Tales

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Hoy es el día.  Desde que tengo uso razón, mi ilusión más grande ha sido viajar a la antigua ciudad de Mileto, enclave que representó el inicio del pensamiento lógico, racional.  He quedado con él… el primer todo. El primer filósofo, el primer matemático, el primer astrónomo. 
Todas, repito, TODAS mis carpetas escolares estuvieron forradas con su imagen...Tales.
Aún conservo alguna de dichas carpetas de aquellos años de adolescencia. 
Hemos quedado para comer una musaka en el bar Casa Adonis, un referente gastronómico de la zona. Y sí, una vez más él es el primero en llegar. Antes de tiempo.

TEXTO POR MIA MEN
ILUSTRADO POR MARÍA RODRÍGUEZ
ARTÍCULOS
FILOSOFÍA | TALES
18 de Marzo de 2021

Tiempo medio de lectura (minutos)

—Señor Tales de Mileto, qué honor.
—Hola, joven. Pero ¿por qué esa manía que tienen de llamarme así? ¿Acaso yo la llamo a usted Mia de España? 
—Disculpe, tiene usted razón. Tales, a secas, si le parece. Es un placer hablar con usted, ya que lamentablemente no hemos tenido oportunidad de leer nada de su puño y letra… Señor Tales, tengo tanto que preguntar que no sé por dónde empezar.
—El agua.
—¿El agua?
—El agua —repite él con seguridad. 
—Le pido agua al camarero, no se preocupe. ¡Agua y musaka para dos, por favor!
—No, no, digo que todo empezó gracias al agua. Es el arjé, el principio constitutivo de todo. Inmutable. ¿Es usted consciente de que el agua se mueve sola? El agua tiene la capacidad de adquirir otros estados, ergo es el principio y el final de todo.  Seamos sinceros, ahora mismo estamos sentados aquí, en Casa Adonis, pero la supuestamente firme tierra que pisamos es una isla flotante sobre el agua.  
—Algo he leído, efectivamente, sobre este tema, creo recordar que en palabras de Aristóteles. Pero me llama la atención su comentario, ya que suele dirigir usted su mirada hacia arriba y no hacia abajo.
—Ya veo que la noticia ha corrido rápido por estos lares —se lamenta el filósofo—.  Es increíble. A los humanos les provoca mayor regocijo una caída ajena que una suculenta cena en boca propia. Siempre he sido de la opinión de que la cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la más fácil es hablar mal de los demás. Sí, mirando hacia el cielo me caí. Ah, aquí llega nuestra musaka y unas aceitunitas griegas.

