La reina de las ciencias del siglo XIX

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La pasión de Mary Somerville (1780-1872) por la ciencia y concretamente por las matemáticas fue más fuerte que la ausencia de educación formal a la que se veían abocadas las mujeres del siglo XIX. Su carácter brillante y autodidacta la llevó a convertirse en una gran divulgadora y a publicar una serie de libros científicos que le valdrían el reconocimiento de sus contemporáneos y a ser conocida como “la reina de las ciencias del siglo XIX”.

TEXTO POR PATRICIA RODRÍGUEZ
ILUSTRADO POR EVA ESCOBAR
MUJERES DE CIENCIA
MATEMÁTICAS
28 de Noviembre de 2014

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La pasión de Mary Somerville (1780-1872) por la ciencia y concretamente por las matemáticas fue más fuerte que la ausencia de educación formal a la que se veían abocadas las mujeres del siglo XIX. Su carácter brillante y autodidacta la llevó a convertirse en una gran divulgadora y a publicar una serie de libros científicos que le valdrían el reconocimiento de sus contemporáneos y a ser conocida como “la reina de las ciencias del siglo XIX”.

Mary Fairfax Greig Somerville nace el 26 de diciembre de 1780 en Jedburgh, Roxburghshire, Escocia. Era hija de William George Fairfax y su segunda esposa, Margaret Charters. El hogar familiar se encontraba en Burntisland, en el condado de Fife. Mary era la quinta de siete hermanos, aunque tres de ellos murieron muy jóvenes. Los hijos varones de la familia recibieron una buena educación pero, según los cánones de la época, había poca necesidad de educar a las niñas, por lo que los padres de Mary no consideraron necesario enseñarle a escribir. A pesar de todo, Mary aprendió a leer gracias a su madre.

Cuando Mary tenía diez años fue enviada a un internado para niñas en el que nunca se sintió a gusto ni obtuvo una buena educación. Para su suerte, solo permaneció en él un año y al dejarlo se sintió (según sus propias palabras):

‘... como un animal salvaje al escapar de la jaula’.

Carácter autodidacta

Tras su salida del internado, regresó a la residencia familiar. Su espíritu autodidacta la llevó a leer cada libro que encontraba en casa, aunque varios miembros de su familia se sentían molestos por su actitud. Al parecer no era del agrado de la familia que dedicara tanto tiempo a una ocupación tan poco femenina. Sin embargo, Mary contó siempre con el apoyo de su tío Thomas, al que solía visitar en su rectoría de Jedburgh. Mary le contó a su tío que leía libros para aprender latín y lejos de molestarse, Thomas la motivó y ayudó en su aprendizaje.

Cuando Mary tenía unos trece años, la familia alquiló una casa en Edimburgo donde pasaban los meses de invierno, mientras que en verano regresaban a su residencia de Burntisland. Mary repartía su tiempo entre la vida social que se esperaba de una joven en esa época y sus estudios, que por supuesto mantenía prácticamente en secreto. Aprendió muchas de las habilidades que se consideraban apropiadas para una joven: costura, tocar el piano e incluso tomó lecciones de pintura con el artista Alexander Nasmyth.

De hecho fue a través de Nasmyth como Mary se interesó por las matemáticas por primera vez. Mary le escuchó cuando le explicaba a otro alumno que Los Elementos de Euclides formaban la base para entender la pintura en perspectiva pero, más que eso, también eran la base para comprender la astronomía y otras ciencias. Este comentario bastó para que Mary iniciara su camino en el estudio de Los Elementos, lo cual hizo con la ayuda del tutor de su hermano pequeño, el cual pudo proporcionarle textos de álgebra y ayudarla a iniciarse en la materia.

Mary estaba tan absorta con las matemáticas que sus padres se preocuparon de que su salud pudiera sufrir por las largas horas que dedicaba al estudio, generalmente de noche. Su padre creía que:

‘… el esfuerzo del pensamiento abstracto lastimaría su tierna complexión femenina’.

Sin embargo, toda la familia alentaba su vida social en Edimburgo, donde Mary también disfrutaba de fiestas, visitas, bailes, teatro, conciertos e ingenuos coqueteos.

