Eficacia y efectividad de la vacuna. ¿Qué pesa más a la hora de erradicar una pandemia?

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«Las vacunas no salvan, la vacunación lo hace».
Edward Kelly. Director del Departamento de la OMS de Prestación de Servicios y Seguridad.

TEXTO POR CRISTINA FERNÁNDEZ‑GARCÍA
ILUSTRADO POR SANDRA FIZ
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CORONAVIRUS | COVID-19 | SARS-COV-2 | VACUNAS
1 de Febrero de 2021

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Tras casi diez meses inmersos en una pandemia mundial, los resultados preliminares de la vacuna de Pfizer y BioNTech indicaban un 90% de eficacia y aparecían como un rayo de sol en el inverno islandés.

Gran parte de la población, que de una manera u otra se había visto afectada por la COVID-19, parecía celebrar el despertar de un mal sueño.

A este anuncio le seguía el de la vacuna de la empresa estadounidense Moderna, que superaba la eficacia de las anteriores —con un 94.5%— y que acrecentaba aún más la sensación de optimismo.

Sin embargo, los expertos llamaban a la precaución alegando falta de datos de efectividad.

Pero, ¿qué es la efectividad de una vacuna y en qué se diferencia de la eficacia?

La eficacia de una vacuna mide la protección frente a la enfermedad que la misma confiere al individuo vacunado frente a uno no vacunado, o grupo control, durante los ensayos clínicos. Esto es precisamente lo que revelan los datos preliminares de las vacunas de Pfizer y Moderna, con 90% y 94.5% de eficacia respectivamente.

En las primeras observaciones de la fase 3 de los ensayos clínicos de la vacuna de la empresa norteamericana, 95 pacientes desarrollaron COVID-19. La inmensa mayoría —noventa— pertenecían al grupo control que recibió el placebo. Se infirió, por tanto, que la probabilidad de desarrollar la enfermedad habiendo recibido dos dosis de la vacuna es de 5 entre 95 (5.5%). El porcentaje restante —94.5%— corresponde a la probabilidad de estar protegido frente a la infección tras la vacunación, o lo que es lo mismo, a la eficacia de la vacuna.  

El anuncio de estas farmacéuticas parecían confirmar los mejores presagios: por fin parecía deshacerse el nudo de la historia y se acercaba al desenlace.

La eficacia de una vacuna mide la protección frente a la enfermedad que la misma confiere al individuo vacunado frente a uno no vacunado, o grupo control, durante los ensayos clínicos.

Sin embargo, estos números aún no responden a la pregunta fundamental: ¿Son capaces estas vacunas de prevenir la enfermedad en nuestra sociedad? Dicho de otro modo, ¿cuál es su efectividad real?

La efectividad de la vacuna frente a la COVID-19 se puede definir como la capacidad de esta de reducir la enfermedad significativamente en una población. La efectividad, por su parte, traslada los datos de eficacia a las condiciones reales de los programas de vacunación. Una vacuna en los ensayos clínicos puede ser eficaz, pero hasta que no se utiliza en el mundo real, en programas extensos de vacunación, no puede considerarse efectiva.

El concepto de población no es tampoco fácil de concretar, y añade una nueva condición a una ecuación que parece no terminar.  Se entiende como población al conjunto de habitantes de un lugar, siendo ese lugar tan grande o tan pequeño como el lector quiera considerar. Una vacuna podría ser efectiva en la población española y no serlo en la senegalesa. Aquí se busca que sea efectiva mundialmente, desde Madrid hasta Singapur, pasando por los lugares más recónditos de planeta.

Aunque diferentes, ambos términos están muy interconectados en la sociedad occidental: la efectividad de una vacuna en los países desarrollados suele ser proporcional a la eficacia de la misma.

Pero esta correlación se ve enormemente afectada cuando se tienen en cuenta varios elementos externos: las condiciones de transporte y almacenamiento de la vacuna —que en el caso de las vacunas de Pfizer y Moderna suponen temperaturas de -80°C y -20ºC, respectivamente, solo alcanzables con refrigeradores especiales y hielo seco—, el acceso a un sistema de salud público, el programa de vacunación, el coste, etc.

La efectividad de la vacuna frente a la COVID-19 se puede definir como la capacidad de esta de reducir la enfermedad significativamente en una población.

Basándonos en el aparente paralelismo entre eficacia y efectividad, un programa de vacunación nacional con el inyectable de la compañía americana en un país con amplia población hispana —grupo evaluado en los primeros análisis de la empresa— supondría una efectividad de la vacuna de aproximadamente el 94.5%, el mismo valor que su eficacia.  

Sin embargo, la realidad es muy distinta. Las extremadamente bajas temperaturas de almacenaje de la vacuna desdibujan las expectativas en muchos países hispanos, como es el caso de Perú.

El doctor Germán Málaga, miembro del equipo que trabaja en las opciones de vacunas del país sudamericano, considera que «aunque probablemente hay 30 congeladores ultrafríos en Lima, para los otros 20 millones de peruanos, incluidos los Andes y la selva, no hay ninguno». Y sin cadena de frío, no hay vacunación.

Así, aunque la eficacia de la vacuna de Moderna siga siendo 94.5%, la efectividad de la misma en el país andino solo alcanzaría un 37.5%, no llegándose a los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud para erradicar la epidemia.

Buenas noticias para los países más ricos y no tan buenas para aquellos que luchan por pertenecer al grupo de los más privilegiados, en un mundo en el que uno de los retos más importantes sigue siendo disminuir las desigualdades sociales.

 

Referencias.

—Weinberg, G. and Szilagyi, P., 2010. Vaccine Epidemiology: Efficacy, Effectiveness, and the Translational Research RoadmapThe Journal of Infectious Diseases, 201(11), pp.1607-1610.
—Shim, E. and Galvani, A., 2012. Distinguishing vaccine efficacy and effectivenessVaccine, 30(47), pp.6700-6705.
—Tim Lister. Mundo No Está Preparado Para Administrar La Vacuna Contra El Covid-19. 21/11/2020. CNN en español.
—Noticias ONU. 2020. Vacunas Contra El COVID-19: Los Desafíos Tras Los Anuncios De Moderna Y Pfizer

 

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