Salchicha, el videojuego

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Relato finalista del certamen «Ciéncia-me un cuento» 2021. Organizado por SRUK/CERUK (Society of Spanish Researchers in the United Kingdom).

TEXTO POR ANA HOCHENLEYTER RODRÍGUEZ
ILUSTRADO POR VALENTINTADA
ARTÍCULOS | KIDS
PROGRAMACIÓN | VIDEOJUEGOS
25 de Noviembre de 2021

Tiempo medio de lectura (minutos)

Emily y Oliver habían terminado el robot, y eso significaba qué... ¡Había nuevo proyecto a la vista!
El trabajo anterior fue todo un éxito: fabricaron y programaron un robot llamado Salchicha, pero no penséis que ese nombre era por su forma, de hecho, su apariencia era lo más alejado a una salchicha. Recibía ese nombre porque la comida favorita de ambos eran las salchichas.  «¿Y a quién no le gustan?», pensaban ambos. Sin embargo, era algo que comían en muy pocas ocasiones, ya que gracias a la clase de ciencias supieron que es un alimento muy poco saludable.

Emily y Oliver esperaban ansiosos a que llegase Noelia, la profesora de ciencias, y les contase cuál sería la nueva aventura que tendrían por delante. Salchicha les acompañaba sentado entre ambos.
La puerta se abrió y la profesora saludó a la clase.

—¡Empezamos semana y también proyecto! —dijo Noelia con entusiasmo.
—¡Yujuuu! —gritó Oliver, contentísimo, las clases de ciencias son sus favoritas.
—Esta semana tenemos un nuevo reto por delante —dijo Noelia—: vamos a hacer el proyecto para la Semana de la Ciencia, lo presentaremos ante todos los alumnos y puede que tengamos un premio especial.

Los alumnos estaban nerviosos por conocer los detalles.

—¡Vamos a hacer un videojuego! Usaremos nuestro robot como protagonista y lo tendremos que guiar para cumplir diferentes retos.
—¡Genial! —gritó Emily— ¡Salchicha será el protagonista de un videojuego!

A Emily los robots y los videojuegos le fascinan, se pasaría toooodo el día hablando de robótica y sus prototipos de robot. El robot para hacer la tarea de clase, el que te acompaña a la compra, el robot que te canta canciones... para cada situación ella diseña uno.

—¡Manos a la obra! Podéis empezar el videojuego.

Cada alumno sacó lápiz y papel para empezar el diseño. Estaban entusiasmados y tenían muchas ganas de ver el resultado.
Oliver y Emily discutieron cada detalle para que quedase como imaginaban.

—Quizás Salchicha pueda ir saltando y esquivando obstáculos —sugirió Oliver.

Emily se quedó pensativa...

—¡Me parece buena idea!, puede tener la misión de salvar a un dinosaurio atrapado en una torre —añadió Emily.

Ambos se pusieron a dibujar el nivel de juego que Salchicha debía superar. Piedras, charcos y un dinosaurio iban a ser sus compañeros de aventuras.

Al día siguiente podrían empezar con la programación del videojuego en la tablet. El programa que iban a utilizar les permitía ver en la pantalla el juego a la vez que su robot también se movía por el nivel, ¡era fabuloso!

—¡Vamos, clase! Una vez ya hemos hecho el diseño en papel, podéis sacar las tablets y empezar a programar —les informó Noelia—. El lenguaje de programación que vamos a utilizar para mover a nuestro robot es por bloques.
—¿Eso qué significa? —preguntaron.
—En el programa ya están las instrucciones creadas, vosotros tendréis que unirlas como si de un puzzle se tratase.
—¡Manos al programa! —dijo Noelia— es hora de comenzar.

Emily y Oliver encendieron la tablet, descargaron el programa y empezaron con los primeros pasos, pero al poner el primer obstáculo en el videojuego se toparon con un problemita.

—¡Salchicha no salta cuando hay una piedra! —dijo Emily enfurruñada— Se choca y la empuja.
—Parece que le pesa el trasero, no hace ni el intento de moverse —añadió Oliver—. Quizás necesita un muelle en su interior.

Un muelle o menos salchichas para desayunar, pero esto había que arreglarlo o el videojuego sería un fracaso.
Al llegar la tarde fueron a casa de Emily a solucionar el problema. Un tornillo por aquí, una tuerca por allá, unos retoquitos por la espalda... Tras varias horas de arreglos y mucha paciencia parecía que todo había salido bien, aunque tendrían que esperar a la hora de la clase para poder probarlo. Las tablets no se podían sacar del colegio y no había otra manera de comprobarlo, aunque Salchicha les guiñó un ojo de manera cómplice al acabar la reparación.
Con Salchicha, y su nuevo trasero, Emily fue de las primeras en llegar a clase, estaba impaciente, menos mal que la primera clase era ciencias y no se iba a alargar la espera.

—¿Podemos probarlo ya? —preguntó Emily impaciente.
—¡Todo listo, compañera! Las pruebas pueden comenzar —dijo Oliver en tono divertido.

Los nervios se apoderaban de Emily cuando empezó la partida.

—Vamos, avanza y... ¡SALTA!, ¡genial!

Salchicha dio un salto tan grande que hubiera saltado el Ben Nevis. ¡Casi se destroza con el techo!, pero hizo un aterrizaje fabuloso, ni los mejores acróbatas hubiesen caído con tanto estilo.

—¡Vida extra!, lo hemos conseguido —gritó Oliver.

La mañana siguió viento en popa. Oliver y Emily enseñaron a sus compañeros el comienzo del videojuego y ellos pudieron probar el de otros, ¡se lo pasaron genial!
La Semana de la Ciencia se acercaba y ya apenas quedaban un par de clases para poder terminar el proyecto. Emily y Oliver tenían todo casi listo, apenas unos detallitos para que el dinosaurio al que había que rescatar no escapase y ya estaba.

