Historia de las latas de conserva, pequeño relato de tamaño planetario

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La exploración espacial, la navegación —tanto aérea como marítima—, los medios de locomoción terrestres y las comunicaciones a escala planetaria han supuesto avances no solo en los asuntos científico-tecnológicos en los que intervienen, sino también en la vida cotidiana de las personas: cocinas con toda suerte de automatismos, ambiente en el interior de los edificios, tejidos aislantes y termoestables en el medio exterior, utensilios variados para las vidas más sedentarias, como las latas de conservas. 

TEXTO POR ROSA MARÍA HERRERA
ILUSTRADO POR DINO CARUSO GALVAGNO
ARTÍCULOS
ALIMENTACIÓN | LATAS DE CONSERVA
6 de Septiembre de 2021

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En la actualidad, las latas de conserva se reciclan, y eso es una buena noticia: el usar y tirar y si te he visto no me acuerdo ya no cuela.

Primeras ideas sobre preservación y cuidado de alimentos

Hay rastros de algunas ideas sobre la conservación de ciertos alimentos sometidos a 100 ºC en un recipiente hermético desarrolladas durante el siglo XVIII; parece que nuestros antepasados observaron que se conseguía ralentizar la degradación de dichos productos.

Esta situación propició el ambiente idóneo y así se refleja la existencia de un emprendedor francés experto en restauración y confitería, Nicolas Appert (1749-1841), sujeto con una vida bastante azarosa, llena de éxitos y fracasos, acostumbrado a tomar decisiones arriesgadas con diferente grado de consecución de sus propósitos. Nicolas logró interesar a la marina con las primeras propuestas básicas sobre conservación hermética de alimentos. Esta idea resultaba atractiva, dado que, en los viajes por mar, especialmente de largo recorrido, siempre ha habido que preocuparse por hallar soluciones para que los tripulantes y viajeros pudieran alimentarse adecuadamente durante largas travesías. No obstante, los primeros envases herméticos no garantizaban la total salubridad de los alimentos contenidos y se producían bastantes casos de enfermedades, aunque no tan masivamente como sin estos envases, es decir que aun así suponían mejoras considerables, y se siguió con la dinámica del perfeccionamiento que ha llegado hasta la actualidad y continúa cada vez con mayor calidad.

La necesidad de mantener alimentos en buen estado

Una innovación de apariencia sencilla, una vez puesta en marcha, comenzó a crecer por el mejoramiento de gran alcance de la calidad alimenticia que ofrecía siempre a todo tipo de viajeros. El inglés Peter Durand (1776-1822) empezó a usar recipientes de hojalata para mantener alimentos en buen estado. Estas cajas había que abrirlas de manera bastante tosca con herramientas metálicas u otros utensilios contundentes no pensados inicialmente con esa finalidad.

Los orígenes de las latas de conserva, en sentido más refinado, nos llevan a la segunda mitad del siglo XVIII. La marina de los Países Bajos se servía de cajas de hojalata para conservar en grasa algunos alimentos. Al llegar el siglo XIX, este país tenía una pequeña industria para mantener en buen estado salmón salado guardado en lata, ahumado y envuelto en mantequilla salada o aceite. Estos métodos de conservación se fueron perfeccionando y junto con los medios de transporte se empezaron a usar en los ejércitos para asegurar el aprovisionamiento los alimentos, pero no solo, sino que simultáneamente se fueron adecuando a las necesidades domésticas.

La formación de Estados Unidos y los alimentos en conserva

Los aventureros son personalidades que florecieron con distintos grados de fortuna en la etapa creativo-constructiva de los Estados Unidos de América. En Texas, el emprendedor industrial Gail Borden (1801-1874), polifacético e inquieto personaje que a veces aparece como ingenioso inventor, como experto agrario o escritor —y quién sabe qué otras destrezas—, se ocupó de consolidar las estructuras básicas en las regiones más orientales de la nación, en la etapa en que se estaba construyendo esta sociedad ubicada entre dos océanos. Activo personaje, como los mineros, cazadores y colonos que trabajaban para lograr la habitabilidad de este territorio con el fin de asentarse y construir una sociedad estable (para formar una nación), Borden había cosechado previamente mucho éxito con la fabricación de leche condensada —a pesar de que las vacas no contaban con una adecuada alimentación consistente, según describen las crónicas—, principalmente a base de lo que había a mano: sustancias a base de desechos de destilerías de alcohol y otros productos de parecido contenido nutritivo y de higiene bastante dudosa. Pero no hay que engañarse con nuestra mirada aséptica e higiénica, mejor era eso que nada y de facto se trata de un éxito que le permitió a su propulsor acumular un capitalito, y que, según se suele citar en la literatura al respecto, recibía gran cantidad de pedidos, y adquiriendo rápidamente clientes en diferentes estados.

