Mario Barrachina

Sin soltar el lápiz desde que aprendió a usarlo, Mario aprovechaba cualquier soporte disponible para dibujar, desde periódicos, libros de texto y agendas hasta los manteles de los restaurantes (los de papel, claro) e incluso las mesas del instituto, aunque este último no terminaba de gustar a todo el mundo y más de una vez le hicieron limpiarlas. 
Incapaz de dibujar sin música y fan de las tardes de lluvia y pelis. A pesar de su pasado científico, finalmente decidió dedicarse a su verdadera pasión, el diseño y la ilustración. 

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