Emilia mil preguntas

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Cuento finalista de la quinta edición de cuentos infantiles Ciencia-me un cuento. Organizado por la Society of Spanish researchers in the United Kingdom (SRUK/CERU).

TEXTO POR ARANTXA AJURIA LLORENS
ILUSTRADO POR MANU GIL
ARTÍCULOS | KIDS
CIENCIA-ME UN CUENTO V | MÉTODO CIENTÍFICO
16 de Enero de 2023

Tiempo medio de lectura (minutos)

Me llamo Emilia y tengo seis años.

Me gusta explicar cantando todo lo que hacen mis muñecos y hacerles casas con cajas de puzles por si se aburren.
Los toboganes de tubo que van muy rápido me hacen cosquillas en la barriga.
Me encanta abrazar a mis peluches de unicornio, y los camiones de la autopista que llevan otros camiones me hacen gracia.

La curiosidad es más fuerte que yo y, aunque a veces me dicen «Emiliaaa, no toques», no lo puedo evitar. Se ve que mis manos y mis oídos no se hablan entre ellos.

Me gusta investigar y preguntar. ¿Podría tener un cocodrilo en mi bañera? ¿por qué mi perro se esconde en el baño cuando hay tormenta? ¿Cómo de grande es una estrella? ¿por qué se te pone el pelo blanco, mamá?. Los mayores a veces me contestan y me explican. Yo escucho y sigo preguntando. A veces me dicen «pues no lo sé hija», porque se ve que los mayores no lo saben todo y lo tienen que buscar con el móvil en un sitio llamado gu-guel. Pero la peor respuesta es: «porque es así» —¿pero por que es así?— «porque siempre ha sido así». No entiendo eso.

Siempre me han contado que hay cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. La información que sale en los libros de mi hermana Lena de tres años es clara: hojas verdes para la primavera, árboles llenos de frutas en verano, hojas marrones cayendo en otoño, acabando con un invierno nevado. Primavera, verano, otoño e invierno. Hasta un tal señor Vivaldi hizo un concierto para cada estación. Dicen que cada estación es diferente, que en invierno hace frío y en verano calor. Pero no lo tengo muy claro.

Está el verano de donde yo vivo, en el mar meditano, no, espera… mediterano, me-di-te-rra-ne-o. En la playa hay que llevar chanclas porque la arena puede quemar mucho, y a veces hay piedras y sigues necesitando las chanclas porque puede doler mucho. El agua es clara aunque a veces tiene algas. Y a veces viene con medusas. Medusas, gelatinas acuáticas a las que parece que les encanta el calorcito y algo llamado platon, plaaaanton, plaaaancccton.

En el norte es muy diferente. Se va a la playa aunque haga frío y haya nubarrones. «Hay que aprovechar el verano» me dicen. Levanto la cabeza, miro al cielo, miro a mis padres y no lo veo nada claro. El agua está muy limpia, limpia y congelada. «Pero nada hija, muévete para entrar en calor» me dice siempre mi padre, mientras mis piernas se van poniendo de un bonito color fucsia azulado unicornio. «Nada de dejar la toalla cerca del agua, que en breve empezará a subir la marea» me dice también mi padre. Se ve que el Sol, pero sobretodo la Luna, estiran del agua del mar como si fuera una sábana, tapando. durante unas horas la playa y destapándola unas horas después. Cierro los ojos e imagino a la Tierra y la Luna como una pareja de baile.

—¿Señora Tierra me permite darle unas vueltas?
—Encantada, gire conmigo.

En el mediterano… meditaneo… me-di-te-rra-ne-o, no hay marea. Es un mar cerrado como si fuera una bañera gigantesca donde, por más que la Luna estire, no hay hacia donde ir. Y si el mar es como una gran bañera, imagínate si encuentras el gran pato de goma que siempre está en la bañeras, imagínatelo del tamaño de un camión, no no, de un avión ¿y qué es mas grande que un avión? ¡Cuatro aviones!.

Para más confusión, no en todas partes es verano a la vez. En un país llamado Argentina, que está muy lejos, en América del sur, hay el verano auuustral. Fíjate, cuando nosotros estamos con bufanda y anorak en invierno ellos tienen verano. ¡Qué lío! Vacaciones de verano en plenas navidades, o navidades de manga corta. Cosas de vivir en un planeta que gira y gira: que no todos tenemos las mismas vistas.

Mis padres me llaman Emilia Mil Preguntas. Hija de una antigua familia de curiosos, preguntones por naturaleza, con más ángulos de visión que un ca-leidos- co-pio, según cómo lo gires el dibujo se ve distinto. Mis padres siempre me dicen: «Hija no dejes de cuestionarte cosas, pero deja respirar nuestro buscador un rato»… Vale, pero… ¿qué es un buscador?

 

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