ChatGPT: remece a la inteligencia

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El nacimiento de ChatGPT es como la primavera en salud mental; la amenaza de caer en una profunda depresión o hacer una intensa manía. Y en esos dos polos se encuentra actualmente el mundo frente a la inteligencia artificial (IA) y a ChatGPT , en particular. Nadie dijo que los puntos medios eran algo fácil.

TEXTO POR LORNA TOSELLI
ILUSTRADO POR LAURA GIL CASANOVA
ARTÍCULOS
CHATGPT | INTELIGENCIA ARTIFICIAL
6 de Febrero de 2024

Tiempo medio de lectura (minutos)

La inteligencia artificial (IA) no empieza hace un par de años con ChatGPT. Tampoco se trata de Mary Shelley despertando a Frankenstein en pleno siglo XIX. Al menos setenta años atrás se realizó el bosquejo teórico de lo que hoy representa la IA con una intersección de disciplinas, entre las que destacan las matemáticas, biología, ingeniería y la informática.

Una marca de referencia de estos inicios fue el desarrollo matemático de redes neuronales artificiales hacia la década de 1940. Y la apertura de un gran signo de interrogación que aún no se cierra: ¿Pueden pensar las máquinas como lo hace un ser humano? Se lo preguntaba ya en 1950, Alan Turing, el denominado padre de la computación.

Hubo periodos de intenso trabajo en la creación de una nueva inteligencia que se asimilara a la del ser humano, pero detentada por máquinas. Tras lo cual se enfriaban con “inviernos” en que su desarrollo quedaba congelado y solo persistían de forma aislada, algunos científicos recluidos en un idealismo de las ciencias de la computación.

OpenAI, la empresa tecnológica que crea y desarrolla ChatGPT, trajo una especie de primavera para la inteligencia artificial. Una estación revolucionaria tras diseñar este chatbot o programa basado en IA, que busca emular el lenguaje natural de los humanos en conversaciones de un ordenador con usuarios humanos. Detenta hoy un gran poder y trata de estar a la altura de la responsabilidad de los súper héroes. Nadie sabe muy bien si la capa le quedará o no a la medida. Lo único que todos sí saben es que la inteligencia artificial preocupa, y preocupa bastante. Ha venido a remover terrenos en los que reinan los humanos: aprendizaje, entendimiento, creatividad, inteligencia.

Desde la aparición de esta tecnología en noviembre de 2022, todos al unísono se refieren a la pertinencia de conocer las implicancias de estas tecnologías y riesgos asociados a su desarrollo. Emergen detractores que la miran con perspicacia: «La mente humana no es, como el ChatGPT y sus similares, un enorme motor estadístico de comparación de patrones que se alimenta de cientos de terabytes de datos para elaborar la respuesta más factible en una conversación o la respuesta más probable a una pregunta científica. Por el contrario, la mente humana es un sistema sorprendentemente eficiente e incluso elegante, que funciona con pequeñas cantidades de información y que no busca inferir correlaciones brutas entre puntos de datos, sino crear explicaciones», sentencian los lingüistas estadounidenses Noam Chomsky e Ian Roberts, y el filósofo y especialista en inteligencia artificial Jeffrey Watumull en su ensayo escrito y publicado originalmente en The New York Times el 8 de marzo de 2023: «La falsa promesa del ChatGPT».

También aparecen en los medios de comunicación algunos de sus mismos creadores solicitando pausas en el desarrollo de la inteligencia artificial, por los peligros que implica para la humanidad. El propio Elon Musk pidió tiempo atrás detener la nueva IA durante seis meses «por temor a riesgos para la sociedad», uniéndose así a los más de mil expertos preocupados por la rápida expansión de la tecnología.

ChatGPT es una aplicación móvil desde mayo de 2023, cualquier persona lo puede descargar gratis desde su teléfono (versión 3.5) o su versión de pago (20 dólares mensuales) si se quieren más beneficios de uso (versión 4.0 Plus). Es la tecnología que más rápido se ha adoptado en la historia de la humanidad y que está siendo utilizada por millones de usuarios activos al mes. Dejó a años luz a Instagram y otras aplicaciones del último tiempo, por un acelerado uso masivo desde su aparición.

A pesar de estar al alcance de todos, no todos pueden descifrar lo que sus siglas implican. Es el resultado de la convergencia de diversas tecnologías que han tenido su desarrollo y evolución a través del tiempo. Su mismo nombre la define (Chat Generative Pre-trained Transformer). Mientras deja abierta una gran interrogante semántica y técnica: «Red neuronal transformadora generativa preentrenada».

