Siempre se ha dicho que los ojos son el espejo del alma, pero todos conocemos su función. Los oídos, las manos, la lengua… Cada rincón de nuestro cuerpo es como una puerta que nos da paso a saber por qué somos los seres que somos y qué es lo que nos hace tan mamíferos, tan vertebrados y, en definitiva, tan humanos. Pero, ¿qué se esconde tras el botón de la risa? Más allá de hacernos reír cuando somos niños, ¿cuál es la función de nuestro ombligo? Crucemos, pues, esa puerta para conocer qué se esconde tras él.
¡Ring Ring! De nuevo las manos de mi madre se disponían a hacerme reír con aquel botón mágico. ¡Ring Ring! El botón de la risa, una y otra vez, hasta que mis lágrimas salían a borbotones por mis ojos. Este botón de la risa esconde muchos secretos, me decía, y tras él está la clave para ser felices, siempre.
Todos sabemos la importancia del cordón umbilical, nexo de unión entre el bebé y la placenta cuando está dentro del útero de su madre. Aquel tubo flexible, de entre cincuenta y setenta centímetros de longitud, conecta al pequeño ser humano con los nutrientes y muchas biomoléculas que le dotarán de vida. Realmente es una parte más de la «placenta», palabra derivada del latín que significa, literalmente, «torta plana», y que define al órgano que permite la entrada y salida de nutrientes y desechos, así como servir de escudo protector, pues permite el paso de moléculas como anticuerpos (en concreto inmunoglobulinas de tipo G, IgG) que protegen al futuro bebé de determinadas infecciones.
el ombligo... Es nuestra primera cicatriz, un recuerdo de lo que fuimos antes de ser, de la unión con las mujeres que nos regalaron la vida.
La gelatina de Wharton, también llamada «airbag de la placenta», envuelve dos arterias entrelazadas provenientes del bebé y una vena cuyo origen está en este órgano plano y que permiten al cordón, tras el nacimiento, dejar como cicatriz el ombligo; tan simple y tan complejo, tan igual y tan distinto para cada uno de nosotros. Es nuestra primera cicatriz, un recuerdo de lo que fuimos antes de ser, de la unión con las mujeres que nos regalaron la vida. De hecho, es esta gelatina la que permite que en caso de que el bebe nazca con el cordón enrollado en el cuello no suela haber complicaciones. Este aspecto gelatinoso permite que, según vaya progresando el parto, el personal sanitario pueda ir girando al bebé y desenrollándolo de una manera suave y sin causar problemas.
«¿A qué te refieres con la clave para ser felices?», le preguntaba a mi madre día tras día, año tras año, según fui creciendo y averiguando más cosas sobre el ombligo. Al final, no deja de ser la cicatriz que nos queda tras cortar el cordón umbilical que nos une a la placenta. Así que mi curiosidad no me dejaba otra opción que seguir leyendo e investigando más.
Quizás el momento de cortarlo era esencial para la formación de nuestros ombligos. Por un lado, no podemos pasar por alto las células madre que contienen su sangre, células todavía sin especializar que pueden formar muchos de los tejidos de nuestro organismo. Pero más allá del potencial que puedan tener sus células, se ha visto la importancia que tiene mantener unido el bebé a la placenta el mayor tiempo posible, para que pase la mayor cantidad de sangre al cuerpo del pequeño ser humano, siempre siguiendo las recomendaciones de la OMS.
Una moda reciente, llamada parto LOTUS, apuesta por no cortar este cordón y esperar a que se desprenda solo, de forma natural, pero ello también puede conllevar peligros tanto para la madre como para el bebé, ya que el riesgo de infección aumenta considerablemente.
Pero… ¿Qué hay detrás del ombligo? ¿A dónde va el cordón umbilical? El momento en el que el bebé nace y respira por primera vez es de vital importancia pues supone el arranque de nuestro sistema respiratorio. La sangre llega por primera vez a los pulmones y las dos arterias que forman nuestro cordón umbilical empiezan a hacerse cada vez más pequeñas, a contraerse, y así parar el riego sanguíneo de la placenta. Cuando estos conductos se cierran se forman ligamentos hacia el hígado que permanecen en la parte interna de nuestro ombligo. Por un lado, la parte más cercana a nuestro botón de la risa formará ligamentos que no serán muy útiles, la verdad, pero la parte más interna del mismo formará parte del sistema circulatorio y se unirá con la vejiga, el útero en las mujeres y el conducto que llevará el esperma en los hombres. Incluso existe algún caso muy minoritario en el que se genera un conducto que une directamente la vejiga con el ombligo, pudiendo producirse fugas de orina a través del mismo (esto se soluciona con una operación tras el parto).
—Así que esta es la verdadera razón por la que el botón de la risa es la clave para que seamos felices, ¿no? Las cosquillas que sentimos al tocar el ombligo por la zona de la vejiga y la pelvis son resultado de esos ligamentos que se forman tras cortar el cordón, ¿por eso nos hace tan felices? —pregunté a mi madre cuando comprendí todo aquello. —No, hija, esa no es la clave. La clave es que gracias a esa cicatriz tú estás aquí, todos la tenemos, y el estar vivos es lo que nos permite ser felices.
Una moda reciente, llamada parto LOTUS, apuesta por no cortar este cordón y esperar a que se desprenda solo, de forma natural, pero ello también puede conllevar peligros tanto para la madre como para el bebé, ya que el riesgo de infección aumenta considerablemente.
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