Las canciones de las estrellas

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En el artículo Constelaciones de notas musicales vimos cómo la música y la astronomía habían estado relacionadas desde tiempos antiguos. Hoy día, la música parece haber sido excluida de las teorías científicas sobre el universo. Sin embargo, de la añoranza de esa íntima amistad nacen canciones que incluyen una infinidad de menciones a los cuerpos celestes y de viajes en cohetes espaciales, como si la imaginación fuera su último recurso para poder visitarlos una vez más.

TEXTO POR MIGUEL ÁNGEL ALEGRE
ILUSTRADO POR MARIO BARRACHINA
ARTÍCULOS
ASTRONOMÍA | MÚSICA
11 de Enero de 2021

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La música no ha dejado de mirar a los astros para intentar volver a comprenderlos, puede que echando de menos la época en la que estaban más unidas y se entendían a la perfección. Se trata de uno de los actos más poderosos que existen: la inspiración. Cosmogony, de Björk, Carmenes, de Antonio Arias y Chocará conmigo, de Maria Rodés son una muestra de esos ejercicios creativos. Entre los tres hilan la historia de nuestro universo, su pasado, presente y futuro, respectivamente.

José Antonio Caballero, astrofísico licenciado por la Universidad Complutense de Madrid y doctorado en el Instituto de Astrofísica de Canarias, se centra en la explicación detallada de los hechos científicos que se esconden en la letra de estas canciones, desde el Big Bang hasta la hecatombe total, pasando por las expediciones en busca de vida más allá de nuestro planeta Tierra. Ximo Faus, profesor de música moderna que imparte sus clases en la ciudad de Valencia, presenta un estudio de cómo se ha trasladado ese mensaje científico al lenguaje de la producción musical. Juntos aúnan fuerzas para ofrecer un análisis multidisciplinar de estas obras.

Cosmogony, de Björk: soñando cómo fue el principio de todo

En su canción Cosmogony, incluida en su álbum Biophilia (2011), Björk se deja encandilar precisamente por esa incertidumbre acerca del origen del universo. Los cuerpos celestiales bailan a su alrededor, haciendo que se pregunte de dónde vienen esas obras apoteósicas del firmamento, cuál es su origen oculto. Para cantar sobre ello, envuelve su voz en sintetizadores flotantes, tal y como analiza Ximo Faus.

Björk se ve inmersa en las distintas teorías de la creación, de las que acaba siendo testigo. Primero, como explica Faus, viaja hasta el mito de la tribu nativoamericana de los Miwok, en California. Antes, no había tierra, solo mar, hasta que el zorro de pelaje plateado y el coyote comenzaron a cantar y a bailar una canción que se transformó en el mundo que conocemos. En la segunda estrofa se traslada al cuento sánscrito del huevo cósmico, que eclosionó y dio luz al universo. El mito chino del dios Pangu comparte bastantes características. En la tercera estrofa, asiste durante el ancestral Tiempo del Sueño al levantamiento del mundo por parte de los espíritus totémicos de las tribus aborígenes de Australia. Por último, en la cuarta estrofa, la artista llega a presenciar el Big Bang, aunque simplifica los hechos y los reduce a esa explosión repentina de la que de repente salieron la luz, el sonido y la materia.

«Heaven, heaven’s bodies
Whirl around me, make me wonder».

Para el profesor de música, el álbum Biophilia es uno de los mejores exponentes de este sincretismo entre música y ciencia. «Cada canción explora un hecho científico, desde los virus hasta las placas tectónicas, pasando por la cristalización», justifica. Björk en este disco pone a prueba el potencial lírico y retórico de la ciencia, creando con su terminología metáforas, figuras y símiles que vinculan con los sentimientos humanos. Además, a nivel de producción, experimenta para trasladar a lo estrictamente musical el mensaje científico.

Carmenes, de Antonio Arias: explorando nuevas galaxias

Una vez el universo fue creado y el ser humano apareció sobre la faz de la Tierra, llegó el momento de explorar los confines de los cielos. Eso es lo que se hace desde el proyecto CARMENES, cuyo responsable es el propio José Antonio Caballero, que actualmente trabaja en el Centro de Astrobiología del CSIC (CAB, CSIC-INTA). CARMENES es un instrumento que se encuentra en el Observatorio del Calar Alto (Almería) y se diseñó para buscar planetas de tipo terrestre en la zona de habitabilidad, o región en torno a una estrella donde las condiciones permiten la existencia de agua líquida.

CARMENES busca exotierras alrededor de enanas rojas, un tipo de estrellas que son mucho más frías y rojizas que el Sol y emiten su máximo de energía en longitudes de onda mayores que las de la luz visible. Por tanto, este instrumento observa tanto en el visible como en el infrarrojo. Caballero cuenta que la idea surgió por la dificultad de encontrar exotierras alrededor de estrellas de tipo solar.

