Don Quijote de la Mancha, molinos de viento, turismo, rock y metal

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Si eres de mi generación, recordarás, la obligación de leer El Quijote en el instituto: Es una obra magistral. Mundialmente conocida. Es de lectura imprescindible, decían tus profesores. Si, para entonces, tenías quince años, quizás, no lo saboreaste como debías. Y es ahora, con el paso del tiempo, y el placer de leer sin prisas, cuando puede que le saques su maravilloso jugo. Esta vez, no habrá examen a propósito del texto.
Si te lanzas a descubrir por qué esta obra, es una de las más importantes de la literatura universal, publicada en más de ciento cuarenta lenguas, continúa leyendo, y… empieza a organizar tu próximo viaje a Campo de Criptana o, ¿por qué no?, a un concierto de Rock.
Descubrirás cómo esta obra, influyó no sólo en la literatura de su época, si no también en la cultura actual nacional e internacional.

TEXTO POR CELIA ARROYO-LÓPEZ
ILUSTRADO POR CLAUDIA GRECIANO
ARTÍCULOS
LITERATURA | MÚSICA
10 de Abril de 2024

Tiempo medio de lectura (minutos)

Este tío está muy loco

Puede que nuestro hidalgo fuese, simplemente, un soñador, como muchos de nosotros. Bendecido con un compañero leal que trata de ayudarle. Pero, a veces, ni un fiel escudero nos libra del error ni del arrepentimiento.

Veamos, por ejemplo, el capítulo VIII, «La Batalla de Don Quijote contra los Gigantes» y, cómo este ha influido enormemente la cultura y las artes de todo el mundo:

«En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino».

Este es, probablemente, uno de los capítulos más conocidos e icónicos de la obra. La locura de un hombre contra enormes gigantes. La lucidez de Sancho ante tremenda osadía y los impertérritos molinos. Cervantes menciona los molinos de viento en varias ocasiones a lo largo de la historia. El motivo ha sido objeto de investigación a lo largo de los siglos. Se cree que, aunque los molinos ya se conocían en la zona mediterránea, se implantaron en 1575 en La Mancha como algo novedoso. Si tenemos en cuenta que Miguel de Cervantes Saavedra publica la primera parte de El Quijote en 1605 y la segunda en 1615, en esas fechas, los molinos ya eran muy cool en tierras manchegas. Unas máquinas inauditas y maravillosas.

El mensaje oculto de Cervantes en los molinos

Como siempre, una buena historia debe contar con teorías «conspiranoicas», y esta obra no iba a ser menos. Algunos investigadores sostienen que el pasaje tiene una doble lectura. Se sospecha que Cervantes lo identifica con la guerra que enfrentaba a la Corona Española con los Países Bajos por su independencia: La guerra de Flandes. Donde, además (atención spoiler), la derrota frente a las aspas del molino simbolizaría la victoria de los rebeldes. Si esto es así, solo Cervantes lo supo.

Entonces, ¿qué pasa con los molinos? ¿Cómo eran?

Esta es la pregunta del millón y muchos han tratado de responderla. Aunque la obra de Cervantes no era ilustrada, a lo largo de los años, las distintas traducciones y ediciones se permitieron la licencia de incluir una variada iconografía de molinos de viento, inspirados en sus referentes más cercanos. Puedes ver algunas de las litografías en el artículo de Sánchez Molledo. Así, por ejemplo, en la traducción de Thomas Shelton de 1612 se incluye por primera vez un grabado. En ella se ve un molino característico de la Inglaterra del siglo XVII. En ediciones y traducciones posteriores se recogen infinidad de variaciones: molinos con forma de trípode, cilíndrico, con caperuza cónica de paja, con cuatro o seis aspas rectangulares o triangulares, con o sin lona.

La iconografía es por lo tanto diversa desde el siglo XVII. Pero…

¿Existieron o no existieron los molinos de viento?

Aunque hay diversidad de opiniones, muchos cervantinos creen que estas gigantescas moles son las de Campo De Criptana (Ciudad Real). En esta localidad, los molinos de viento eran especialmente numerosos, según el catastro del Marques de la Ensenada de 1752. En él se citan treinta y cuatro molinos harineros, de los que tan solo se conservan diez hoy en día. Tres del siglo XVI y siete del siglo XX. Del resto quedan algunas ruinas. No obstante, el recuerdo está presente en esta localidad, en el nombre de muchas de sus calles.

Vale, sí, y ¿cómo eran?

El modelo que, quizás, inspiró Cervantes es de tipo torre, con planta circular, de piedra, enjalbegada con cal. La cubierta, de madera, es cónica, con cuatro aspas cubiertas por lonas. Su techo gira gracias al palo de gobierno y puede orientarse para aprovechar los vientos. Puedes visitarlos en los cerros Sierra de los Molinos y Cerro de la Paz, declarado Sitio Histórico de Interés Cultural.

Son molinos harineros de tres pisos. En el superior está la maquinaria, que transmite la fuerza del viento a las piedras de moler grano. En el intermedio se tamizaba la harina molida. Y en el piso inferior se envasaban y almacenaban los sacos de harina. Listos para su venta y distribución. Denominación de origen la Mancha.

¿Y qué pinta el rock y el metal en todo esto?

Pues si Cervantes hubiese sabido de la repercusión de su obra se le rizarían las puntas del bigote y se le caería el almidón de la lechuguilla de su cuello. Las aportaciones de este autor son impresionantes. Ha servido de inspiración no solo en la literatura, también en el teatro, ballet, música clásica, ópera, música popular, folk, jazz, rock, metal, música electrónica, cine o pintura, a escala planetaria.

Las aventuras del Caballero de la triste figura han servido y sirven de inspiración a muchos artistas. Y como muestra os dejamos ejemplos de obras musicales en el folk, rock, metal o flamenco, mientras leéis con fruición, el siguiente capítulo de El Quijote.

Los 5 latinos (Don Quijote, 1962), Rocío Durcal (Rocío de la Mancha, 1962), Los Estudiantes (Don Quijote, 1964), Los Relámpagos (Dulcinea, 1965), Gordon Lightfoot (Don Quixote, 1972), Mägo de Oz (La leyenda de la Mancha, 1998), Fito y los Fitipaldis (Un buen castigo, 2004), Los Delinqüentes  (Don Quijote de la Mancha, 2006), Red Hot Chili Peppers (Quixoticelixer, 1999/2006), Coldplay (Don Quixote, 2010), Protest the Hero (Tilting against Windmills, 2013), Samantha Crain, (Windmill Crusader, 2017)…

 

Bibliografía

Artículos:

  • Sánchez Molledo, José María (1993), La aventura de los molinos de viento en el Quijote, Actas Cervantistas del III Coloquio Internacional. Pp. 337-371
  • López Navia, Santiago (2010), La recepción del Quijote en el Rock español Ministerio de Ciencia e Innovación Centro de Estudios Cervantinos, pp.683-695.

Libros:

Webs:

Principia Magazine en portadas

 

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