Curioso es que se ponga la carreta antes de los bueyes. Recién en noviembre de 2023 se realizó la Primera Cumbre Mundial sobre los peligros de la IA en Reino Unido. Donde se trataron de establecer acuerdos y protocolos sobre su desarrollo, uso y seguridad. Participaron representantes y empresas de 28 países, incluidos Estados Unidos, China y la Unión Europea.

Recién en noviembre de 2023 se realizó la Primera Cumbre Mundial sobre los peligros de la IA en Reino Unido. Donde se trataron de establecer acuerdos y protocolos sobre su desarrollo, uso y seguridad.

Quién pregunta a quién

Los humanos preguntan a las máquinas, mientras las máquinas obligan a los humanos a preguntarse por sí mismos. Por las supuestas certezas, habilidades innatas, sus paradigmas, inclusive, por la inteligencia de la cual hace ostentación el animal dominante de la Tierra.

En este sentido, no es aleatorio que ChatGPT sea un hit. Ha encendido luces rojas de alarma en la sociedad a escala global porque se dice que detenta un poder nunca antes visto en una máquina y por el temor que genera que reemplace a los humanos en el campo laboral. Por la posibilidad de que pueda perjudicar en áreas culturalmente tan significativas como la educación o el pensamiento crítico, ha llevado a cuestionarse el bien común y los derechos de autor se han vulnerado. O ¿qué son los derechos de autor en tiempos de ChatGPT?

Difícil no dejarse impresionar por la producción y redacción de textos escritos, por su habilidad en cuanto a programación computacional, en cómo logra responder tan bien a casi cualquier pregunta. A pesar, incluso, de sus repentinas “alucinaciones» o de los datos falsos que a veces entrega. De hecho, ha sorprendido bastante a los que han vivido inmersos en el mundo de la tecnología. Es el caso del ingeniero José Miguel Piquer — Magíster en ciencias de la computación y doctorado en informática de la Escuela Politécnica de Paris. Hoy profesor del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Chile (DCC), un apasionado del mundo de los algoritmos que lleva cuarenta años inmerso en esto y que ha sido parte medular del desarrollo tecnológico computacional de Chile:

«Jamás pensé que un computador iba a poder hablar como habla este tipo (ChatGPT). En ese sentido, a mí todavía me sorprende. La capacidad que tiene de entender lo que le estás preguntando, de tener una lógica perfecta, inapelable. Claro, se puede confundir con los hechos o los datos, pero no se confunde en razonar», declaró José Miguel Piquer el 17 de octubre de 2023 a la autora del texto.

José Miguel, además, estuvo de manera informal en el momento histórico en que se envía el primer correo electrónico en Chile (1985), así como en la creación NIC Chile (Network Information Center Chile), un centro de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, encargado de la administración del Registro de Nombres de Dominio .CL, que identifica a Chile en la red internet.

También ha estado desde los inicios de ChatGPT como ferviente usuario, explorando las capacidades y limitaciones de esta tecnología. Impresionándose con resultados que dice, no se esperaban, al menos no de la forma en que se están dando. Conmoviéndose con una máquina que a veces incluso le inspira «ternura »cuando le da amables explicaciones de que lo siente por no poder responder a alguna de sus preguntas por «ser solo una inteligencia artificial».

Pero, lo que tiene más conmocionado al entrevistado, es el tambaleo que observa en lo que hasta acá concebían los seres humanos como «entender». Porque «la forma que tienen estas redes de funcionar, implica que no entienden realmente lo que dicen. Y sin embargo, nos da la sensación, al interactuar con ellas, que sí entendieran. Es una especie de contradicción muy interesante, ¿qué significa realmente entender?». En este contexto, rememora cómo el campeón del milenario juego chino Go, que fue derrotado por una IA en 2016, comentaba que la máquina no jugaba como un ser humano. Por lo que cree que esto mismo que parece una especie de contradicción, puede ser una enorme ventaja para la humanidad:

«Al parecer, hemos creado una inteligencia nueva, es como estudiar una inteligencia alienígena, que en algunos aspectos se parece a la nuestra, y en otros, es totalmente distinta. Aparte de la curiosidad humana, también parece ser que estas IAs son mejores que nosotros para resolver ciertos problemas, y eso las hace muy importantes para el futuro de la humanidad. Enfrentados a problemas potencialmente dramáticos para el futuro de la civilización, como el cambio climático, la resistencia a los antibióticos, etc. Estos sistemas pueden buscar soluciones por caminos que no se nos habían ocurrido».