—A ver —le digo—, algo he oído en palabras de Platón… se comenta que iba usted turbado por la belleza de las estrellas y cayó en un pozo. 
—Hay quien dirá que me caí y algunos otros que me tiré. Pero la verdad es que a la amable señora que fue testigo de tal momento, le espeté que se me escapó lo que tenía a mis pies por mis ganas de conocer aquello que el cielo me ofrecía. 
—Admirado Tales, usted siempre ha vivido un poco en las nubes. No olvidemos su histórica predicción de un eclipse solar allá por el año 585 a. C. Según tengo entendido, cuentan que dicho fenómeno tuvo lugar en medio de una batalla, por lo cual hubo quienes creyeron que se trataba de una señal divina…
—Los eclipsé a todos —responde jocoso—. Sí, señal divina... También hay quien dice que las vacas vuelan, pero no he tenido la oportunidad de observar ninguna. Ni divina ni divino. Lo que predije fue que el astro que vulgarmente llamamos Luna iniciaría un desplazamiento tal que cruzaría lo que algún otro pensador llamará piedra incandescente, léase el Sol. Por cierto, esta musaka está de escándalo.
—Muy buena, en efecto. Por cierto, en la actualidad existe un pequeño cráter en la Luna llamado Tales en su honor.
—Desconocía tal dato. ¿Eso da dinero? Como fuere, el cielo me interesa especialmente, sí. La situación de las constelaciones ha sido un elemento fundamental en mis estudios, tanto en cuanto siempre he sido consciente de la relevancia que las mismas tienen para los navegantes a la hora de situarse. Ahora que lo pienso, sí que tiene cierta gracia que me cayera…
—Realmente, y con todos mis respetos, recuerda al inicio de un chiste: «Con la finalidad de situarse, Tales de Mileto se cae en un pozo».
—Sí, sí, muy gracioso. Me apunto en la agenda «reírme más tarde». Fui el primero en…
—¿No me diga que fue el primero en algo? —pregunto, curiosa.
—Así es, los hombres de mar solían guiarse en sus travesías por la conocida, posteriormente, como Osa Mayor. Craso error. Mis estudios me convencieron de una guía mejor.
—La brújula no sería, porque se inventó en el Renacimiento…
—No sé de qué me habla, señorita. Yo me refiero a lo que usted conocerá como la Osa Menor, que sorprendentemente contiene la Estrella del Norte. 
—La Estrella Polar, para que nos entendamos —añado—. Es curioso que estudie usted el cielo, pero no para honrar a los dioses.
—Tal cual. Paso olímpicamente de los dioses. Olímpicamente… ¿Lo pilla? Los dioses del olimpo... 
—Sí, sí, muy gracioso. Me apunto en la agenda «reírme más tarde» —respondo, devolviéndole la chanza—. Disculpe que cambie de tercio, pero ¿también le podemos considerar el primer matemático? Porque tengo la ligera sensación de que era usted aficionado a medirlo todo…
—Sí, medir es una de mis pasiones. Era joven y no estoy seguro, pero creo recordar que una visita a Egipto me influyó en este amor por las matemáticas. Una de las cosas que medí fue la altura de la gran pirámide gracias al mundialmente conocido Teorema de… el teorema de… Lo tengo en la punta de la lengua… el teorema de…
—El teorema de Tales.
—Eso, no me salía. Gracias, joven. El conocido teorema establece que «Toda recta paralela a un lado de un triángulo, forma con los otros dos lados o con sus prolongaciones otro triángulo que es semejante al triángulo dado». Es decir, que, si en un triángulo se traza una línea paralela a cualquiera de sus lados, se obtienen dos triángulos semejantes. Triángulos semejantes son aquellos que tienen la misma forma, pero diferente tamaño. Gracias a este planteamiento fui capaz de discernir la medida de un triángulo semejante a la pirámide y por ende la medida de la pirámide. Pero, además de eso, también fui el primero en…
—Y dale... 
—Digo que fui el primero en descubrir que el diámetro divide al círculo en dos partes iguales. Fíjese qué tontería. O que los ángulos de la base de los triángulos isósceles son iguales. Isósceles. ¿Se va a acabar esa musaka?
—Toda suya, si se queda con hambre. Ah, no olvidemos que fue usted el primer filósofo, el primero que empieza a plantearse respuestas racionales a las preguntas que siempre nos habíamos hecho.
—Veo que me sigue usted, se lo agradezco. Así es, las preguntas siempre han sido las mismas. Lo que cambió gracias a mi fueron las respuestas. Pero, de hecho, todo en mi vida ha tenido la misma finalidad, demostrar la importancia de la filosofía. Ya sean las innovaciones de astronomía, las matemáticas… de la disciplina que fuere, siempre ha sido con el objetivo único de poner en relieve la importancia de la filosofía. Uy, se me ha hecho tarde, si no le sabe mal, me retiro. He quedado para tomar una infusión con mis discípulos Anaxímenes y Anaximandro. Son majos, pero se han emperrado en plantear arjés diferentes que yo y me tienen frito. Un placer.
—Igualmente.

Tales se ha marchado. Una vez más el primero. Y así, sin más. Y sin pagar. 

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