Salvador Dalí: la mirada más científica del surrealismo

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«Los pensadores y literatos no me pueden aportar absolutamente nada y los científicos todo. Incluso la inmortalidad del alma». Salvador Dalí.

TEXTO POR LAURA MORATO
ILUSTRADO POR PAOLA VECCHI
ARTÍCULOS
ARTE | DALÍ
18 de Julio de 2022

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Si por algo se conoce a Salvador Dalí, es por la excentricidad de su figura. Todos hemos visto alguna vez su imagen: un bigote convertido en seña de identidad; una mirada que bien podría reflejar locura, o el singular humor de un genio. Su creatividad, al igual que su destacada personalidad, no dejaba cabida a límites. Si algo no provocaba su obra era indiferencia.

Sin embargo, más allá de su imagen y más allá de su pintura, Dalí era un artista con la curiosidad de un científico: la física, las matemáticas, la psicología e incluso la biología encontraban cabida en sus lienzos. No creía en la especialización del conocimiento, sino más bien en la idea de que las diferentes disciplinas pueden alimentarse entre sí. Una visión de la ciencia propia del Renacimiento; la figura de Leonardo Da Vinci como su máximo exponente.

Lo desgraciado de nuestros días es la monstruosa especialización de cada ciencia; o sea, el que sabe de física no sabe de pintura, el pintor no sabe de física, el biólogo muy poco de física, todo está demasiado especializado

Dentro del mundo del arte, es considerado uno de los máximos representantes del surrealismo. Este movimiento artístico busca la expresión del subconsciente; la manifestación de la imaginación sin ningún tipo de inhibición. Busca transformar por completo el concepto de realidad, desafiando aquello que observan nuestros ojos. En este sentido, algunas de las teorías que inspiraban la obra de Dalí eran precisamente eso: una puesta en duda de lo que nos rodea y creemos saber. De esta forma, en su pintura se puede ver el reflejo de muchas de las teorías y avances científicos que marcaron el siglo XX.

La física del surrealismo y el arte del subconsciente

Su interés por la ciencia comenzó desde muy temprano. En una fotografía en blanco y negro, tomada cuando Salvador Dalí tenía 23 años, se le observa junto a Federico García Lorca y llevando bajo el brazo la revista de Science and Invention. El ambiente de la Residencia de Estudiantes de Madrid era el caldo de cultivo perfecto para un joven Dalí, al que el arte y la ciencia le resultaban igualmente estimulantes.

Fotografía de Salvador Dalí junto con Federico García Lorca y otros escritores.

Tanto Einstein como Freud tuvieron una gran influencia en su obra. Este último, por sus teorías sobre la interpretación de los sueños y el psicoanálisis que llevaron a Dalí a intentar plasmar el mundo del inconsciente en sus obras. El primero, por su famosa Teoría de la Relatividad, cuyas explicaciones escuchó en la visita que el físico hizo a la Residencia de Estudiantes en 1923.

Albert Einstein planteaba que el espacio y el tiempo estaban entretejidos formando un solo continuo conocido como espacio-tiempo. En esa red, los objetos masivos son capaces de provocar una distorsión de su curvatura, de manera que la gravedad surge como una consecuencia de la curvatura del espacio- tiempo, lo que contradecía la teoría de la gravedad de Newton. La gravedad estaría «tallada en la geometría del Universo».

No creía en la especialización del conocimiento, sino más bien en la idea de que las diferentes disciplinas pueden alimentarse entre sí

La teoría de la relatividad cambiaba la forma en la que se entendían ciertas magnitudes físicas como era el caso del tiempo. Dos observadores podían experimentar dos velocidades diferentes en el flujo del tiempo, dependiendo de la posición relativa de un observador con respecto a otro. Esta visión relativista del espacio-tiempo parecía quedar reflejada en una de las obras más conocidas de Dalí, titulada La persistencia de la memoria (1931). En ella, se observa un paisaje marino en el que destacan tres relojes blandos que se deforman sobre la arena. Muchos interpretaron la obra como la representación de diferentes temporalidades que coexisten en un mismo espacio, de acuerdo con la distorsión espacio-temporal descrita por Einstein. Sin embargo, aunque Dalí llegó a reconocer que era una alegoría sobre el tiempo, afirmó que simplemente se inspiró en la visión de cómo se derretía al sol un queso camembert.

Persistencia de la memoria de Salvador Dalí (1931). Fuente: Enciclopedia Historia Arte (HA!)
Persistencia de la memoria de Salvador Dalí (1931). Fuente: Enciclopedia Historia Arte (HA!)

Heisenberg y el juego de las ilusiones ópticas

En su obra, Dalí mostró una gran pasión por las dobles imágenes, es decir,  representaciones de objetos que, dentro de sí mismos, conforman otros completamente distintos. Encontraba así una forma de engañar a los sentidos: todos los elementos son dependientes en su conjunto, pero aquello que se ve depende de lo que el observador decide observar.

