Cuando el océano deje de moverse: el gran transportador que se está apagando
Hay un cinturón invisible que abraza al planeta desde las profundidades del océano. No lo ves, no hace ruido, pero es tan importante como la atmósfera o los glaciares. Se llama Circulación Meridional de Retorno del Atlántico, aunque su nombre más famoso es AMOC. Si no te suena, no te preocupes. Lo preocupante es que a ella tampoco le suena el mundo de ahora. Porque, según los científicos, este gigantesco sistema de corrientes se está debilitando. Y ya estamos notando sus efectos.
La AMOC funciona como una cinta transportadora planetaria: lleva aguas cálidas desde el ecuador hasta el norte del Atlántico (lo que suaviza el clima de Europa, por ejemplo) y devuelve aguas frías hacia el sur por las profundidades del océano. Es como un aire acondicionado oceánico. Un termostato global.
Para que esta cinta funcione, el agua cálida y salada del sur debe enfriarse en el norte y volverse más densa. Eso la hace hundirse y continuar su viaje de regreso. Pero hay un problema.
El hielo dulce que arruina la sal
El cambio climático está fundiendo Groenlandia y liberando millones de litros de agua dulce. Esa agua, al ser menos salada, rompe el equilibrio de densidad y evita que las corrientes se hundan como deberían. Es como si llenaras una cinta transportadora de aceite: empieza a patinar.
Y ese patinazo ya tiene consecuencias.
Inundaciones en cámara lenta
Un nuevo estudio muestra que, desde hace dos décadas, el debilitamiento de la AMOC está relacionado con el aumento del nivel del mar y con inundaciones más frecuentes en la costa noreste de Estados Unidos. ¿Por qué? Porque cuando la corriente se frena, el agua se acumula. Y al océano no le gusta estar contenido. Así que empuja hacia la costa. Y sube.
No hace falta un tsunami para que una ciudad se inunde. A veces, basta con una brisa y una corriente que ya no llega a tiempo.
El dragón dormido
Algunos científicos creen que podríamos estar acercándonos a un punto de no retorno. Si la AMOC se detiene por completo, las consecuencias serían planetarias: inviernos brutales en Europa, alteración de los monzones en África y Asia, cambios extremos en América del Sur.
No es el guion de una película. Es lo que pasó hace 12.000 años durante el evento Younger Dryas, cuando esta corriente se detuvo temporalmente. La diferencia es que ahora hay ciudades, agricultura, internet y casi 8.000 millones de personas.
El peligro de lo invisible
La AMOC no lanza titulares. No hace erupción ni estalla. Solo se debilita en silencio, a un ritmo que nos resulta invisible... hasta que ya es demasiado tarde.
Por eso importa medirla, estudiarla y contarla. Porque lo que sucede bajo la superficie también construye nuestro futuro. Y porque hay gigantes que, aunque no griten, están empezando a tambalearse.
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