Lise Meitner: la física en búsqueda de la verdad última

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Abordar en pocas líneas la vida de esta científica es intentar resumir su talento para la comprensión del fenómeno de la radiactividad y el conocimiento del núcleo atómico, en cuyo origen ella fue esencial. Le tocó vivir tiempos convulsos en los que tuvo de sortear toda suerte de obstáculos personales y profesionales, llegando a temer por su vida, lo que hizo de ella una persona de gran temple y firme determinación.

TEXTO POR ROSA MARÍA HERRERA
ILUSTRADO POR ÓSCAR ALONSO
ARTÍCULOS | MUJERES DE CIENCIA
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18 de Febrero de 2022

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Lise Meitner (1878-1968) nació en Viena, entonces ciudad austrohúngara, hija del jurista de origen judío Philipp Meitner que educó en un ambiente culto a todos sus hijos. Cabe observar que este apoyo familiar casi siempre aparece en la biografía de muchas científicas que nos precedieron. Aunque para los hombres esto también era un condicionante favorecedor, no era determinante, pues el interés de las mujeres por la ciencia requería una dosis extra de perseverancia, voluntad y fortaleza de carácter.

Es significativo que este hecho haya resultado fundamental para la formación intelectual de las mujeres en la historia de la ciencia casi hasta nuestros días. Sin la colaboración positiva —o al menos la no obstrucción familiar— se deben haber frustrado algunas vocaciones científicas que desconocemos y muchas ni siquiera se habrán puesto de manifiesto o habrán aflorado. Este luchar contra los elementos ha sido una constante en la historia de la humanidad, siendo la justificación más amable la de la maternidad y el hecho de que había que pasarse media vida pariendo para que sobreviviesen unos pocos descendientes. Además de esta razón biológica hay que sumarle la estructura mental de la mayoría de la sociedad, que ayudaba poco o nada, e incluso sería más preciso decir que mayoritariamente obstaculizaba la presencia de las mujeres en el ámbito científico en particular y en el de cualquier práctica no destinada a la naturaleza femenina en general.

Por ejemplo, en Austria, país natal de Lise Meitner, las mujeres no tenían acceso a la universidad en el siglo XIX. En Cambridge cuando falleció Lise en octubre de 1968, la situación de la mujer en la universidad ya era algo distinta.

Vida académica

Afortunadamente, pudo iniciar sus estudios universitarios en 1901 y asistió a las lecciones de Ludwig Boltzmann (1844-1906), que según parece le fascinaron, y que posiblemente supuso su apertura mental a un mundo nuevo que le debió resultar cautivador. Además, esto resultó tener otro aspecto crucial: los datos biográficos de Boltzmann lo señalan como persona de mentalidad avanzada también en los aspectos humanos, que no hacía discriminación entre sus estudiantes y, en consecuencia, medía por el mismo rasero a todos sus alumnos. Así Lise se integró con naturalidad en el grupo que el maestro dirigía y adiestraba.

La fortuna de formar parte de este conjunto de estudiosos entusiastas de la naturaleza, que se caracterizaba por la búsqueda de nuevos conocimientos y la predicción racional de hechos y fenómenos, le sirvió para trabajar en un experimento que montó Lord Rayleigh (1873-1919), cuya naturaleza él no lograba descifrar. En 1905 esta línea de trabajo la llevó a comprender el resultado y predecir otros fenómenos. La consecuencia inmediata y relevante en lo personal llegó en 1906 y el colofón fue la consecución del doctorado en la Universidad de Viena. Posteriormente se trasladó a Berlín para proseguir sus estudios sobre radiactividad, con Max Planck (1858 -1947).

Planck, que era un prestigioso profesor, admitió a Meitner como alumna y eso significaba que la consideró valiosa. Señalo este dato porque el inconveniente principal para las estudiantes era que Max Planck —Premio Nobel de Física en 1918— no era amigo de enseñar más que a mujeres de gran talento, y es que parece que era más exigente con las alumnas que con los alumnos.

Meitner asistió a las conferencias de Planck en la capital alemana y en 1907 comenzó a trabajar con el químico Otto Hahn (1879-1968). Inicialmente, ella no tenía acceso al comedor comunitario y tampoco no se le permitía trabajar en el laboratorio, por lo que se le habilitó el sótano para sus investigaciones. No obstante, ante esas discriminaciones de intendencia (quizá las menores trabas de las que le tocó vivir) no cejó en su interés y continuó su trabajo. Entre 1908 y 1909 publicaron conjuntamente varios artículos importantes.

En 1912, el trabajo de Hahn era remunerado y sin sueldo para Meitner. Un año más tarde Planck la nombró ayudante en su instituto, puesto que dotó con un salario simbólico en el módulo de radiactividad.