La vida en sociedad

Mary se casó con su primo Samuel Greig en 1804 cuando tenía 24 años. Su esposo era oficial de marina y cónsul de Rusia en Gran Bretaña. El trabajo de Samuel hizo que el matrimonio se trasladara a Londres y allí fue donde Mary descubrió que su marido no creía en la capacidad intelectual de las mujeres, no le interesaba la ciencia y no entendía sus deseos de aprender.

Samuel Greig murió a los 3 años del matrimonio. Para ese entonces Mary había dado a luz a dos niños y al morir su esposo regresó a Escocia con ellos, donde tenía un círculo de amigos que la motivaban fuertemente en sus estudios de matemáticas y ciencia. En particular John Playfair, por aquel entonces profesor de filosofía natural en Edimburgo. Playfair la alentó en sus inquietudes científicas y gracias a él Mary empezó a mantener correspondencia con William Wallace (antiguo alumno de Playfair) quien era profesor de matemáticas en la Real Escuela Militar en Great Marlow. En estas cartas discutían los problemas matemáticos del Repositorio matemático y en 1811 Mary recibió una medalla de plata por su solución a uno de estos problemas. En esta época Mary también leyó los Principia de Newton y, a sugerencia de Wallace, el Traité de mécanique céleste de Laplace y muchos otros textos matemáticos y astronómicos.

En 1812 Mary se casó con William Somerville, quien era inspector de hospitales. William era el hijo de su tío Thomas y su esposa Martha. Al contrario que su primer marido, a William le interesaba la ciencia y además apoyaba el deseo de estudiar de su esposa. En esa época William y Mary vivían en Edimburgo y, asesorada por Wallace, Mary leyó los más avanzados textos de los autores franceses del momento. Además estudió botánica y mejoró su conocimiento del griego. Junto con su marido, estudió geología y se movían en un cerrado círculo de amigos que incluía además del ya mencionado Playfair, a John Leslie, Sir William Scott y al físico David Brewster.

Cuando William Somerville fue nombrado Inspector del Consejo Médico de la Armada en 1816, la familia se mudó a Londres. William ingresó en la Royal Society, lo que permitió al matrimonio moverse en los círculos científicos más importantes de la época. Sus amigos incluían a George Airy, John Herschel, William Herschel, George Peacock y Charles Babbage. Además conocieron a los principales científicos y matemáticos europeos que visitaban Londres.

En 1817 William y Mary viajaron a París, donde coincidieron con Jean Baptiste Biot y François Arago, a quienes habían conocido en Londres. Ambos les presentaron a los científicos franceses más importantes. Mary conoció a Laplace, Poisson, Poinsot, Emile Mathieu y muchos otros. Al volver a Londres Mary y William se instalaron en el centro de la ciudad, lo que les permitió estar en contacto cercano con muchos de sus amigos científicos.

La ciencia de Mary

En 1824 William fue nombrado médico en el Hospital Real de Chelsea y la familia se mudó a esa zona, que en aquel entonces quedaba en las afueras de Londres. Mary Somerville publicó su primera obra en 1826, The Magnetic Properties of the Violet Rays of the Solar Spectrum en la revista Philosophical Transactions de la Royal Society de Londres. El artículo mostraba ingenio en su original especulación y atrajo mucho interés en el momento, aunque la teoría que planteaba fue después refutada.

Primera pagina del abstract del articulo The magnetic properties of the violet rays of the solar spectrum Primera pagina del abstract del articulo The magnetic properties of the violet rays of the solar spectrum

 

En 1827 Lord Brougham hizo una solicitud a nombre de la Sociedad para la Divulgación del Conocimiento Útil para que Mary Somerville tradujera el Traité de mécanique céleste de Laplace. Como resultado, Mary abordó su traducción bajo el título The Mechanisms of the Heavens, aunque fue más allá. También explicó en detalle las matemáticas usadas por Laplace, las cuales eran desconocidas por la mayor parte de los matemáticos en Inglaterra en aquel momento. Cuando estuvo terminado, el trabajo era demasiado extenso para ser publicado por la Sociedad para la Divulgación del Conocimiento Útil y John Herschel recomendó que fuera publicada por el editor John Murray . El libro apareció en 1831 y fue un éxito inmediato, tanto en términos del número de copias vendidas como por las críticas positivas que recibió. También en 1831, James David Forbes, quien más adelante sería Director de la Universidad de St. Andrews, estaba en Londres y escribió en sus notas sus impresiones sobre Mary:

