Radio Cerebro

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Nuestros cerebros hacen ruido. La mayoría no lo escuchamos porque estamos muy distraídos con el ruido constante del mundo exterior. Sin embargo, cuando alguien se va quedando sordo los estímulos del mundo exterior dejan de ser percibidos y podemos comenzar a escuchar el ruido del cerebro. Y cuando eso pasa, la mente de las personas con una «biblioteca musical» acumulada a lo largo de años es capaz de convertir el ruido de sus cerebros en música.

TEXTO POR MARIA KATIA MUNARES SÁNCHEZ
ILUSTRADO POR MARIA KATIA MUNARES SÁNCHEZ
ARTÍCULOS
MÚSICA | NEUROCIENCIAS
4 de Abril de 2024

Tiempo medio de lectura (minutos)

Your Brain Makes Sound
Your Mind Makes Music
(And dreams, poems, and everything else)
Leo Rangell

Historias de abuelos

He conocido a dos de mis abuelos y ambos han sido personas muy longevas, muy fuertes y exceptuando las confusiones y olvidos normales de cualquier persona que almacene en su disco duro más de 90 años de información, sumamente lúcidas. Esto me ha regalado la gran alegría de poder conocerlos y reconocerlos varias veces en distintas etapas de mi vida: como la niña que se sentía segura en su compañía y bajo su mirada; como la adolescente que los quería, desde lejos, porque quería independizarse; como la joven que comenzó a buscar espacios de encuentro con ellos, por mí misma, independientemente de los que compartía con mis padres y hermanas; como la adulta que recién era capaz de conocerlos como los individuos que son y aprovechar ese extraño y maravilloso privilegio de poder preguntarles sobre sus vidas y contarles sobre la mía como si fueran nuevos amigos (que, sin embargo, han estado conmigo —literalmente— TODA MI VIDA).

Me preguntó muy casualmente si me había contado alguna vez de su Radio Cerebro. Resulta que su cerebro le toca música.

Sin embargo, las largas y lúcidas vidas de mis abuelos también me ha hecho enfrentarme al otro lado de la longevidad, el que, aunque puede parecer triste o incluso terrible, me ha rebelado la fortaleza de la naturaleza humana en su carácter, en su biología y sobre todo en su mente. Parece inevitable que al cumplir cierto número de años, una persona fuerte, segura e independiente vaya perdiendo poco a poco facultades. Los músculos, los huesos, los órganos, también la memoria, se vuelven más lentos, pierden fuerza y, sin embargo, eso no significa que dejen de funcionar necesariamente. Si uno tiene suerte el cuerpo y la mente siguen funcionando, pero funcionan diferente.

Eduardo y la música

Mi abuelo ama la música: los tangos, los boleros, la música criolla peruana, la música clásica... Tiene una memoria musical increíble y una colección impresionante, que abarca al menos cinco tecnologías de registro y reproducción de sonido: mp3, CD, casettes, vinilos e incluso algunos discos de carbón. En mis recuerdos de infancia de la casa de mi abuelo, «la radiola», es decir el gran mueble que tenía incorporados una radio y un tocadiscos, presidía la sala donde pasábamos los sábados y definía el carácter de esa casa y de esos almuerzos con sus tardes inolvidables de familia e inocencia. La música de mi abuelo es la banda sonora de esos sábados de hace cuarenta años, de todos mis momentos en su casa y de mis recuerdos con él que tienen, casi siempre, música de fondo.

...cuando comenzaron a escuchar música que nadie más escuchaba, ambos se habían ido quedando considerablemente sordos.

Por eso me pareció una jugada cruel del destino que entre las cosas que le han tocado en la lotería de los achaques de la edad esté la sordera. Él se adapta. A los noventa y seis años él sigue viviendo solo y eso le permite poner el volumen tan alto como sea necesario para seguir disfrutando de su música sin molestar a nadie. La música sigue estando presente en su vida y de más maneras de las que yo imaginaba.

Radio cerebro

No vivo en mi país desde hace cuatro años. Hablar con mi abuelo, que es una de las cosas que más me gusta en la vida, es muy difícil. La maldita sordera. Lo llamo por teléfono y no me escucha. Le grito con toda mi alma en el teléfono. A veces funciona, a veces siento que los dos colgamos con el sentimiento de frustración de no poder comunicarnos por muchas ganas que tengamos. Por esa razón cada vez que viajo a Lima una de mis prioridades es pasar tiempo con él. Con otras personas, pero también nosotros dos solos tomando café y pan con palta en su departamento. Hace un par de años que estuve ahí y me contó una cosa que me dejó muda. Me preguntó muy casualmente si me había contado alguna vez de su Radio Cerebro. Resulta que su cerebro le toca música. Al principio él pensaba que esa música venía de afuera, es decir que entraba por la ventana de la casa de algún vecino.

Luego se dio cuenta de que no, que la música que sonaba era suya en dos sentidos: Uno, era música que él conocía, que le gustaba y mucha de ella que hace muchísimos años no escuchaba. Dos, que él era el único que la escuchaba. Concluyó por lo tanto que sonaba dentro de su cabeza y la bautizó como Radio Cerebro.