Vivir y hacer ciencia en tiempos de guerra

Otras peripecias graves en las que se vio inevitablemente involucrada fueron las guerras. En la primera actuó como experta en rayos x, al mismo tiempo que seguía estudiando el uranio y trabajando con su colega Hahn, con quien publicó el hallazgo del protactinio: isótopo (mismo número atómico, distinto número másico) protactinio-231.

Ambos estudiaran la desintegración beta (emisión nuclear de una partícula cargada en un átomo inestable que lo estabiliza) y analizaron la isomería nuclear (mismo número de masa y número atómico con distinto estado nuclear). Durante la década de 1930, trabajando en colaboración con Fritz Strassmann (1902-1980), observaron e investigaron los productos del bombardeo de uranio con neutrones.

En Europa central, el origen judío resultaba ser un serio problema para la propia vida. Por ese motivo, en 1938 Lise Meitner tuvo que exiliarse como respuesta ante la represión nazi y abandonó Alemania camino de Suecia, invitada por su colega Bohr, no sin sufrir una serie de circunstancias difíciles, como que se le retiró el pasaporte y toda suerte de cortapisas, como la etapa intermedia en Holanda.

«Electrón Auger, revisión kandiskiniana». Obra de José Parada sobre Lise Meitner en la exposición «Ciencia de Acogida».
«Electrón Auger, revisión kandiskiniana». Obra de José Parada sobre Lise Meitner para la exposición «Ciencia de Acogida».

En cuanto a la investigación, se vio obligada a organizar trabajo en laboratorios más o menos rudimentarios no remunerados, todo sumado a los graves problemas humanos y vitales que el nazismo suponía.

Comprensión de procesos nucleares de alta energía

Hahn y Strassmann bombardeaban uranio con neutrones y produjeron bario. Este trabajo fue refinado y completado por Meitner en colaboración con su sobrino Otto R. Frisch (1904-1979): ambos estudiaron y perfeccionaron el análisis de dichos procesos físicos.

Explicaron el proceso en un artículo que se publicó en la revista Nature el 11 de febrero de 1939 y comenzó a designarse el proceso de partición de átomos y la potente energía generada por ello con el nombre general de «fisión»: término que Lise Meitner había creado para definir dicho proceso, según admitió posteriormente Frisch.

La idea de que la física era una especie de ciencia definitiva para Lise Meitner proviene de su tiempo de formación junto a Boltzmann, de ahí que Frisch escribiera sobre ella: «Boltzmann le dio la visión de la física como una batalla por la verdad última, una visión que nunca perdió».

La polémica sobre la fabricación de la bomba basada en el conocimiento del núcleo atómico y los fenómenos nucleares

En realidad, el informe alarmó a los principales físicos, que eran impelidos a desarrollar bombas en este periodo de guerra. En ese sentido se persuadió a Albert Einstein para que se dirigiera al presidente Franklin Roosevelt animándole al desarrollo de una bomba basada en la energía nuclear, explicándole que se podía generar una gran cantidad de energía nuclear mediante una reacción en cadena en una masa de uranio, produciendo elementos similares al radio, y advirtiéndole (debido al conocimiento de los trabajos en este sentido de la Alemania nazi) del potencial destructivo de este tipo de armas. Finalmente se puso en marcha este proyecto, que se denominó Proyecto Manhattan (1942-1945).

Lise Meitner, que era una científica prestigiosa y reconocida, declinó la oferta de participar en el desarrollo de la bomba atómica.

En 1944, Hahn recibió el Premio Nobel de Química por los trabajos sobre fisión nuclear del uranio y del torio: descubrimiento realizado junto a Lise Meitner. Sin embargo, ella no fue galardonada, demostrando así la Real Academia de las Ciencias de Suecia una de las injusticias más reconocidas y célebres de todos los tiempos (Nota del editor: nada extraño por su parte, incluso en la época actual).

Sin embargo, el talento de Lise Meitner sí fue reconocido por otras muchas instituciones tan o más prestigiosas. De ahí que en 1966 el gobierno de los Estados Unidos concediera a Meitner el Premio Enrico Fermi, que se entrega a investigaciones avanzadas relacionadas con la energía. El premio fue compartido con sus colegas Hahn y Strassmann por la investigación que el trío llevó a cabo y que condujo al descubrimiento de la fisión del uranio.

En los años más activos del desarrollo de la física de partículas, el físico inglés James Chadwick (1891-1974) descubrió el neutrón y en 1935 recibió el premio Nobel de física. Asimismo, Lise Meitner encontró el positrón (partícula positiva análoga al electrón), además de otros grandes hallazgos.

Lise Meitner fue una física excelente, pero —sobre todo— fue una física que nunca perdió su humanidad.

Lápida de Lise Meitner. «A physicist who never lost her humanity». Fotografía del físico exiliado Emilio Segre
Lápida de Lise Meitner. «A physicist who never lost her humanity». Fotografía del físico exiliado Emilio Segre

 

 

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