Sally Ride. Derribando la barrera de la última frontera
El 20 de noviembre de 2013, la astronauta Sally Ride, primera mujer de la NASA en viajar al espacio, recibe póstumamente la Medalla de la Libertad, la mayor distinción otorgada a un civil en EE. UU. Y esta es su historia...
Si llegar a ser astronauta ya es difícil —la mayoría de procesos de selección de la NASA acaba con un porcentaje menor al cero coma uno de seleccionados de todas las candidaturas presentadas—, ser mujer y astronauta lo era todavía más. Esa época estaba dominada todavía por la escasa presencia de mujeres en lugares visibles del programa espacial y la mayoría de astronautas había servido alguna vez en las fuerzas armadas estadounidenses, especialmente como pilotos de aviones de prueba. De hecho, a día de hoy, la proporción de mujeres que han viajado al espacio es casi tan baja como las probabilidades de ser seleccionado como astronauta, una brecha inmensa que sin pioneras como Sally Ride, será difícil de cerrar.
Sally Kristen Ride nació el 26 de mayo de 1951 en Encino, un distrito de la ciudad de Los Ángeles situado sobre el valle de San Fernando, pocos años antes del pistoletazo de salida de la carrera espacial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Estudió en distintos colegios e institutos de Los Ángeles y se dio cuenta, desde bien pronto, que las ciencias le iban mucho mejor que cualquier otro tipo de asignaturas. Los padres de Sally no tenían conexión alguna con el mundo científico. Su madre era consejera en la cárcel del condado, ayudando a mujeres presas y a sus familias a llevar mejor el proceso del encarcelamiento. Su padre era profesor de ciencias políticas en el Santa Monica College, una universidad pública. Aunque ambos tenían una fuerte conexión con la iglesia presbiteriana, siempre le permitieron hacer cosas nuevas y diferentes que le motivaran.
A Sally le gustaban los deportes, especialmente el tenis, y descubrió en España su talento con este deporte, que no solo le llevaría a recibir una beca para seguir estudiando en un importante instituto privado de Los Ángeles, sino también a entrar en el ranking de mejores jugadoras norteamericanas. Incluso durante un tiempo abandonó los estudios para dedicarse al tenis, aunque finalmente se dio cuenta de que su verdadera vocación era la ciencia y se matriculó en la Universidad de Stanford para estudiar física y literatura inglesa, en 1968. Aun así, la etapa de tenista fue tan importante que una de sus raquetas se puede visitar en el National Air and Space Museum de Washington.
Posteriormente, en 1973, logró el título de máster y en 1978 acabó su doctorado en astrofísica sobre la interacción de los rayos X con el medio interestelar. En julio de 1977, a poco de acabar su tesis, la NASA publicó anuncios por todo el país en los que se buscaban nuevos astronautas para el programa espacial y decidió inscribirse. Para las treinta y cinco plazas disponibles, se presentaron más de ocho mil candidaturas. Solo seis meses después de este anuncio, Sally fue seleccionada junto a otras cinco mujeres, y en agosto de 1979 ya había completado su entrenamiento de un año para poder formar parte como tripulación del transbordador espacial.
Antes de viajar al espacio ejerció como CAPCOM, es decir, la persona que se comunica directamente con los astronautas desde el centro de control en la Tierra, para las misiones STS-2 y STS-3, en noviembre de 1981 y marzo de 1982, respectivamente. Estos serían los vuelos dos y tres del transbordador espacial Columbia, todavía en pruebas y con solo dos astronautas de tripulación.
El cargo de Sally era extremadamente importante y habitualmente era ocupado por astronautas veteranos o de reserva, ya que por su entrenamiento son capaces de comprender mejor las situaciones ante las que se enfrentan los astronautas en el espacio.
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