El misterio tras la timidez de las copas de los árboles

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En las selvas y bosques más frondosos, donde la bóveda celeste se esconde tras un denso lienzo verde, a veces la luz tan solo logra colarse entre las delgadas grietas que separan las copas de los árboles.  Estas líneas, que bien podrían haber sido trazadas por las manos de un artista, se conocen como «fisuras de timidez» o crown shyness. Pero ¿por qué ocurre este fenómeno? ¿Por qué los árboles evitan tocarse en las alturas?

TEXTO POR LAURA MORATO
ILUSTRADO POR JOSÉ MORENO
ARTÍCULOS
BOTÁNICA
1 de Agosto de 2022

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Caminas despacio, en las profundidades de un bosque tropical. Las altas temperaturas y la humedad te invitan a parar un rato para tomar fuerzas antes de seguir. Sin darte cuenta, te sientas sobre las raíces de un gran árbol e inclinas la cabeza hacia atrás, dejándote mecer por la brisa que ahora sopla para darte un respiro. Abres los ojos y contemplas el cielo, o al menos aquello que deja entrever el espectacular dosel que se despliega, imponente, sobre tu cabeza. Y de repente, aquellas figuras que se dibujan en el techo captan tu atención. La escasez de sotobosque, la vida que crece al refugio de los árboles más altos, dejan ver a la perfección cómo las copas de los gigantes que forman el dosel arbóreo se distribuyen como piezas de un puzle; fronteras tejidas en un cielo formado por hojas y ramas. Como si los árboles temieran tocarse e invadir el espacio del otro; como si la naturaleza, acostumbrada a apoderarse de cualquier resquicio donde se la deje crecer, mostrase su cara más tímida; como si tomase consciencia del espacio que ocupa. Y te preguntas ¿qué hace que adopten esa distancia? ¿Por qué las copas no se extienden hasta entrelazarse?

El dosel de los bosques, formado por las copas de los árboles, constituye una de las regiones  quizás menos conocidas por la dificultad para acceder a tal altura. Albergan una enorme biodiversidad (especies de plantas, insectos, aves, mamíferos, etc.) que difícilmente encontraríamos sobre el suelo. Y la forma en la que se organizan, su estructura, repercute en la velocidad del viento, la intensidad con la que luz accede y baña la superficie bajo las coronas de los árboles y la temperatura en las diferentes capas del bosque. 

Las interacciones que se dan entre las copas de los árboles afectan a la estructura del bosque en la medida en que influyen en la forma en la que crecen. Pero lo cierto es que la explicación exacta a porqué ocurre este fenómeno —conocido como fisuras o grietas de timidez—, o cómo los árboles detectan una proximidad con los vecinos que no les interesan, aún se desconoce. Sin embargo, son varias las teorías que tratan de dar una respuesta a la formación de dichas teselaciones.

Parece ser que determinados factores, como la especie, la rigidez del tronco y de las ramas en comparación con los árboles vecinos, o la frecuencia e intensidad del viento, afectan a la formación y al tamaño de las grietas que los separan. Cuando comenzó a aparecer el concepto de la timidez de los árboles, en la década de 1920, la primera hipótesis propuesta se centraba en el acceso a la luz del sol. Estas brechas permitirían que el follaje de las capas inferiores accediera más fácilmente a este recurso. Al no rellenar esos espacios, estarían evitando una competencia con los ejemplares que los rodean, mostrando así un crecimiento asimétrico de sus copas. Los árboles detectarían la proximidad con los vecinos debido a la luz infrarroja, no visible para el ojo humano, cuando esta rebota en las hojas de los ejemplares que los rodean y es detectada por sus fotorreceptores (moléculas sensibles a dicha radiación).

Sin embargo, investigaciones posteriores han planteado que las fisuras de timidez se deben al simple contacto físico que se dan entre las copas. Cuando estas se mueven a merced del viento, el fenómeno de la abrasión conduciría a una poda recíproca que deja como resultado un patrón de grietas en la cubierta vegetal. De esta forma, se ha llegado a observar una tendencia a la formación de estas fisuras de timidez en bosques ventosos, de árboles con troncos altos y delgados, más propensos al balanceo provocado por el viento. Sin embargo, esta hipótesis no termina de responder al hecho de que las fisuras de timidez son observadas con mayor frecuencia entre plantas de la misma especie, otro de los factores que puede estar condicionando la aparición de dichas fronteras.

Por otro lado, los árboles podrían utilizar estas separaciones como un mecanismo, no solo para protegerse del daño físico, sino también de los insectos y otros organismos invasores que utilizan la proximidad de sus copas para propagarse. Este distanciamiento social evitaría que perdiesen tejido que es esencial para su funcionamiento y que se vería dañado en caso de que las copas se entrelazasen. Una forma de evitar perder sus hojas, base fundamental de la maquinaria con la que funcionan estos seres vivos.

Lo más probable es que la explicación a este fenómeno sea una combinación de las diferentes hipótesis que se han aportado hasta el momento. Lo que esta claro es que, sea cual sea la causa de estas fisuras de timidez, los árboles parecen querer respetar su espacio. Y en ese intento, claramente no consciente, pero que deja cabida a la prosopopeya, crean una imagen de patrones en el cielo que invita a preguntarse qué otros misterios encuentran cobijo en las alturas.

 

 

 

Referencias:

Sección de ciencia, La Razón: Los árboles también guardan la distancia de seguridad.

National Geographic: La grieta de timidez: la versión arbórea del «distanciamiento social»

Van Der Zee J, Lau A, Shenkin A. Understanding crown shyness from a 3-D perspective. Ann Bot. 2021;128(6):725–35.

Nadkarni. Diversity of Species and Interactions in the Upper Tree Canopy of Forest Ecosystems. AMER. ZOOL. 1994, 34:70-78.

 

 

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