Brujas, diosas y científicas XI

Portada móvil
TEXTO POR MARÍA PENALVA
ILUSTRADO POR MARÍA PENALVA
ARTÍCULOS | MUJERES DE CIENCIA
FEMINISMO | MITOLOGÍA | MUJERES DE CIENCIA
7 de Mayo de 2020

Tiempo medio de lectura (minutos)

Medea, la de las pócimas (I)

Decíamos ayer….

Medea, hoy en día, es famosa por su venganza y por su locura. Pero, se obvia la inteligencia y el poder que tenía. No solo ayudó a Jasón con la magia tradicional griega, es decir, con conjuros e invocaciones a diferentes dioses, sino que cuando hablamos de los poderes de Medea estamos hablando de botánica y farmacología. Pero con un nuevo matiz, ya que al ser Medea semihumana, sus filtros y preparados solo funcionaban si invocaba a diferentes divinidades, entre ellas, a la diosa Hécate, de ahí las invocaciones y rezos necesarios para que funcionaran las pócimas que realizaba.

Como hemos comentado en anteriores artículos sobre Medea, durante sus aventuras junto a Jasón, Medea no solo fue una esposa fiel, sino también bruja y hechicera al servicio de los planes de su marido. Y ambos hicieron uso de esos poderes tanto para beneficio de sus gestas heroicas, para castigar a sus enemigos o deshacerse de sus contrincantes.

Refresquemos nuestra memoria sobre la historia de magia, pócimas y filtros de Medea, de una forma más leve y tradicional, es decir, como un cuento.

Érase una vez una bella princesa cólquida llamada Medea, a la que apodaban «la de los bellos tobillos». Medea, por herencia familiar, era medio diosa, bruja y adoradora de Hécate. Un día, siendo ya una gran hechicera y debido a la manipulación de tres diosas del Olimpo, se enamoró de un extranjero que arribó a las costas de la Cólquida, donde Medea princeseaba. Este marinero se llamaba Jasón y junto a sus compañeros, los argonautas, iba en busca del vellocino de oro, propiedad del rey Eetes. El padre de Medea no estaba dispuesto a que Jasón se lo arrebatara y, para ello, ideó unas pruebas imposibles de superar por un simple humano.

La bella joven, una vez que Jasón le declaró su amor y la promesa de llevarla con él a su patria, decidió ayudarle a conseguir el vellocino. Medea, según cuenta Apolonio de Rodas, tenía una caja con filtros y pócimas, unos benéficos y otros malignos. Para ayudar a Jasón le regaló un filtro mágico de invencibilidad, también llamada «pócima prometeica», que le sirvió para derrotar a los enormes toros de Hefesto que exhalaban fuego.

Más tarde le facilitó una pócima hecha con hierbas, que provocaba el sueño más dulce, para vencer al dragón que guardaba el vellocino. Y así es como comenzó la historia de Medea y Jasón. Pero también es cierto que el cuento no terminó aquí ni como suelen terminar los cuentos: por eso es una tragedia. Pero, lo que sí pasó durante toda la historia literaria de esta pareja, fue la capacidad científica de Medea de elaborar, una y otra vez, filtros y pócimas para ayudar a Jasón a lograr sus objetivos y conseguir perpetrar sus crímenes y venganzas.

La primera primera pócima mágica nos la describe Apolonio de Rodas con exactitud en los cantos I y II de Las Argonauticas. Allí nos relata el origen y la preparación de este filtro que ayudará a Jasón a ser invencible. A esta pócima se le llama «prometeica» porque se realiza exprimiendo una planta que nace de la sangre de Prometeo. Se la describe como una planta de doble tallo, con una flor como la del azafrán de Córico. Esta planta también tiene unas raíces semejantes a la carne recién cortada. Si recordamos el capítulo sobre la hierba Moly o la mandrágora podremos observar que tiene bastante semejanzas con esta planta mágica.  

Y esta planta con la que siempre se vincula a Medea, y que nos describe Apolonio de Rodas en Las Argonaúticas, es la hierba prometeica, también llamada cólquico, mataperros o azafrán silvestre. Su nombre científico es Colchicum autumnale y, como muchas plantas medicinales, en pequeñas dosis puede ser beneficiosa, pero en exceso, también es un veneno. Esta planta era conocida en la antigua Grecia por su toxicidad. Actualmente se emplea en medicamentos de colchicina para el tratamiento de crisis agudas de gota o como antiinflamatorio. Es curioso, cuanto menos, comprobar la gran similitud entre el origen de Medea, princesa del antiguo reino de Cólquida y el nombre de esta planta.

Hoy en día, esta planta se usa tanto en el ámbito medicinal como en el culinario. Sin embargo, también se sigue usando en determinados rituales, mezclado con otras plantas —consideradas mágicas—, como la ruda.

Y como conclusión, aunque está claro que la dosis no es lo único que importa, podríamos reflexionar sobre las palabras de Paracelso, al que podríamos considerar el padre de la toxicología: «Todas las cosas son veneno y nada es sin veneno; solo la dosis hace que una cosa no sea un veneno».

  

Bibliografía 

—APOLONIO DE RODAS, Las Argonaúticas. Introducción, traducción y notas de Mariano Valverde Sánchez. Editorial Gredos, Madrid, 1996.
—CARO BAROJA, J. Ritos y mitos equívocos. 1989, Madrid. Ediciones Istmo, SA.
—CARO BAROJA, J. Las brujas y su mundo. Un estudio antropológico de la sociedad en una época oscura. 1997. Madrid, Alianza Editorial.
—CHOLLET, M. Sorcières. La Puissance invaincue des femmes. 2019, París. Editeur Zones.
—FEDERICCI, S. Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpos y acumulación originaria. 2010, Madrid, Traficantes de Sueños.
—HESIODO, Teogonía, 602-612 y Trabajos y Días 90-105 (en torno 700 a. C.).
—MÉRIDA JIMÉNEZ, R. El gran libro de brujas. Historias y conjuros de las mujeres más temidas por el poder. 2014. Barcelona. RBA Libros S.A.

Deja tu comentario!