El mago abrió el maletín y se ajustó la chistera. Sus movimientos eran rápidos, pero controlados, para evitar que se le cayera el contenido de sus mangas. Con un pequeño tartamudeo, empezó a hablar a su improvisado público, que le miraba de manera impasible.
«¡Buenos días a todos! Con todos ustedes, el único espectáculo de magia ajustado a todo tipo de públicos. ¡Rechacen imitaciones!».
De repente, entre sus manos hizo aparecer un bastón dorado, y una ligera lluvia de confeti cubrió el escenario. Normalmente, este sería el momento del aplauso del público, pero no se escuchó nada. Los espectadores no eran humanos, sino los perros de una protectora de animales.
Ligeramente distraídos por el confeti, los perros no dejaban de mirar al mago y a su bastón. Seguramente pensaban en la similitud con un palo y en la posibilidad de recogerlo si lo lanzaba. La aparición del bastón no había sorprendido a los perros, pero el mago ya se lo esperaba. Solo necesitaba encontrar el juego de magia adecuado para ellos.
Conviene aclarar que el mago de animales no existe, al menos por ahora. Quizá en el futuro, algún mago se especialice en espectáculos de animales y tenga su propio repertorio. Pero por ahora, solo tenemos a neurocientíficos actuando para animales, comprobando si es posible hacer juegos de magia a animales y usarlos como herramienta para entender cómo perciben el mundo.
La magia empezó a usarse para el estudio de la percepción con un truco en concreto. El mago enseña una moneda en la palma de su mano y cierra el puño. Tras un pase mágico, al abrir la mano la moneda ha desaparecido. Este juego de magia tan sencillo esconde un secreto sobre cómo funciona nuestro cerebro.
A esta lección se le llama persistencia de objeto, y podemos preguntarnos si también lo tienen otros animales diferentes al ser humano.
El momento clave es cuando la mano está cerrada y no se ve la moneda. Para que el juego de magia funcione es necesario que el espectador crea de verdad que la moneda sigue dentro de la mano, aunque no pueda verla. Si cree que la moneda sigue ahí, cuando el mago abra la mano sentirá que la moneda ha desaparecido y se sorprenderá.
Para que esto suceda, es necesario saber que los objetos pueden existir aunque no los veamos. Puede parecer algo obvio para nosotros, y es una de las primeras lecciones que aprendemos en la vida sobre cómo funciona esta realidad. Antes de los dos meses de edad, pensamos que los objetos solo existen cuando los percibimos con los sentidos, y luego desaparecen.
Este es el motivo por el cual los bebés de pocas semanas de edad sienten una fascinación por el cucutrás, por ejemplo. En este juego, simplemente salimos y entramos de su campo de visión, pero para ellos es el equivalente de un mago que aparece y desaparece continuamente en el mundo.
A partir de los dos meses, los bebés empiezan a darse cuenta poco a poco de que los objetos que no pueden ver siguen ahí, y lo hacen a través de pequeños experimentos con los objetos de su alrededor. Tapar un objeto no significa que desaparezca, y son capaces de esperar que siga en su mismo sitio. Es en este momento cuando pueden sorprenderse con la desaparición de la moneda, porque sus predicciones son rotas en el momento de la desaparición, fenómeno que continúa incluso cuando somos adultos.
A esta lección se le llama persistencia de objeto, y podemos preguntarnos si también lo tienen otros animales diferentes al ser humano. A nosotros nos lleva un par de meses aprender la lección, así que si vemos que otros animales también la han aprendido, entenderemos un poco mejor cómo perciben el mundo y aprenderemos sobre la inteligencia animal.
Hay muchos experimentos que podemos hacer a un animal para saber si conocen la persistencia de objetos, pero uno de los más interesantes (y divertidos) es disfrazarse de mago de animales y realizarles un juego de magia. Si reaccionan ante el juego de magia igual que nosotros, significa que, al final, esperaban que el objeto estuviera dentro de la mano del mago y conocen la persistencia.
Al principio, estos juegos de magia no funcionaban para nada. Hacer aparecer una moneda en la oreja de tu perro o gato será recompensado con la impasividad absoluta. Las monedas, cartas y pañuelos que suelen usar los magos son objetos deliberadamente coloridos y brillantes para atraer las miradas de los niños, pero no funcionan tanto en la mayoría de animales. En los experimentos de magia para animales, los juegos deben ser realizados con objetos de su interés, y eso significa una cosa en concreto: comida.
El mago de animales sacó de su maletín un trozo de galleta. Parecía deliciosa y todos los espectadores la miraban embelesados. Cerró la mano y escondió la galleta. Ahora, los animales perseguían el puño con la mirada, deseosos de comer la galleta escondida. Sabían que la galleta seguía en la mano, y eso era una demostración de la persistencia de objeto. Al abrir la mano, la galleta ya no estaba. Varios perros espectadores empezaron a dar vueltas y aullar, con una mezcla de nerviosismo y pena. Una autentica decepción para ellos.
Cuando los científicos probaron este juego de magia adaptado a la comida de cada animal, comprobaron que había diferencias entre animales. En general, todos los mamíferos se sorprendían con las apariciones y desapariciones mágicas de comida, mostrando que la persistencia requiere de un cerebro más evolucionado.
Pero los mamíferos no somos los únicos. Aves, como la corneja negra, los cuervos y los loros también caen en los engaños de los científicos. Parece que por ahora el límite reside en los reptiles e invertebrados, que parece que aún no tienen una percepción suficientemente compleja como para caer en estos efectos. Es probable que para los reptiles el mundo sea lo que tienen delante de sus ojos y nada más. O no. Quizá simplemente no hemos dado con el juego de magia adecuado para estudiar su percepción.
En los experimentos de magia para animales, los juegos deben ser realizados con objetos de su interés, y eso significa una cosa en concreto: comida.
Tras los aullidos de sus espectadores, el mago de animales hizo reaparecer la galleta. Los animales recuperaron la atención y salivaron de nuevo. Con una melodía de fondo, empezó a hacer aparecer una galleta detrás de otra, que iba entregando a cada uno de los perros como premio por asistir a su espectáculo. Cuando terminó con todos, se despidió con una reverencia. Dentro del maletín tenía un cuaderno con una larga lista de animales. Tachó «perro» de su lista y pasó al siguiente animal. Mañana tendría su actuación con palomas. Ya pensaría una manera de hacer desaparecer alpiste entre sus manos.
Para saber más
Harris, P. L. “Development of Search and Object Permanence during Infancy.” Psychological Bulletin, vol. 82, no. 3, May 1975
Prasad, Aditya, et al. “Using Automated Controlled Rearing to Explore the Origins of Object Permanence.” Developmental Science, vol. 22, no. 3, Blackwell Publishing Ltd, May 2019
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