Antonio Arias, líder de la banda Lagartija Nick, puso banda sonora a esta aventura espacial. La canción fue bautizada como Carmenes en honor al instrumento. La letra es del mismo Caballero, buen amigo del artista. Arias contactó con él para que le ayudara y aconsejara en la realización de sus álbumes en solitario, Multiverso (2009) y Multiverso II (2013), unas obras de gran influencia astrofísica.

En Carmenes no es la música la que va en busca de la ciencia para encontrar a su musa, sino que es la ciencia la que acude a la música, y cambia por un momento su equipo de laboratorio habitual por instrumentos musicales para contar ella misma su historia. Arias narra esta saga de planetas escondidos en lo más remoto del universo acompañado de la voz de la cantaora Soléa Morente.

«La producción en este caso es más descriptiva de lo que se está contando», apunta Faus. Esta odisea está aderezada de un acompañamiento que ensalza la cualidad épica de la historia. Se hace un uso preciso y perfectamente calculado de la percusión. Los sintetizadores que impregnan todo el minutaje emulan los aparatos que podemos encontrar en un laboratorio de astrofísica y representan esas estrellas y demás cuerpos celestes nadando en la oscuridad del vacío. Con todo ello, consigue hacer partícipe al oyente del viaje, como si él mismo estuviera mirando por el telescopio, o a bordo de la nave espacial en busca de esa segunda Tierra.

«Exotierras que puedan albergar en sus superficies agua y vida
marcan la zona habitable en un espacio inestable.
Cuerpos de baja masa alrededor de estrellas M4 o algo menor».

Chocará Conmigo, de Maria Rodés: bailando hasta el fin del mundo

Pero, ¿y qué pasa con el fin del mundo? Es algo bastante jugoso sobre lo que tratar y ha sido obsesión en todas las civilizaciones, desde las más primitivas hasta las contemporáneas. El apocalipsis aparece en el discurso de cualquier religión, y es una constante en representaciones del arte: pinturas, libros, películas…

Sobre este tema trata la canción Chocará conmigo, de Maria Rodés. Está incluida en Eclíptica, disco inspirado en su tío bisabuelo Lluís Rodés, astrónomo y jesuita que dirigió el Observatorio del Ebro entre 1920 y 1939. Chocará conmigo se basa en unas cartas que Lluís Rodés recibió de un aficionado a la astronomía que especulaban sobre la desaparición del Sol, dejando a nuestro planeta en tinieblas, y sobre la posibilidad de que la Luna caiga en cualquier momento, chocando contra nosotros y extinguiéndonos.

A raíz de esta anécdota, Maria Rodés recrea junto a la mexicana Ximena Sariñana un apocalipsis a ritmos latinos de cumbia, tal y como los identifica Faus. Ellas se quieren despreocupar de la hecatombe, en la que incluso tiene cabida una referencia al Ave María, de David Bisbal. Juegan con la cadencia tan marcada y característica de este género musical, que representaría los astros chocando con la superficie de nuestro planeta.

«No, no lo quiero saber
Si el sol va a desaparecer
Dejando a la tierra en tinieblas
Si la luna se cae
Chocará conmigo
Chocará contigo».

¿Y qué especula la comunidad científica sobre el aniquilamiento del universo? No parece que vaya a ser tan divertido como la canción de Maria Rodés. Caballero es partidario de la muerte térmica del cosmos. Su relato comienza con el Sol entrando en la fase de estrella roja, creciendo de tamaño y tragándose a la Tierra. Con el paso del tiempo, todas las galaxias cercanas se habrán fusionado en grandes galaxias elípticas, mientras se distancian aún más de las lejanas, aislándose en universos islas. Ya no quedarán estrellas, sino sus cadáveres: enanas negras, estrellas de neutrones y agujeros negros. Posteriormente, los centros de estas galaxias terminarán por transformarse en agujeros negros, mientras que el resto se dispersará por el espacio, en la denominada evaporación galáctica. Los agujeros negros serán entonces los únicos cuerpos que existan en el universo. Ellos también acabarán desapareciendo y solo quedará la radiación de fondo de microondas. Así es como lo describe el último capítulo del Libro del Apocalipsis según la ciencia, la era oscura.

Por suerte, esto ocurrirá dentro de billones de años. Aunque la medicina esté muy avanzada y la esperanza de vida haya aumentado, es poco probable que algún lector llegue a estar presente cuando la catástrofe ocurra. Lo que sí podemos concluir, con todo lo expuesto en este artículo, es que, pase lo que pase, seguiremos bailando el tiempo que nos quede al ritmo de las estrellas.

 

Referencias:

Caballero, J. A et al. 2017. Music and astronomy. II. Unitedsoundsofcosmos

Hernández, P. Escatología cósmica: Futuro a largo plazo del universo

Nota de prensa de presentación del disco Eclíptica de Maria Rodés. (5 de marzo de 2018). Satélite K. 

Web de CARMENES 

The Creation Myth As Science: Bjork on “Biophilia” – Exclusive Interview (11 de noviembre de 2011). StreetDate.Radio.com. Transcripción disponible aquí.

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