Me quedé desconcertada y sin saber qué pensar. Hacía un par de años, cuando estuvo una temporada larga sedado en la clínica por una neumonía, mi abuelo había tenido sueños tan vívidos que cuando despertó aseguraba que cosas que había soñado (algunas de ellas evidentemente imposibles) habían pasado en realidad. Los doctores nos tranquilizaron explicándonos que la sedación puede tener esos efectos y, tal como pronosticaron, con el tiempo él mismo acabó por reírse de las cosas que en esos momentos aseguraba casi con furia que habían pasado.

Así que lo primero que pensé cuando me contó de su Radio Cerebro fue en esos sueños. Hablé con mi mamá al respecto, pero ante la falta de información y de otros signos de alarma, ese asunto quedó relegado a una anécdota, una rareza.

Cuál no sería mi sorpresa cuando, meses después mientras escuchaba un pódcast para acompañarme en el largo proceso de hacer unas ilustraciones trabajosas, escuché al doctor Leo Rangell explicando un fenómeno extraño que ha vivido en carne propia y que él denomina «Music in the head» (Música en la cabeza). Dejé todo lo que estaba haciendo y me puse escuchar con atención y emoción a este neurólogo nonagenario contando su propia experiencia. El podcast incluía, además, opiniones de especialistas y hablaban de cientos de personas con esta condición, citando los testimonios de otras personas que, como mi abuelo, escuchan música en sus cerebros. Al final de la entrevista se mencionaba que el doctor Rangell había escrito un libro al respecto, así que lo busqué hasta que lo encontré y pude leerlo.

Me resulta sorprendente e incluso maravilloso y esperanzador pensar en que ahí, donde nuestro cuerpo falla, o precisamente porque falla, nuestra mente puede encontrar la manera no solo de adaptarse, sino de convertir una situación nueva y difícil en algo tolerable y hasta placentero.

Donde el cuerpo nos falla la mente compensa

Después de escuchar varias veces la entrevista y leer el libro del doctor Rangell, identifiqué varias cosas en común entre su historia y la de mi abuelo. La primera es que ambos han vivido largas vidas de aficionados a la música. Tienen, por lo tanto, culturas musicales muy vastas y muchas vivencias, recuerdos y emociones que están inevitablemente vinculadas a canciones y melodías determinadas. La segunda coincidencia es que cuando comenzaron a escuchar música que nadie más escuchaba, ambos se habían ido quedando considerablemente sordos. La tercera coincidencia tiene que ver con el detonante, el inicio del fenómeno, y es de la que estoy menos segura porque mi abuelo no recuerda cuándo comenzó a escuchar su Radio Cerebro. El doctor Rangell sí tiene muy claro cuándo comenzó a escucharla. Fue en el hospital, después de una operación al corazón. En el libro señala una correlación entre la operación y la aparición de este fenómeno. Mi hipótesis es que en el caso de mi abuelo el detonante puede haber sido la neumonía y la larga sedación de su tratamiento de hace cinco años, pero no podemos estar seguros.

La cuestión es que escuchar música en el cerebro no es tan raro como yo pensaba, ya que, según el pódcast que escuché, tanto el doctor Rangell como otros médicos que han estudiado esta condición conocieron cientos de casos. Sin embargo, lo más fascinante para mí es la explicación a la que ha llegado el doctor Rangell de cómo es que sucede este fenómeno. Explica que nuestros cerebros, los de todos nosotros, hacen ruido. La mayoría de nosotros no escuchamos ese ruido porque estamos muy distraídos con el ruido constante del mundo exterior. Sin embargo, cuando alguien se va quedando sordo los estímulos del mundo exterior dejan de ser percibidos y ya sea por la sedación o por el trauma en sí de vivir una operación (¿o una neumonía?), podemos comenzar a escuchar el ruido del cerebro. Y cuando eso pasa la mente de las personas con una «biblioteca musical» acumulada a lo largo de años es capaz de convertir el ruido de sus cerebros en música y de esa manera hacer más tolerable —y hasta placentera— una condición que de otra manera podría ser muy desagradable. En el caso de mi abuelo, la memoria de toda la música que ha atesorado por décadas y décadas, que le ha puesto la banda sonora a sus vivencias y recuerdos, tiene el poder de convertir ese ruido en una radio con una programación seleccionada por él mismo, por lo más profundo de su inconsciente.

El cerebro y la mente

El doctor Rangell reflexiona mucho en su libro sobre el límite y la relación entre el cerebro y la mente, entre lo biológico y lo psicológico. Nuestra experiencia del mundo ocurre en el encuentro de esos dos entes que somos a la vez cada uno de nosotros; y los cambios que ocurren en uno y otro a lo largo de nuestra vida, con el crecimiento, el envejecimiento o la enfermedad van planteando negociaciones y retos entre ambos. Sin embargo, me resulta sorprendente e incluso maravilloso y esperanzador pensar en que ahí, donde nuestro cuerpo falla, o precisamente porque falla, nuestra mente puede encontrar la manera no solo de adaptarse, sino de convertir una situación nueva y difícil en algo tolerable y hasta placentero. Somos nuestro cuerpo tanto como nuestra mente y resulta reconfortante pensar cómo podemos ser capaces de cuidarnos a nosotros mismos de maneras tan inesperadas.

 

Referencias

—Radio Lab. Episodio: Origin stories, 3 de Junio. 2022
—Music in the head. Leo Rangell, MD. Karnac Books, London 2009

 

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