Ramón y Cajal, caso único en la historia de la ciencia

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El 1 de mayo de 1852 nacía Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) en Petilla de Aragón, un pueblo navarro en mitad de Aragón. Recibió el Premio Nobel de Medicina/Fisiología en 1906 por sus investigaciones en la estructura del sistema nervioso.

TEXTO POR BERNARDO HERRADÓN
ILUSTRADO POR MARTA ORTEGA
ARTÍCULOS | EFEMÉRIDES
NEUROCIENCIAS
1 de Mayo de 2015

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En el corazón de la historia de la neurociencia late el nombre de Santiago Ramón y Cajal, un hombre cuya vida fue una búsqueda apasionada de los secretos del cerebro humano. Nacido en 1852 en el remoto pueblo de Petilla de Aragón, España, Cajal desde joven mostró un asombroso talento tanto para el arte como para la ciencia. Su destino se convirtió en una amalgama de ambas disciplinas, fusionando la precisión del científico con la visión del artista.

Desde sus primeros días como estudiante de medicina en la Universidad de Zaragoza, donde se licenció en 1873, Cajal se sintió atraído por el enigma del cerebro. Ganó una plaza en Sanidad Militar, siendo destinado a Cuba. Tras su regreso a España se doctoró en Madrid (único sitio donde se podía obtener el doctorado) en 1877.

Obtuvo el puesto de director de los Museos Anatómicos de la Universidad de Zaragoza (1879), de catedrático de Anatomía General y Descriptiva de la Universidad de Valencia (1883), de catedrático de Histología y Anatomía Patológica de la Universidad de Barcelona (1887) y de la misma asignatura de la Universidad de Madrid (1892). En 1902 el gobierno español creó el Instituto de Investigaciones Biológicas que dirigió hasta su muerte en 1934.

Desde la década de 1880, época en la que la neurociencia apenas estaba en pañales, se dedicó a estudiar el tejido nervioso con una curiosidad sin límites. Fue su microscopio, su herramienta de elección, que le permitió adentrarse en un mundo invisible a simple vista: el laberinto de las células nerviosas. Investigó las conexiones entre neuronas, para lo que desarrolló métodos de tinción mejorados respecto a los conocidos en la época; lo que le llevó a establecer la teoría neuronal del sistema nervioso; siendo, posiblemente, la mayor contribución en la historia de la neurología. Con sus métodos experimentales, Cajal fue capaz de estudiar la estructura del cerebro, el cerebelo, la médula espinal, el bulbo raquídeo y los centros sensoriales, especialmente la retina.

En 1889 asistió al Congreso de la Sociedad Anatómica Alemana en Berlín, donde presentó sus resultados que causaron un gran impacto internacional, otorgándole un merecido prestigio científico que creció considerablemente en los años posteriores.

Las contribuciones científicas de Cajal son monumentales. Utilizando las técnicas de tinción que él mismo perfeccionó, descubrió que el sistema nervioso está compuesto por células individuales, las neuronas, que se comunican entre sí a través de conexiones llamadas sinapsis. Su trabajo pionero en la histología del sistema nervioso le valió el Premio Nobel de Medicina en 1906, compartido con Camillo Golgi, cuyas técnicas de tinción complementaron las de Cajal.

Pero no fueron solo sus descubrimientos científicos los que marcaron su legado. Cajal era un artista consumado, y sus habilidades para el dibujo eran tan excepcionales como su destreza en el laboratorio. Sus ilustraciones detalladas de las complejas estructuras neuronales, dibujadas a mano con una precisión asombrosa, capturaron la belleza intrínseca del sistema nervioso de una manera que ninguna fotografía podría igualar. Cajal también fue un buen escritor de textos literarios, destacando sus artículos de reflexión que podemos considerar Filosofía de la Ciencia, como el libro Reglas y Consejos sobre Investigación Científica.

La vida de Cajal estuvo marcada por desafíos y adversidades. En una época en la que la ciencia estaba dominada por las teorías de la continuidad del tejido nervioso, tuvo que luchar contra la oposición de sus contemporáneos para promover su teoría de la «doctrina de la neurona», que postulaba que las neuronas eran células individuales y no una red continua como se creía anteriormente.

Su legado trasciende el ámbito científico. Cajal inspiró a generaciones de neurocientíficos a explorar los misterios del cerebro y a desentrañar los enigmas de la mente humana. Su enfoque meticuloso y su pasión por el conocimiento continúan siendo fuentes de inspiración para quienes se dedican al estudio del cerebro.

Cajal es un caso único en la historia de la Ciencia, pues surgió espontáneamente en un país con poca tradición científica, en el que no se apreciaba la Ciencia y al que se dedicaban pocos medios materiales. Creó una escuela científica, cuyos frutos deberían haberse visto en la segunda mitad del siglo XX, pero que, por desgracia, la Guerra Civil y el Franquismo segó de raíz.

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