The imitation game (Descifrando enigma)

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TEXTO POR ALFREDO MANTECA
ARTÍCULOS
ALAN TURING | CINE
30 de Enero de 2015

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Al igual que la máquina de vapor fue un punto de inflexión en el desarrollo de nuestra sociedad, otro de esos puntos lo representa el ordenador. La diferencia entre James Watt, inventor de la máquina de vapor, y Alan Turing estriba en que hasta muchos años después de su muerte no se le ha otorgado el merecido reconocimiento que se merece. Ese es el gran objetivo de ”The imitation game (Descifrando enigma)”, filme dirigido por Morten Tyldum, del que todos recordaréis esa joya titulada ”Headhunters” (2011). En este caso, el director trabaja sobre el material escrito por Graham Moore, que adapta a la gran pantalla la novela homónima de Andrew Hodges, donde recrea cómo Turing inventa la máquina que cambiaría el destino de la humanidad. Si el espectador tiene paciencia y se queda a los títulos de crédito finales su director reconoce que se ha tomado libertades creativas. Eso es así porque el segundo objetivo del realizador es que nos emocionemos mucho, y lo consigue. Es un filme donde todo está muy medido y donde cohabitan cuatro elementos que juegan un papel fundamental : la formidable interpretación del británico Benedict Cumberbatch, la preciosa banda sonora de Alexander Desplat, el preciso guion de Moore y el ojo avispado de Tyldum, que nos ofrece encuadres magníficos en los momentos necesarios.

Es inevitable para los cinéfilos aguerridos no acordarse de “Enigma” (Michael Apted, 2001) donde el dramaturgo Tom Stoppard adaptaba la novela homónima de Robert Harris. Las diferencias son sustanciales tanto en el fondo como en la forma entre ambos largometrajes. El tono del filme de Apted posee un fuerte regusto por los largometrajes clásicos de espías. Harris no duda en ficcionar la vida de Turing, hasta el punto que Thomas Jericho, interpretado por Dougray Scott, es una versión heterosexual de Alan Turing, donde constantemente se insinúa que Thomas es el genio matemático que ha creado las máquinas. Esta es otra; en la barraca de Bletchley Park en el caso de “Enigma” no hay una, hay varias primitivas computadoras, que programaba manualmente el personaje de Jericho.

La barraca de Betchley Park en “The Imitation Game” (arriba) y “Enigma” (abajo).
La barraca de Betchley Park en “The Imitation Game” (arriba) y “Enigma” (abajo). Fuente: Tripictures.

Esta nueva visita al centro británico de decodificación de mensajes, situado a sesenta kilómetros de Londres, resulta ser mucho más pasional, emotiva e interesante que la planteada por el realizador de “Gorilas en la niebla” (1988), que jugaba más sus cartas en el terreno del suspense. Tyldum consigue de manera eficiente que el espectador se identifique con Turing. Otra historia es que la visión que nos ofrezca sea fidedigna, en cuyo caso no tiene tanta importancia porque el filme es una recreación de su figura, donde realmente reivindica la diversidad. Para ello se toman la libertad de ofrecernos un Turing muy nerdy sobre el que sustentar este conmovedor relato. Parece que Cumberbatch se está encasillando en este tipo de personajes, aunque lo cierto es que los interpreta a la perfección.

A todos los que busquen un biopic totalmente fidedigno les advertimos que esa no es la intención de sus creadores

Si sometemos a esta película al test Russo (una variante del famoso Test de Bechdel) The imitation game lo aprobaría. En primer lugar, porque el filme contiene un personaje homosexual claramente identificable, Alan Turing; en segundo lugar, porque si se nos ocurriera la feliz idea de eliminarlo de la trama la película perdería toda su esencia, y finalmente, porque no todo el largometraje gira en torno a la homosexualidad del protagonista, aunque tampoco trata de esquivarla.

Resulta curioso que cuando alguien realiza un descubrimiento, en ese momento no es consciente de las repercusiones que tendrá. Para la posteridad quedará esa rareza de Nicholas Roeg titulada “Insignificancia” (1985), donde Albert Einstein y la rubia de oro, Marilyn Monroe, pasan una noche inolvidable en una habitación de un hotel. En esas intensas horas, el guion de Terry Johnson explora la relación entre Einstein y su participación en la creación de la bomba atómica. En este caso, todos estamos en cierta medida en deuda con Alan Turing, porque es un hombre que cambió nuestras vidas, mejorándolas sustancialmente, como queda patente en los minutos finales de “Descifrando enigma”.

Es un emotivo ejercicio cinematográfico reivindicativo de la figura del matemático Alan Turing. Sin embargo, a todos los que busquen un biopic totalmente fidedigno les advertimos que esa no es la intención de sus creadores. Es un filme hecho con mucha profesionalidad y que esperamos que sirva para descubrir al interesantísimo realizador noruego Morten Tyldum, al que no le falta talento.

Fuente imagen portada: Tripictures

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