Mujeres que no pasan desapercibidas: Evelyn Fox Keller.
«Ciencia es el nombre que le damos a un conjunto de prácticas y a un cuerpo de conocimiento delineado por una comunidad, que no se define únicamente por las exigencias de la prueba lógica y la verificación experimental. De manera similar, lo masculino y lo femenino son categorías definidas por una cultura, que no por una necesidad biológica. Las mujeres, los hombres y la ciencia son creados, juntos, a partir de una dinámica compleja de fuerzas cognitivas, emocionales y sociales entretejidas».
Si hay una persona que desafió los límites de la física contemporánea, esta no es Robert Oppenheimer ni Albert Einstein ni Niels Bohr ni siquiera Stephen Hawking, sino Evelyn Fox Keller (Nueva York, 20 de marzo de 1936 - Cambridge (Massachusetts), 22 de septiembre de 2023). Sí, una mujer. Una mujer que el legado del sistema patriarcal sujeto a las disciplinas científicas, a lo largo de la historia, le obligó a abandonar la ciencia.
La historia de la ciencia es misógina por sí misma. Un recurso al que como mujeres no podemos recurrir cuando necesitemos referentes y antecedentes; esto también le pasó a Evelyn. En nuestra historia encontramos una sociedad no igualitaria llena de figuras narcisistas que han controlado el destino de las mujeres durante miles de años; siendo implícita la ridiculización de las mujeres dentro de la ciencia a lo largo de la historia.
Evelyn Fox Keller, por encima de física y bióloga teórica, profesora del MIT, era feminista, y plantea un paradigmático futuro utópico donde la ciencia no tenga género.
Esto nos podría recordar un poco a la «Mojo Dojo Casa House» que se nos plantea en la película Barbie (2023), de Greta Grenwig, en el que un sistema patriarcal, donde los hombres deciden y rigen la normas determinan el futuro de las mujeres. Esto aplicado a la historia de la ciencia no expresa nada más allá de la masculinización de esta disciplina intelectual.
La falta de referentes femeninos dentro de la ciencia es una realidad a la que muchas niñas se han tenido que enfrontar. Como mujer, te presentan la ciencia a título de ser una disciplina inalcanzable y llena de sacrificios. Esto puede provocar en ellas inseguridad y un incremento de la vulnerabilidad. De la misma manera, son y han sido las mujeres; las madres, las cuidadoras, las secretarias, pero también las investigadoras, las calculadoras humanas y las que planteaban teorías, todas ellas ocultas y menospreciadas por la historia de la humanidad.
A consecuencia, obligó a nuestras antecesoras, en cierto punto de sus vidas, a tener que escoger entre tener una familia o una carrera científica. La sociedad nos ha hecho creer que es un proceso inexorable por el que una mujer tiene que dar la cara.
Ahora podemos ver la luz al final del túnel. El lenguaje de género es una herramienta que ayuda a las mujeres para ser protagonistas de su propia historia y de eso nuestra protagonista de hoy nos puede contar un poco.
Evelyn Fox Keller, por encima de física y bióloga teórica, profesora del MIT, era feminista. Dedicó gran parte de su vida, de fuera de la física y la biología, a plantear preguntas y razonamientos que aún son pilares fundamentales para entender la epistemología feminista y los estudios de género en la ciencia.
En su relato La anomalía de una mujer en la física nos presenta en primera persona, su experiencia con la solitud, la hostilidad y el continuo desprecie, de una mujer que intenta formarse y luchar por sus valores e inquietudes. Su experiencia en primera persona le hizo convertirse en una científica académica dispuesta a destapar y llevar sus conocimientos e ideales a la sociedad. Gracias a la perseverancia ahora nos quedan reflexiones realmente transcendentales para entender la exposición de las mujeres dentro de la ciencia.
Evelyn dedico parte de su carrera profesional a recuperar el trabajo de antecesoras y compañeras científicas como Barbara McClintock o Thomas Kuhn, con la intención de difundir las teorías de género en las disciplinas científicas, que ellas empezaron. Un momento en el que les hubieses sido imposible desafiar al dogma.
En su libro Reflexiones sobre el género y la ciencia, publicado en 1985, Keller analizó ampliamente la institucionalización de la ciencia durante el siglo XVII, que delimitaba estrictamente la actividad científica a los hombres. Según el texto, la sensibilidad y empatía femenina, junto a la falta de objetividad, hacía a las mujeres incapaces de realizar los trabajos científicos. Este relato la impulso a la cumbre del reconocimiento de los desequilibrios de género en la ciencia.
Evelyn plantea un paradigmático futuro utópico donde la ciencia no tenga género. Con el objetivo de evitar que las mujeres se encontrasen con los mismos obstáculos que ella sufrió durante su carrera científica. En este, las mujeres tendrían iguales privilegios que los hombres en acceder a plazas mejores o cargos superiores. Para ello planteaba «recuperar, desde la ciencia, la ciencia como un proyecto humano en lugar de un proyecto masculino», así como «eliminar el género supondría deshacernos de las desigualdades».
En su obra autoblibliográfica, Evelyn agrupa a todas las personas como miembros de un mismo sistema social. Según su razonamiento, para ello la naturaleza debe existir a pesar de los márgenes humanos, y la comprensión esta medida por nuestras propias ideas y valores. Todos somos parte de un mismo sistema, en el que no debería regirse por el género ni las desigualdades.
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