Pero, ¿Cuál crees que es el sentido de desarrollar inteligencia artificial?, se le pregunta a José Miguel:

«Eso no tengo idea. La motivación de esto, creo que es una locura clásica del ser humano de tratar de entender. Hay muchas cosas en la ciencia que las hacemos un poco sin saber por qué las hicimos. Y a veces encontramos soluciones y después encontramos el problema. Y creo que ChatGPT es un poco eso, no lo hicimos para resolver un problema». Luego agrega, que mucha de la investigación se hace más bien por curiosidad. «Y creo que está muy bien. Es peligroso también, por supuesto. Pero no te puedes cerrar a caminos donde la curiosidad te lleva. Y somos animales tremendamente curiosos».

Aún no está tan claro si efectivamente «la vertiente más popular y de moda de la inteligencia artificial —el aprendizaje automático— degrade nuestra ciencia y corrompa nuestra ética al incorporar en la tecnología una concepción esencialmente errónea del lenguaje y el conocimiento», como aseveran Chomsky y Roberts en el ensayo anteriormente citado. Lo que sí es evidente es que trajo un despertar revolucionario del interés puesto en ella. Quizás más que nunca se busca comprender, aprender a manejarla, supervisarla y democratizar el conocimiento para que como sociedad sea posible tomar decisiones en cuanto a los desafíos que representa.

La inteligencia humana crea y potencia la IA

La reflexión en torno a la inteligencia de las máquinas y las bases teóricas de la IA se establecen en la década de 1940. Participaron mentes brillantes de la época, para quienes quizá todo partió como un juego de ingenio por resolver; para la humanidad un mundo entero por comprender y desarrollar.

En 1943, Warren McCullough y Walter Pitts presentaron el primer modelo matemático para la creación de una red neuronal. Inspirados en la estructura y funcionamiento del sistema nervioso humano, dentro del cual se encuentra el cerebro, con su unidad básica estructural y funcional: la neurona. Tras lo cual, Marvin Minsky y Dean Edmonds, crearon en 1950 el primer ordenador de red neuronal: Snarc.

Sin embargo, la IA está estrechamente ligada a la figura del matemático británico, Alan Turing (1912-1954). Por su lucidez y habilidades sobresalientes, el gobierno de su país le dio una misión secreta durante la Segunda Guerra Mundial. Tras lo cual logró decodificar mensajes secretos de los nazis alemanes, que permitieron tomar ventaja a los Aliados para reducir años de la Gran Guerra, gracias al desarrollo de un dispositivo electromecánico de criptoanálisis: Bombe.

Bombe era un dispositivo de análisis diseñado para ayudar a descifrar códigos militares alemanes generados por la máquina alemana Enigma. Pero esto sumado a lo que se denominó «Máquina de Turing», que no fue una máquina en términos físicos, sino un concepto teórico introducido por el matemático en 1936, fueron cruciales para los fundamentos de la inteligencia artificial. Ayudaron a establecer la idea de que un dispositivo mecánico o electrónico podría simular cualquier proceso de cálculo. Esto llevó al desarrollo de computadoras y sentó las bases de la IA.

En 1950, Alan Turing publicó un artículo en el que presentó su famoso «Test de Turing». La inquietud: ¿Pueden pensar las máquinas? O más bien, ¿Pueden pensar las máquinas de una forma indistinguible a como lo hace un ser humano?”

Turing abrió así las puertas al desarrollo de la inteligencia artificial. Tras esto, en 1955, la expresión “Inteligencia Artificial” fue acuñada por John McCarthy, quien organizó un seminario para desarrollar ideas sobre máquinas que pudieran simular la inteligencia humana. McCarthy escogió el término «Inteligencia Artificial» al presentar su proyecto a la Fundación Rockefeller para solicitar financiamiento para este evento. A esta propuesta se unieron Marvin Minsky, Nathaniel Rochester y Claude Shannon.

 

Referencias

Sigman, Mariano & Bilinkis, Santiago. 2023. «Artificial. La nueva inteligencia y el contorno de lo humano». Ediciones Debate.

Noam Chomsky, Ian Roberts, Jeffrey Watumull. 2023. La falsa promesa del ChatGPT. https://palabrapublica.uchile.cl/la-falsa-promesa-del-chatgpt/

Entrevista a José Miguel Piquer realizada por la autora de este artículo. Octubre de 2023.

 

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