El arte (y la ciencia) de llenar el vacío

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Un joven investigador ha batido un récord matemático milenario: ha logrado el empaquetamiento de esferas más denso jamás conseguido en un espacio multidimensional. Detrás de este avance se esconde mucho más que una proeza numérica. Es un ejemplo de cómo las matemáticas, lejos de ser abstractas y frías, pueden revelar estructuras ocultas, inspirar creatividad y ofrecernos una belleza serena: la de llenar el vacío con precisión.

TEXTO POR ARIADNA DEL MAR
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MATEMÁTICAS
16 de Julio de 2025

Tiempo medio de lectura (minutos)

Hay algo extrañamente satisfactorio en ver cómo encajan las cosas. En ordenar objetos en una caja, en apilar frutas en una cesta, en llenar un espacio sin dejar huecos. Pero detrás de esa simple satisfacción cotidiana se esconde uno de los problemas más profundos —y más bellos— de las matemáticas: el problema del empaquetado de esferas.

Imagina que tienes un número infinito de esferas idénticas —pelotas, canicas, naranjas, planetas— y quieres colocarlas en el espacio de modo que ocupen el mayor volumen posible, sin que se superpongan. ¿Cuál es la forma más eficiente de hacerlo? Es una pregunta que, en su sencillez aparente, ha desafiado a generaciones enteras de matemáticos.

Y ahora, un investigador joven, recién llegado al campo, ha logrado establecer un nuevo récord en la densidad de empaquetamiento en un espacio multidimensional. Un hito discreto, sí, pero con profundas implicaciones para la geometría, la física y la teoría de la información.

Cuando las matemáticas juegan a Tetris

La idea del empaquetado de esferas parece sacada de un juego de lógica, pero se convierte en un desafío monumental cuando se traslada a espacios de muchas dimensiones. En tres dimensiones, el caso está resuelto desde 1998, cuando Thomas Hales demostró —tras años de esfuerzo y con ayuda de ordenadores— que el empaquetado más eficiente es el mismo que usan los vendedores de naranjas: el empaquetado cúbico centrado en las caras (FCC, por sus siglas en inglés), con una densidad del 74 %.

Pero ¿y si añadimos más dimensiones? Cuatro, ocho, veinticuatro… En esos espacios abstractos, las esferas son entidades matemáticas que se comportan de forma muy distinta, y el problema se convierte en una mezcla de álgebra, geometría y análisis numérico. Resolverlo no es solo una cuestión de volumen: es una puerta a estructuras ocultas, a patrones inesperados.

Un récord inesperado

Lo asombroso del nuevo avance no es solo el resultado en sí, sino quién lo ha conseguido: un investigador sin un largo historial en la disciplina, que se ha abierto paso con ideas nuevas, perspectivas frescas y un enfoque poco ortodoxo. En lugar de seguir las rutas clásicas del álgebra abstracta, ha combinado técnicas de optimización, simulación computacional y análisis geométrico para superar el récord conocido de empaquetamiento en una dimensión concreta (no revelada en detalle mientras se revisa la publicación).

Este tipo de avances demuestra que las matemáticas siguen siendo un campo fértil para la creatividad. Que incluso los problemas más antiguos pueden recibir nuevas respuestas si se miran con otros ojos.

Más allá de las esferas

Aunque el problema pueda parecer una curiosidad académica, sus aplicaciones son muy reales. Los códigos de corrección de errores en las telecomunicaciones, los sistemas de encriptación, la física de materiales y la teoría de la información se basan en estructuras geométricas de empaquetamiento eficiente. Entender cómo se distribuyen objetos en el espacio permite crear algoritmos más robustos, materiales más compactos, comunicaciones más precisas.

La ciencia, a veces, avanza gracias a cómo aprendemos a llenar los huecos.

El placer de lo invisible

En un mundo obsesionado con los resultados inmediatos y las aplicaciones tangibles, las matemáticas puras siguen siendo un refugio para el pensamiento libre. Resolver un problema de empaquetado de esferas no cura enfermedades ni reduce emisiones, pero nos recuerda algo esencial: que el conocimiento humano también se construye sobre el asombro, sobre la elegancia, sobre la búsqueda de orden en el caos.

Y que hay algo profundamente hermoso en ver cómo encajan las cosas.

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