En estas ideas se puede encontrar el reflejo de otro de los pilares de la física moderna: la mecánica cuántica y, más concretamente, el principio de incertidumbre de Heisenberg.

Según este principio, solo podemos conocer la posición o la velocidad de una partícula, pero nunca las dos cosas a la vez de forma precisa. Es decir, que en la medición se captura parte de la “realidad” que queremos observar pero se escapa otra. Una idea que se puede trasladar a algunas de las creaciones de Dalí: lo que decidimos observar en la imagen condiciona lo que vemos.

Afgano invisible con aparición, sobre la playa, del rostro de García Lorca, en forma de frutero con tres higos de Salvador Dalí. Fuente: Enciclopedia Historia Arte (HA!)
Afgano invisible con aparición, sobre la playa, del rostro de García Lorca, en forma de frutero con tres higos de Salvador Dalí. Fuente: Enciclopedia Historia Arte (HA!)

Desintegrando la persistencia de la memoria

Tras lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki en 1945 con los bombardeos atómicos, Dalí pasó a interesarse por la física nuclear. El átomo se convirtió en su objeto de interés y en sus cuadros se observaba como los objetos se descomponían en partículas que flotaban en el espacio; en cúmulos de materia y vacío.

En la Desintegración de la Persistencia de la memoria (1954) recrea la obra de 1931, pero esta vez reflejando los efectos que el avance de la ciencia ha tenido en la guerra con la destrucción provocada por la bomba atómica.

Desintegración de la Persistencia de la memoria de Salvador Dalí (1954). Fuente: Enciclopedia Historia Arte (HA!)
Desintegración de la Persistencia de la memoria de Salvador Dalí (1954). Fuente: Enciclopedia Historia Arte (HA!)

La búsqueda de la armonía

También aplicó las matemáticas a la creación de muchas de sus obras. Esto se ve reflejado en la Leda atómica (1947-1949), obra en la además se combina su visión más religiosa con los avances relacionados con la fisión y la fusión nuclear. En esta pintura, todos los elementos que la componen se encuentran en suspensión, como se encontrarían las partículas subatómicas en el interior de un átomo. Pero además, para su elaboración requirió  la participación del matemático Matila Ghyka, para conseguir que la obra siguiese la proporción áurea, considerada especialmente armoniosa y que se puede encontrar en muchos elementos de la naturaleza o incluso en la arquitectura de las pirámides egipcias. 

Otra de las obras  donde se observa un gran desarrollo matemático es Corpus hipercubicus (1954), en la que aparece la figura del hipercubo: un objeto geométrico de cuatro dimensiones. En 1975, el matemático Thomas Banchoff ilustró su artículo sobre geometría hipercúbica con la obra de Dalí, que veinte años antes ya había conseguido reflejar la cuarta dimensión en su pintura.

La forma de la biomolécula responsable de la transmisión de la información genética fascinó por completo a Dalí.

Fotografía de Dalí sujetando un hipercubo o teseracto de madera, que surge de plegar en el espacio ocho cubos de tres dimensiones
Fotografía de Dalí sujetando un hipercubo o teseracto de madera, que surge de plegar en el espacio ocho cubos de tres dimensiones

La estructura de la doble hélice

Si ya es sorprendente que la física y las matemáticas jugasen un papel central en la obra de Salvador Dalí, aún es más impresionante encontrar en su producción artística uno de los mayores avances científicos que tuvo lugar en el campo de la genética: el descubrimiento de la estructura en doble hélice del ADN (ácido desoxirribonucleico), por lo que Francis Crick y James Watson ganarían el premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1962.

La forma de la biomolécula responsable de la transmisión de la información genética fascinó por completo a Dalí. Así, en obras como El paisaje de la mariposa (1957) o Galacidalacidesoxyribonucleicacid (1963)- donde se combinan el nombre de sus esposa Gala, Dalí y ácido desoxirribonucleico- consigue representar la estructura molecular del ADN.

En definitiva, la unión de la ciencia y el arte estuvo presente en la vida y obra de Dalí desde sus comienzos hasta los últimos años de su vida. En 1985, el Museo Dalí de Figueres acogió una reunión científica titulada Cultura y Ciencia: determinismo y libertad destinada a crear un ambiente en el que físicos, matemáticos y artistas pudiesen debatir sin limitaciones.

Cuando murió en 1989, los libros que descansaban en su mesilla de noche eran fiel reflejo de las inquietudes del artista. Entre ellos se encontraban: La breve historia del tiempo de Stephen Hawking, La geometría del arte y la vida del matemático Matila Ghyka y ¿Qué es la vida? del físico Erwin Schrödinger.

 

 

Referencias:

—Agencia Sinc: La obsesión de Dalí por una musa llamada ciencia.
—Documental: Dimensión Dalí (2004)
—Ruiz C. Salvador Dalí y la ciencia, más allá de una simple curiosidad. Pasaj a la Cienc. 2010;13:1-13.

 

 

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