Retrato del anatomista adolescente

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¿Te imaginas estudiar medicina sin haber visto nunca el interior de un cuerpo humano? En tiempos del médico Andreas Vesalius (1514 – 1564), conocido como el «padre de la anatomía moderna», la disección de cadáveres humanos estaba prohibida, pero esto no lo detuvo. Con solo 29 años publicó De Humani Corporis Fabrica, un manual de anatomía que desafió la tradición de Galeno y sentó las bases de la medicina moderna basada en la observación directa.

TEXTO POR LORNA TOSELLI
ILUSTRADO POR RAÚL LORENZO
ARTÍCULOS
ANATOMÍA
8 de Noviembre de 2024

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Con el desarrollo de imágenes médicas y los avances de la inteligencia artificial, hoy es difícil imaginar épocas en las que los médicos se formaban sin acceso a este conocimiento anatómico y fisiológico. El médico nacido en Bruselas, Andreas Vesalius, jamás pudo haber soñado con la tecnología que hoy está al servicio de la medicina.

Vesalius recorría los caminos donde se depositaban cuerpos de ejecutados y, como quien recoge conchas marinas, el joven rescataba huesos humanos para dibujarlos, describirlos y explicarlos. Aquellos que murieron en el olvido de un castigo, sobrevivieron para siempre en su revolucionario estudio de anatomía.

Los cambios para un renacer del Hombre

En la Europa medieval,  la disección de cadáveres humanos estaba prohibida por ley debido a motivos religiosos, por lo que mutilar un cuerpo era considerado un sacrilegio. Los estudiantes de medicina debían escuchar la prédica de un catedrático que leía en voz alta los textos del filósofo y médico griego del siglo II d. C, Galeno de Pérgamo. Luego un cirujano-barbero realizaba la disección de un animal, no de un humano, para demostrar lo aprendido.

Para Vesalius esto no era suficiente. Estaba convencido de que la medicina debía basarse en la observación directa, lo que no era posible siguiendo la restrictiva tradición medieval. Como hijo de la Época del Renacimiento, creía que el descubrimiento de la esencia del hombre se lograría mediante la observación cercana y precisa. Esta era la misma visión que compartía con los artistas de la época que buscaban retratar al ser humano con un realismo fiel a la naturaleza.

Una base sólida para desafiar la tradición

La vida de Andreas Vesalius estuvo desde siempre ligada a las ciencias de la salud. Heredó una extensa biblioteca con múltiples títulos de medicina y adquirió el hábito de la lectura a temprana edad. Además, su padre fue boticario de un poderoso monarca, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de España con el nombre de Carlos I. Décadas antes, su abuelo había sido médico de la corte de los Habsburgo.

El médico belga estudió con fervor los libros de Galeno, que por más de mil años predominaron en la medicina europea. Con el tiempo, su consistente formación le permitió desafiar y destronar a Galeno, el «príncipe de los médicos y maestro de todos», como lo llamaba con admiración. Descubrió errores en algunas de sus descripciones anatómicas y se dio cuenta que las imprecisiones del maestro se debían a que se había basado en disecciones de animales, no de humanos. Sin embargo, nunca dejó de admirarlo.

Andreas Vesalius derribó la pasiva escena clásica de aprendizaje de las ciencias médicas y modernizó sus tradicionales métodos. Llevó a clases un cadáver humano a la mesa de disección y él mismo se encargó de explicar la teoría, mientras iba mostrando cada detalle a sus estudiantes. Inició así una auténtica revolución en los métodos de enseñanza y en la profesión médica.

Convergencia de ciencia y arte

Aunque Vesalius inició su formación académica en la carrera de arte, pronto cambió de rumbo y se graduó de médico, posiblemente influenciado por la tradición familiar. Con los años, supo unir sus dos pasiones, en una época en que ciencia y arte se vincularon estrechamente.

En 1543, publicó De Humani Corporis Fabrica («Sobre la estructura del cuerpo humano»).  Un año más tarde Carlos V lo llamó para integrarse a su equipo de médicos. El joven belga publicó una obra de anatomía que se impondría como lectura obligatoria en la enseñanza de la medicina por siglos.

En esta obra, que aún se imprime, las figuras de gráciles cuerpos parecen moverse de forma orgánica a través de las hojas de un libro de cientos de xilografías, explicando huesos, músculos, el sistema vascular, el sistema nervioso, órganos abdominales y torácicos. Incluso contenía una descripción detallada del cerebro y sus cavidades.

Encontrar en la actualidad libros de anatomía con ilustraciones de figuras humanas numeradas junto con sus respectivas explicaciones es algo común. En esa época, si bien no fue el primero, fue uno de los pioneros en el arte de la ilustración médica.

Se ha especulado que los dramáticos y expresivos dibujos fueron realizados por artistas del taller de Tiziano. Lo que está claro es que sus diseños son un arte en sí mismos. Las figuras humanas aparecen en inusuales posturas: algunos colgados con una soga al cuello, otro como un pensador reflexionando afirma su cabeza con la mano apoyado en una mesa, mientras algunos aparecen con sus músculos que parecen derretirse en capas que se despliegan hacia abajo, separados por números para facilitar su explicación.

El detalle de sus dibujos y la precisión en la descripción del cuerpo humano aún asombran; un logro notable en tiempos en que la disección humana era un tabú.

El legado de un navegante a contracorriente

En el siglo XIII las disecciones humanas se permitían solo con estrictas limitaciones; una cada cinco años. En el siglo XVI, cuando Vesalius comenzó su trabajo, estas restricciones se fueron flexibilizando en algunas partes de Europa, lo que le permitió acceder a cadáveres de ejecutados o de personas que nadie reclamaba tras su fallecimiento. Con frecuencia se veía a Andreas Vesalius deambular por el Cementerio de los Inocentes en París.

El joven médico fue un adelantado a su tiempo. Instauró que las conclusiones científicas se debían basar en observaciones directas, disecciones sistemáticas, pero de humanos, para conseguir un mejor estándar del estudio anatómico. Gracias a eso, no sólo mejoró el conocimiento del cuerpo humano y su estructura interna, sino que también transformó los métodos de enseñanza de la medicina de la época.

Aunque murió en 1564 tras naufragar su barco cerca de la isla griega de Zante, su legado vive en la historia de la medicina y en la enseñanza de la anatomía. «El genio vive eternamente, todo lo demás es mortal», dice el epitafio de su tumba.

 

Referencias

 

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