Pocas veces ha habido menos discusión sobre un Premio Nobel en Química. Woodward ha sido el gran maestro de la síntesis orgánica, el área de la química que se encarga de preparar sustancias en el laboratorio. Woodward realizó síntesis de numerosos productos naturales complejos, estableciendo las reglas de la ciencia de la síntesis orgánica en las que también hay bastante de creatividad artística. De hecho, a partir de Woodward, este área de la química es la que se considera más cerca al arte.
Entre los productos naturales que sintetizó se encuentran la quinina, la terramicina (un antibiótico), el colesterol (esteroide fundamental en el funcionamiento de las células), la cortisona (hormona con actividad antiinflamatoria), cefalosporina (antibiótico relacionado con las penicilinas), clorofila (el pigmento verde de las plantas), la vitamina B12 (la vitamina más compleja estructuralmente, lo que constituyó un hito en la historia de la química), entre otros. Además contribuyó a otros aspectos de la química orgánica, especialmente en métodos para la determinación estructural (espectroscopías infrarroja y ultravioleta-visible y el dicroismo circular) y en mecanismos de reacción. También contribuyó a la química organometálica, proponiendo la estructura del ferroceno, el primer compuesto sándwich descrito donde un átomo de hierro se encuentra entre dos anillos de ciclopentadieno; con una estructura similar a un bocadillo.
Fue un joven prodigio. Con 16 años ingresó en el MIT, aunque no pudo continuar sus estudios por ser demasiado joven. Volvió a ingresar en 1935, haciendo la carrera y el doctorado en tiempos record: licenciado en 1936 y doctor en 1937. En 1937 le contrata la universidad de Harvard donde permaneció toda su vida profesional.
Era un grandísimo orador capaz de dar conferencias de varias horas usando sólo una pizarra y varias tizas: escribía fórmulas químicas complicadas que recordaba de memoria.
Entre sus muchos logros, esta semana también conmemoramos la síntesis química de la quinina realizada por Woodward y William von Eggers Doering (1917-2011) y publicada el 11 de abril de 1944 en el Journal of the American Chemical Society. La quinina es un alcaloide aislado de la corteza del árbol de la quina que sirve para curar la malaria. Por sus propiedades medicinales, la quinina era uno de los objetivos sintéticos de los químicos desde mediados del siglo XIX. Esta síntesis fue el primer hito en la carrera científica de Woodward.
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