‘De tamaño menor que promedio, guapa, rostro no particularmente expresivo excepto por su penetrante mirada. Miope. Modales de lo más sencillos. Su conversación es muy simple y placentera. La simplicidad no la muestra absteniéndose de los temas científicos, los cuales conoce bien, sino estando lista para hablar de todos ellos con la ingenuidad de un niño y la mayor aparente inconsciencia de la rareza del conocimiento que posee, por lo que se necesita un momento de reflexión para darse cuenta de que uno escucha algo muy extraordinario de la boca de una mujer.’

Mary Somerville pasó aproximadamente un año viajando por Europa durante 1832 y 1833. La mayor parte de este tiempo lo pasó en París donde renovó su amistad con los matemáticos franceses y donde trabajó en su siguiente libro On the Connection of the Physical Sciences que fue publicado en 1834. Su argumentación sobre un planeta hipotético que perturbaba a Urano en la sexta edición del libro (1842) llevó a John Couch Adams a investigar y posteriormente a descubrir a Neptuno.

Los reconocimientos empezaron a llegarle a Mary Somerville a partir de 1834, año en el que fue elegida miembro honorífico de la Sociedad de Física e Historia Natural de Génova y de la Real Academia Irlandesa. Al año siguiente, fue elegida como miembro de la Real Sociedad Astronómica en 1835, junto con Caroline Herschel. En esa época, también le fue otorgada una pensión civil de 200 libras anuales por parte del primer ministro británico, suma que fue incrementada a 300 libras en 1837.

Durante todo este tiempo, Mary Somerville continuó manteniendo correspondencia con el científico francés François Arago, el cual valoraba hasta tal punto su trabajo que publicó en 1836 parte de una de las cartas de Mary en Comptes Rendus, la revista científica publicada por la Academia Francesa de las Ciencias.

En 1838, la salud de William Somerville se deterioró y la familia se trasladó a Italia, dónde Mary pasaría el resto de su vida. En Italia Mary Somerville escribió muchos trabajos que influenciaron a James Clerck Maxwell, físico escocés conocido por haber desarrollado la teoría electromagnética clásica. La más importante de sus últimas publicaciones fue su Physical Geography, publicada en 1848. Como resultado de esta publicación Mary obtuvo un gran reconocimiento. Fue elegida como miembro de la Sociedad Geográfica y Estadística Americana en 1857 y de la Sociedad Geográfica Italiana en 1870. También ese año recibió la Medalla de Oro Victoria de la Real Sociedad Geográfica.

Dedicatoria de Mary Somerville a John Herschel en su libro Physical Geography Dedicatoria de Mary Somerville a John Herschel en su libro Physical Geography

 

Una mujer excepcional

Mary Somerville fue una gran partidaria y entusiasta de la educación de las mujeres y del sufragio femenino. Cuando el filósofo y economista británico John Stuart Mill organizó una petición masiva al parlamento para otorgar a las mujeres el derecho al voto, hizo que la firma de Mary fuera la primera del documento. El Somerville College de Oxford fue bautizado con su nombre en 1879 por su fuerte apoyo a la educación de las mujeres.

Edificio Oeste del Somerville College en 1880 Edificio Oeste del Somerville College en 1880

 

Su entendimiento de la verdad científica en todas las ramas del conocimiento, combinado con una excepcional facilidad para exponerla, la hicieron la mujer más excepcional de su generación. Sir David Brewster, inventor del calidoscopio, escribió en 1829 (nueve años antes de llegar a Director de la Universidad de St Andrews) que Mary Somerville era:

‘… sin duda alguna la mujer más extraordinaria en Europa – una matemática de primera con toda la gentileza de una mujer…’. ‘Es también una gran filósofa natural y mineralogista.’

