Lynn Conway y el Proyecto Y

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Cuando en 1998, el historiador Mark Smotherman estaba recabando información sobre el superordenador de IBM denominado Proyecto Y, no podía imaginar que más allá de los detalles técnicos se encontraría con una historia tan humana como secreta.

TEXTO POR CELIA CAÑADAS
ILUSTRADO POR MIKEL MURILLO
ARTÍCULOS | MUJERES DE CIENCIA
INFORMÁTICA
24 de Febrero de 2021

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Se trataba de un pasado relativamente reciente, apenas treinta años, pero extrañamente el hilo de los acontecimientos se perdía. Así pues, publicó un artículo en internet solicitando ayuda al respecto. Al cabo de unos días, recibió un correo procedente de Lynn Conway, una de las más reconocidas investigadoras en el ámbito de la computación. Ella parecía tener información muy detallada y durante semanas se la fue proporcionando. Gracias a ello le fue posible reconstruir la historia del Proyecto Y. Pero ¿cómo podía ella disponer de todos esos datos? El nombre de Lynn Conway no aparecía en los archivos de personal de IBM ni en ninguna publicación técnica. Cuando Mark Smotherman le sondeó sobre el origen de este conocimiento, de forma evasiva, respondió que en aquella época, ella tenía otro nombre. Llegados a ese punto, la situación obligaba a Lynn a enfrentarse a un dilema vital largamente aplazado. Por un lado, quería que se reconociera el trabajo desarrollado y, por supuesto, su aportación personal a un proyecto pionero que ya no estaba sujeto a confidencialidad. No obstante, esto le obligaría a abrir la puerta a un pasado doloroso que había guardado celosamente ¡durante más de treinta años! Le costó muchas semanas de intensa lucha interior, hasta que finalmente llamó por teléfono a Mark Smotherman y disparó: «Entonces yo era un chico».

La naturaleza conduce a las personas por un laberinto de diversidad sexual para el que nuestra cultura solo acepta dos salidas: hombre o mujer. El género es un carácter fundamental de nuestra personalidad. Y, sin embargo, los factores determinantes de la identidad de género son una cuestión sometida aún a debate. Constituye uno de los últimos tabúes sexuales de nuestra sociedad. La denominación de trans se emplea cuando la identidad de género de una persona no concuerda con el género asignado al nacer. El sexo reside claramente en la dotación cromosómica y, efectivamente, salvo alteraciones genéticas poco frecuentes, es excluyente. O naces niño o naces niña. Puro código binario. Sin embargo, la realidad nos plantea casos de personas que manifiestan una discordancia. En ocasiones, deciden efectuar una transición sexual que les permita vivir con coherencia. No obstante, la discriminación y el estigma son tan agudos que muchas deciden ocultar por completo su vida anterior, lo que incluye soterrar amigos, trabajo y familia.  

Lynn Conway nació en 1938 en Nueva York, hija de un ingeniero químico y una maestra. A los cuatro años comenzó a manifestar rechazo hacia su sexo. Tenía un hermano con el que compartía juegos y, sobre todo, un interés infatigable por los inventos. Ya en el instituto, decidió construir un radiotelescopio que instaló en el jardín de su casa. Con la pubertad, su malestar creció, al poner  de relieve el conflicto interior de Lynn y el rechazo al desarrollo adolescente propio de un chico. A los diecisiete años, comenzó a estudiar física en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y fue una alumna excelente. Lejos de su entorno familiar opresivo, comenzó a inyectarse estrógenos (hormonas femeninas) sin supervisión médica que conseguía de forma ilegal. También usaba ropa de mujer fuera del aula. No obstante, asistía a clase bajo una identidad masculina. Esta doble vida condujo a Lynn a una profunda frustración. En esta etapa, buscó ayuda psicológica pero lamentablemente no dio resultado. Su caso era considerado una enfermedad mental y se arriesgaba a ser internada en un sanatorio si seguía con esa conducta que se consideraba insana. Solo el pasado 18 de junio de 2018, la Organización Mundial de la Salud ha publicado una nueva edición de su manual de enfermedades en la que extrae la transexualidad del capítulo de trastornos y pasa a formar parte de un epígrafe denominado Condiciones relativas a la salud sexual.

Inmersa en esa profunda crisis, su rendimiento académico decayó. Ante su inadaptación, volvió a casa y buscó trabajo como técnico electricista. Su aislamiento y confusión iban en aumento...

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Lynn Conway
Lynn Conway. Proyecto Y. Principia Magazine T4E2. Por Celia Cañadas. Ilustración de Mikel Murillo. Haz click en la imagen para comprar el ejemplar

 

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