle Nichols, fue una de las primeras mujeres negras en un papel de autoridad en televisión. Su presencia inspiró a generaciones, incluidas científicas e ingenieras. La NASA, consciente de este impacto, pidió a Nichols que colaborara en campañas de reclutamiento para atraer a mujeres y personas racializadas. La ingeniera afroamericana Mae Jemison, la primera mujer negra en viajar al espacio en 1992, declaró que fue Star Trek quien la inspiró a soñar con las estrellas.

Una serie cancelada, pero nunca olvidada

Paradójicamente, la cancelación de Star Trek en 1969 no marcó su fin, sino su renacimiento. Las repeticiones en televisión, el fenómeno fan y el contexto de la carrera espacial convirtieron a la serie en un mito. En los años siguientes se multiplicaron las películas, nuevas series, cómics y novelas. Y lo más importante: miles de personas que vieron la serie en su juventud se convirtieron en ingenieros, físicos, médicos o informáticos que ayudaron a construir el futuro que la serie imaginó.

La ciencia de Star Trek no pretendía ser una predicción exacta, sino una inspiración. Mostraba tecnologías imposibles como si fueran parte del día a día, no para deslumbrar, sino para normalizar la idea de que el conocimiento científico podía mejorar la vida humana. Desde la órbita de la Enterprise, la Tierra parecía un lugar más pequeño, con menos fronteras y más posibilidades. Y esa visión —casi más que cualquier aparato ficticio— fue el verdadero legado científico de la serie.

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