Ángeles Alvariño, pasión por el mar y la ciencia

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«He nacido en una noche de huracán. Volaban tejas, caían árboles y murallas. Así me embelesa el viento, el mar furioso y las olas bravas y arrogantes batiendo las costas graníticas. Y así es también mi carácter».

TEXTO POR NATALIA MÉNDEZ MERINO
ILUSTRADO POR MARTA GALERA
ARTÍCULOS | MUJERES DE CIENCIA
MUJERES DE CIENCIA | OCEANOGRAFÍA
31 de Enero de 2025

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Sarsia es el nombre de un grupo de organismos marinos de pequeño tamaño dentro de la clase Hydrozoa. Son similares a las medusas, pero tienen cuatro tentáculos y están ampliamente distribuidos en los océanos del mundo. Sarsia era también el nombre del buque oceanográfico británico, en el que se embarcó por primera vez en la historia del Reino Unido, una mujer en calidad de investigadora. Hablamos de Ángeles Alvariño, la científica gallega que se convirtió en un referente internacional, por sus logros en el campo de la oceanografía.

Ángeles nació el 3 de octubre de 1916 en Serantes, un pequeño pueblo costero de Galicia, en la provincia de Coruña y fue sin duda alguna una niña precoz. Hija del médico de la localidad, Antonio Alvariño, a los tres años ya sabía leer y aprendía solfeo y piano. Estudió primero en el instituto Concepción Arenal de Ferrol y después en la Universidad de Santiago de Compostela. Más tarde se matriculó en la Universidad de Madrid, para estudiar la carrera de Ciencias Naturales, que tuvo que finalizar al acabar la guerra civil y que culminaría con la realización de un máster en la misma disciplina. Como en el caso de otras muchas investigadoras e investigadores, la guerra civil supuso un parón en el desarrollo de su carrera; que afortunadamente en este caso, no fue definitivo ni acabó en el exilio.

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Nada más finalizar sus estudios, impartió clases en colegios universitarios de Ferrol, pero volvió en 1948 a Madrid, obteniendo una beca para trabajar en el Instituto Español de Oceanografía entre 1950 y 1952, año en el que consigue una plaza por oposición, que le permitirá permanecer en este centro. Es en ese periodo, en el que se considera que Ángeles se especializa en biología marina y escribe con Olegario Rodríguez (biólogo de la Subsecretaría de la Marina Mercante), su primer libro titulado «Anguilas y angulas. Biología, pesca y consumo».

Más tarde, se desplaza a Vigo para tomar posesión de su plaza y apenas un año después ya se estaba trasladando nuevamente (esta vez a Reino Unido) para trabajar sobre indicadores planctónicos en el Plymouth Marine Laboratory, uno de los centros de investigación marina, más prestigiosos de Europa. El trabajo de Ángeles Alvariño en esta institución fue muy extenso; ya que analizó gran cantidad de muestras de zooplancton almacenadas en su laboratorio y no satisfecha con esto, se embarcó en repetidas ocasiones para obtener más y ampliar sus estudios.

Su carrera profesional está llena de hitos. Se la conoce como una de las precursoras de la oceanografía a nivel mundial, fue la primera mujer embarcada como científica en un buque oceanográfico británico y descubrió 22 especies de organismos marinos, entre las que se encuentran varias del género Sagitta, Spadella o Lensia.

Igual de impresionante que todos sus logros, resulta el hecho de que hasta hace bien poco, esta brillante investigadora fuera prácticamente desconocida, incluso entre los profesionales del sector. ¿Cómo es posible que una mujer pionera, visionaria y autora de tales hazañas haya pasado años en el más completo anonimato, ignorada por la gran mayoría de la sociedad?

Por si todo esto no fuera suficiente, Ángeles llegó en 1958 al Woods Hole Oceanographic Institution, gracias a una beca Fulbright, donde trabajó con la mismísima Mary Sears, otra referente en el mundo de la oceanografía; a la que impresionó con su trabajo y que la apoyó para formar parte del Scripps Institution of Oceanography en La Jolla (California), una de las instituciones más prestigiosas del mundo en materia de investigaciones marinas.

Desde ese momento hasta su jubilación (en el año 1987), Ángeles desarrollaría prácticamente toda su carrera en Estados Unidos, lo cual lamentablemente no es de extrañar; ya que seguramente tenía acceso a muchísimos más recursos que en nuestro país, que se encontraba aún, en plena dictadura franquista.

Igual de impresionante que todos sus logros, resulta el hecho de que hasta hace bien poco, esta brillante investigadora fuera prácticamente desconocida, incluso entre los profesionales del sector. ¿Cómo es posible que una mujer pionera, visionaria y autora de tales hazañas haya pasado años en el más completo anonimato, ignorada por la gran mayoría de la sociedad?

Desafortunadamente, esta situación se ha repetido a lo largo de la historia de la ciencia, con mayor frecuencia de la deseada. Mujeres que descubrieron curas y tratamientos para enfermedades, nuevas especies o incluso la estructura del ADN han sido invisibilizadas, sin recibir el reconocimiento merecido por sus contribuciones y su impacto en el avance social. Recientemente, se ha comenzado a revertir esta tendencia, gracias a iniciativas que buscan reparar este daño histórico y otorgar a las investigadoras el lugar que les corresponde en la historia de la ciencia; pero aún queda mucho por hacer.

De la misma manera, no deja de sorprenderme que a menudo nos fijemos más en los referentes extranjeros que en los propios. Durante los últimos años (sobre todo desde que le fue concedido el Premio Princesa de Asturias a la Concordia, en el  2018) se ha hablado muchísimo (y no sin razón) de otra grande de la oceanografía, la norteamericana Sylvia A. Earl. Sin embargo, se ha hablado muy poco o nada de Ángeles Alvariño, lo que me hace pensar que el protagonismo que muchas veces alcanzan las figuras de otros países, eclipsa al de nuestras propias referentes; aunque esto no debiera suceder, especialmente cuando tienen tanto alcance e impacto en el mundo de las investigaciones marinas, como tuvo y sigue teniendo la científica gallega.

Definitivamente, no es necesario viajar al extranjero para descubrir investigadoras con historias fascinantes; basta con dirigir la mirada a nuestras propias referentes.

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