Nadie mejor que la propia Mary Somerville para describirse a sí misma en estas palabras escritas hacia el final de su vida:

‘Algunas veces encuentro [los problemas matemáticos] difíciles pero mi vieja terquedad permanece ya que, si no tengo éxito hoy, los atacaré de nuevo mañana.’

Mary y otras mujeres de ciencia

Tal y como se ha mencionado anteriormente, en 1835 Mary Somerville recibió, junto a Caroline Herschel, la medalla de honor de la Sociedad de Astronomía, así como una pensión vitalicia de 200 libras que le ayudó a continuar con su trabajo científico. Fueron las primeras mujeres en conseguir este reconocimiento. La amistad y la colaboración que mantuvo a lo largo de toda su vida con la familia Herschel hizo a Mary Somerville abrirse a una nueva perspectiva de investigación a través de las visitas que realizaba al observatorio familiar y despertó su pasión por los cuerpos celestes desde una perspectiva teórica.

Otra amiga de la familia era Lady Byron, quien ya estaba alejada de su esposo Lord Byron, y también su hija, Ada Lovelace. En 1832 Charles Babbage presentaba su máquina analítica en el salón de los Somerville bajo la mirada fascinada de Ada, que con apenas 17 años deseaba estudiar los fundamentos de tan complejo proyecto. Para Ada Byron, Mary Somerville era una referencia importante ya que se trataba de una de las escasísimas mujeres que podía acceder al conocimiento científico del momento con una preparación suficiente. Animada por Mary, quien orientó sus lecturas y le proporcionó libros y artículos para sus estudios matemáticos, la joven Ada Byron desarrolló un trabajo cuya importancia no fue valorada hasta años después y consiguió un gran reconocimiento hasta el punto que un lenguaje informático lleva su nombre, ADA.

Logros científicos

En las obras de Mary Somerville predomina el deseo de contribuir a la divulgación del pensamiento científico del momento. La importancia de la versión traducida de la obra de Laplace The Mechanisms of the Heavens fue el comienzo de una serie de trabajos de una riqueza y complejidad admirable para sus contemporáneos. On the Connection of the Physical Sciences es un profundo ensayo filosófico, con una amplia explicación científica, acerca de los fundamentos de las fuerzas que mueven el universo. Su obra Physical Geography se ha utilizado durante años en las aulas inglesas, reconociendo así su calidad, su carácter innovador y su capacidad para explicar los fenómenos naturales y las relaciones entre los seres vivos. Su última obra, Molecular and Microscopic Science aborda el mundo microscópico en la búsqueda de explicaciones a la composición de la materia, el fenómeno del calor y los movimientos vibratorios, entre otras cuestiones.

Última obra de Mary Somerville - Molecular and Microscopic Science Última obra de Mary Somerville - Molecular and Microscopic Science.

 

En todas sus obras, Mary Somerville desarrolló las aportaciones matemáticas necesarias para una mejor comprensión de las teorías expuestas. Su estilo, riguroso, sencillo y didáctico, favoreció el enorme éxito de sus trabajos y la consideración de que fue objeto por parte de la comunidad científica en el siglo XIX. Mary se convirtió en una escritora científica del más alto nivel cuyo trabajo tuvo como resultado un tratado científico que reunía una enorme precisión y claridad.

Mary Somerville fue una infatigable trabajadora, una persona cuya dedicación a la ciencia es incuestionable. Su currículum, ante la imposibilidad de contener honores académicos, muestra un compendio de premios, distinciones y reconocimientos, así como una obra extensa y multidisciplinar que tuvo la virtud de abrir caminos a la divulgación científica, destacando su nivel, rigor, capacidad de síntesis y su claridad en la exposición. El reconocimiento de su trabajo como escritora científica está presente en multitud de testimonios de los más importantes científicos de su tiempo.

Su entendimiento de la verdad científica en todas las ramas del conocimiento, combinado con una excepcional facilidad para exponer, la hicieron la mujer más excepcional de su generación.

Fuentes

 

Para ampliar información

 

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