—¡Oh, no! Ven, Oliver, mira lo que ha pasado —gritó Emily mientras le enseñaba la tablet.
—¿Pero...? —Oliver enmudeció.

La pantalla se había vuelto de un azul intenso y la palabra «VIRUS» no dejaba de parpadear. Ambos no quitaban ojo a la tablet sin dar crédito a lo sucedido, cuando por una esquina de la pantalla apareció una lombriz moviendo el cuerpo al ritmo de «BIP». Un gusano les había infectado.
Al ver que no sabían solucionarlo le pidieron ayuda a la profesora. Noelia aprovechó la ocasión para explicar a los alumnos algunos detalles de los gusanos.

—Un gusano informático es un tipo de virus que puede meterse en el ordenador o tablet al conectarse, por ejemplo, a una red desconocida. Hay que tener cuidado porque su objetivo es infectar a todos los que nos conectamos a la misma red.
—¡Halaaaaa! —se escuchó una voz sorprendida.
—¿Cómo se puede acabar con el gusano? —preguntó otro alumno.
—Instalaré un antivirus, que es un programa para detectar y eliminar virus, y con eso será suficiente.

Y así fue, Noelia instaló un antivirus y consiguió eliminar al gusano. Emily y Oliver pudieron continuar con la programación del videojuego ya que no se había dañado el archivo con el código del juego.

—¿Qué te parece si en vez de un dinosaurio ponemos un gusano para que Salchicha lo rescate? —preguntó Oliver mientras sacaba del bolsillo un gusano de golosina.
—¡Me parece una idea genial! Con el susto que nos ha dado se merece que lo rescaten —contestó Emily mientras cogía al gusano y le quitaba algunas pelusas. ¡A saber cuánto tiempo llevaba dentro del bolsillo!

Por fin llegó el día que les tocaba exponer su videojuego y visitar los stands de otros cursos. Emily se quedó anonadada con los experimentos científicos tan interesantes que pudo realizar. Oliver, en cambio, disfrutó mucho conociendo los inventos que han ido sucediendo a lo largo de la historia.
A media mañana se reunían en clase para preparar la presentación.

—Llegó el día, lo vamos a pasar en grande —dijo Noelia con una inmensa sonrisa—. Debéis comprobar que tanto el robot como la tablet tengan batería y que lleváis los materiales necesarios.

Una vez hechas las verificaciones se dirigieron al salón de actos. Oliver y Emily eran los terceros en exponer, y los nervios aparecieron cuando vieron cómo en el salón no cabía ni un alfiler. El primer videojuego fue todo un éxito, un robot rapidísimo hacía un recorrido de lo más complicado y cuando llegaba a la meta sorprendió a todos con una pegadiza cancioncilla y un baile.
Mientras que la segunda pareja exponía, Oliver y Emily encendieron la tablet y a Salchicha. Tenían todo listo para comenzar y pronto les llegó el turno: colocaron en el escenario los obstáculos y al gusano al final del recorrido. El público estaba expectante y cuando Salchicha dio el primer salto se escuchó a coro «Guauu» y se les dibujó una sonrisa en la cara. Finalmente, Salchicha consiguió liberar al gusano y Oliver y Emily explicaron cómo habían hecho el videojuego y los problemas con el «gusanito».

—Hay que tener cuidado con las páginas web que visitamos, las aplicaciones que nos instalamos y las redes a las que nos conectamos —explicó Emily.

Una vez terminadas todas las exposiciones, llegó el momento de que otros alumnos probasen los videojuegos y fue una locura. Lo estaban pasando en grande cuando el director del colegio interrumpió el alboroto.

—Vamos a proceder a la entrega de premios, sentaos, por favor —dijo con entusiasmo, estaba deseando ver las caras de los alumnos.

Se rumoreaba que el premio sería una excursión, pero no una excursión cualquiera, una que incluía: visita al Museo de Ciencias, un almuerzo en un delicioso restaurante e ir a ver una película al cine. ¿Quién no estaría emocionado con un premio así? Todos estaban ansiosos por conocer la clase ganadora y fantaseaban con la película que verían y con quién se sentarían en el autobús.

El murmullo continuo un rato mientras tomaban asiento, pero pronto se escucharon los siseos de los más impacientes.

—El premio de la investigación se lo llevará la clase que ha realizado el proyecto «Huertos sostenibles».

La clase ganadora aplaudió con ímpetu y poco a poco se fueron sumando algunos aplausos más.

—El premio al...

«¿Cómo? ¿Hay más premios?». Fueron las preguntas más formuladas entre los alumnos. Después que el director informase que había muchísimos premios se montó un gran alboroto. Estaban contentísimos y conseguir que se callasen fue bastante complicado.

—Continúo —dijo el director—… El premio al proyecto más divertido es para ...

Redoble de tambores.

—La clase que ha realizado el proyecto «Videojuegos y robots».
—¡Yupiii, yupiii! —gritó Oliver—. ¡Nos vamos de excursión!

Toda la clase estaba rebosante de alegría. Pero aún quedaban más premios, así que la celebración debía esperar hasta terminar el acto.

Habían sido unas semanas geniales, todo el esfuerzo compensó el gran trabajo que hicieron tanto profesores como alumnos. ¿Y el premio? La visita al Museo de Ciencias, un contundente almuerzo en el restaurante y la película en el cine. ¿Qué más se puede pedir? Pues… ¡se me olvidaba lo más importante! Este proyecto les animó a crear todo aquello que pasase por su cabeza y fue el primero de muchos videojuegos.

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