La cicatriz que no se cerró: cuando América casi se rompió por la mitad

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Imagina que un día, sin temblores ni avisos, el suelo bajo tus pies empieza a abrirse. No como en una película de catástrofes, sino con la lentitud aplastante de lo geológico. Milímetro a milímetro, año tras año, el continente comienza a agrietarse. No lo notas. Pero está ahí. Una tensión acumulada bajo la corteza. Una promesa de ruptura.

Eso pasó. O casi. Hace mil cien millones de años, América del Norte estuvo a punto de partirse en dos.

Los geólogos lo llaman el Rift del Medio Continente, y no es una teoría. Es una cicatriz real, enterrada bajo kilómetros de sedimentos, que atraviesa desde lo que hoy es el lago Superior hasta el sur de Kansas. Una herida fósil. Un terremoto detenido justo a tiempo.

TEXTO POR QUIQUE ROYUELA
ILUSTRADO POR ANA RUIZ ROMERO
ARTÍCULOS
GEOLOGÍA
23 de Junio de 2025

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El intento fallido de un nuevo océano

Lo que ocurrió fue un intento fallido de rifting. El manto terrestre, en su eterna danza térmica, empezó a empujar hacia arriba y hacia afuera. Como si la Tierra tratara de nacer de nuevo desde el medio del continente. La corteza se estiró. Se resquebrajó. Aparecieron volcanes, fallas, intrusiones de magma. Todo lo necesario para abrir un nuevo océano.

Pero no ocurrió.

El proceso se detuvo antes de culminar. Como un parto que se interrumpe. El magma se enfrió. Las placas dejaron de moverse. Y el continente, roto por dentro pero entero por fuera, siguió existiendo.

Lo que quedó fue una estructura geológica enterrada, invisible en la superficie, pero detectable por los geofísicos. Una especie de eco subterráneo de una ruptura que nunca se completó.

América y su línea discontinua

¿Por qué importa esto ahora? Porque entender estas estructuras no solo nos habla del pasado remoto del planeta, sino también de cómo funciona la Tierra como un sistema vivo. Las placas tectónicas, los fallos, los volcanes: todo forma parte de una coreografía de enormes escalas de tiempo. Y a veces, como en el caso del Rift del Medio Continente, el planeta hace un ensayo general... y luego cambia de idea.

Además, estudiar este tipo de rifts fósiles ayuda a prever cómo podrían comportarse otros en el futuro. Porque, aunque el Rift del Medio Continente duerma, las tensiones que lo originaron siguen ahí. Y hay otras zonas del mundo —como África Oriental— donde el proceso sí está en marcha. Donde el suelo ya se está separando, y lo que hoy es tierra firme, mañana podría ser mar.

Una grieta en la memoria del planeta

La próxima vez que mires un mapa, imagina una línea invisible que atraviesa América por dentro. No la verás en Google Maps, ni en las guías de viaje. Pero está ahí. Como un recuerdo profundo. Como una decisión no tomada por la geología.

Una cicatriz, sí. Pero también una historia de resistencia. Y de lo cerca que estuvo la Tierra de redibujar su piel para siempre.

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