Conservas viajeras y sedentarias

A comienzos del siglo XIX, la navegación por océanos y grandes mares era una actividad común, ya que los mares del mundo se exploraban desde centurias atrás. La conservación de los alimentos en viajes de largo recorrido no estaba totalmente resuelta, aunque había mejorado notablemente. Este ambiente era propicio para intentar que el asunto de la alimentación de navegantes dejara de ser un problema, tanto en los ejércitos como en barcos mercantes o de otro tipo: exploradores, pescadores y otros navegantes que necesitaban conservar en buen estado los alimentos por periodos prolongados para evitar enfermedades carenciales como el escorbuto y otras dolencias igualmente terribles.

La situación mejoró considerablemente con el perfeccionamiento de las latas metálicas para la conservación de alimentos.

Estos contenedores metálicos herméticos, perfeccionados para una duración prolongada, resultaban interesantes para abastecimiento en largas travesías. Con la idea de optimizar y variar su contenido, se mantenía en buen estado cada vez una mayor variedad de alimentos a temperatura ambiente, ocupando el espacio mínimo indispensable, con facilidad de transporte y uso, es decir, utilizando los estándares para optimizar y garantizar una buena navegación. Además, en no mucho tiempo se diseñaron para abrirse más fácilmente con una herramienta ad hoc, el «abrelatas».

Con la idea de optimizar y variar su contenido, se mantenía en buen estado cada vez una mayor variedad de alimentos a temperatura ambiente, ocupando el espacio mínimo indispensable, con facilidad de transporte y uso, es decir, utilizando los estándares para optimizar y garantizar una buena navegación.

De paso, el uso de las conservas se fue generalizando en otros contextos y resultó útil para vidas menos ajetreadas.

Cámara de ionización (o lata de conserva) para un premio Nobel

Ocasionalmente, las latas de conserva han tenido una vida secundaria y han servido para otros fines más o menos de emergencia o ingeniosos, algunos de premio.

Situémonos en el laboratorio de la pareja Curie, la cámara de ionización que utilizaron en sus experimentos de estudio de la radiactividad, Marie y Pierre, estaba construida con una lata de conserva.

La cámara de ionización formaba parte de un dispositivo constituido por un electrómetro que tiempo antes habían fabricado los hermanos Curie y una pieza de cuarzo piezoeléctrico.

La cámara de ionización estaba formada por un condensador de placas; la placa superior estaba conectada al electrómetro, la placa inferior cargada a un potencial conocido, esta última estaba recubierta de una capa delgada de la sustancia examinada.

Los Curie tuvieron que ubicar dicha instalación electrométrica en una habitación atestada de objetos variados y húmeda donde encontraron el sitio adecuado. Es decir, no era un laboratorio idílico y fotogénico; sin embargo, sirvió para realizar un experimento de alto nivel que condujo a conseguir el premio Nobel a sus realizadores el que compartieron a medias con Becquerel (por el descubrimiento de la radioactividad).

Latas, el consumo continuado y seguro

En lo que va de siglo XXI, las mejoras se siguen produciendo tanto en la estructura mecánica, en los procesos de fabricación con usos avanzados de tecnología de soldadura, como en la facilidad de utilización para las personas con diversidad funcional.

Durante el siglo XX se generalizó su uso en toda la sociedad, la industria agroalimentaria se vio así muy favorecida, pues la conservación de carnes, pescados, verduras, lácteos y gran variedad de productos alimenticios, también los precocinados, se facilitó enormemente. Esta generalización facilitó mucho la vida, dado que liberaba gran cantidad de tiempo y permitía conservar alimentos sin que se generasen pérdidas por descomposición u otros motivos de degradación de los productos.

Asimismo, la fabricación de estos recipientes tiene una historia continuada de mejoras: recipientes menos engorrosos y más seguros, apertura con facilidad, envases de aleaciones más ligeras y menos costosas, etc. En las cajas de una pieza y una tapa de apertura sencilla, se pasó de la fabricación con hierro y estaño a otras aleaciones con magnesio o manganeso, y hacia 1970 ya existía una nueva aleación: el acero electrolítico recubierto de cromo. A mediados de los años 1970 se consiguió que el metal tuviese menor grosor. La reducción del espesor del metal llevó a mejorar el rendimiento mecánico o la resistencia necesaria para apilar, y, simultáneamente, resistir la presión interna y externa. Paulatinamente, en las siguientes décadas se sucedieron mejoras tanto para la conservación del alimento en el interior de las cajas como para el usuario, gracias a la facilidad de utilización y conservación en buen estado.

En lo que va de siglo XXI, las mejoras se siguen produciendo tanto en la estructura mecánica, en los procesos de fabricación con usos avanzados de tecnología de soldadura, como en la facilidad de utilización para las personas con diversidad funcional.

En la actualidad, las latas de conserva se reciclan, y eso es una buena noticia: el usar y tirar y si te he visto no me acuerdo ya no cuela, el planeta no se domina usando y tirando todo y haciendo desechable cualquier objeto. Nuestro planeta, que es nuestra nave espacial, debe cuidarse para que funcione bien.

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