Las aventuras de Sadie y Cool, el gato cuántico

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Cuento finalista del tercer concurso de cuentos infantiles Ciéncia-me un cuento. Organizado por la Society of Spanish researchers in the United Kingdom (SRUK/CERU).

TEXTO POR ANA MARÍA FRANCO MARTÍNEZ
ILUSTRADO POR ANGYLALA
ARTÍCULOS | KIDS
ARCOÍRIS | FÍSICA
7 de Enero de 2021

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La luz y el arcoíris

 

Sadie despertó por la mañana, tarde porque no tenía que ir al cole, y fue corriendo por la ventana a observar cómo estaba el día.

—¡Bien, está lloviendo! —Y se dirigió a su mesa para su coger su cuaderno de observaciones diarias, como Cool, su amigo gatuno, le había aconsejado.

Sadie era una niña de once años muy curiosa, y un día, mientras volvía desde el colegio, un gato surgió de repente de una caja de cartón al lado de la basura. Lo más sorprendente fue que ¡ese gato hablaba!

Bueno, no hablaba por la boca, como nosotros los humanos, si no que, tal como le explicó Cool más tarde, lo hacía a través de sus vibraciones, su ronroneo. ¡¡Sí!! A Cool se le entendía y muy bien.

Inmediatamente se hicieron amigos, porque Sadie era muy curiosa y Cool era un gato extraterrestre muy inteligente, del planeta del cual proceden todos los gatos en realidad, un lugar donde los gatos dominan el continuo espacio-tiempo y pueden viajar dónde y cuándo quieran. Pero Cool era joven (muy joven en edad gatuna) y aún estaba aprendiendo, así que por error acabó en la Tierra y conoció a Sadie.

Rápidamente, Sadie y Cool comenzaron a comunicarse y vieron que a los dos les interesaba mucho la ciencia y que, además, Cool sabía un montón de ciencia. Así que le enseñó a Sadie la herramienta fundamental para ser una buena científica: el método científico y sus partes: observación, hipótesis, experimentación, teoría y ley.

Por eso Sadie en esa mañana lluviosa cogió su cuaderno de observaciones, pidiendo a todos los quarks del universo que su amigo Cool apareciera.

La lluvia cesó y ¡oh, sorpresa! apareció un precioso arcoíris.

—¡Oh! Es precioso —dijo Sadie y corrió a por su móvil para fotografiarlo–. ¡Qué bonito! —Comentó.
—Sí que lo es —escuchó Sadie viendo que Cool había aparecido. Corriendo feliz fue a abrazar a su amigo y le dijo:
—¡Mira, Cool, un arcoíris! Es alucinante —dijo Sadie señalando mas allá de la ventana
— ¿Y sabes a qué es debido? —Le preguntó Cool con su voz ronroneante.
—Mi padre me explicó una vez que es debido a la luz y la lluvia —respondió Sadie—. Pero seguro que tu puedes explicármelo mejor
—Sigamos el método científico, ¿vale? —Preguntó Cool y Sadie afirmó feliz. Le encantaba, sobre todo, la parte de experimentación—. Bueno, vayamos por partes —dijo Cool parando un momento para acicalarse con su lengua gatuna.
—Vamos, Cool, puedes desaparecer en cualquier instante —apremió Sadie.
—Cierto. Bien, ¿que sabes de la luz? —Preguntó Cool.
—Que proviene del sol y que es luz blanca.
—Cierto, pero esta luz blanca, es. en realidad, el resultado de la suma de colores, aunque a vuestros ojos humanos se ve blanca… —Cool tosió un poco para hacerse el interesante— los gatos los vemos diferente, pero no quiero hacerte un lio —y Sadie sonrió.
—Bueno, sigue. Dime, ¿quién descubrió esto? —Preguntó Sadie.
—Isaac Newton hace bastantes siglos ya —Cool se colocó su pajarita y prosiguió—. Bien, esta luz blanca (que ya sabemos que es la suma de varios colores), al atravesar un vidrio o el agua, entra blanca y al pasar al otro lado se descompone en todos los colores que ves en ese arcoíris. Y esto se llama refracción.
—¡Guay! Cool, y ¿podemos experimentarlo? —Preguntó Sadie.
—Curiosamente tengo un prisma insertado en mi pajarita, algo típico de los gatos jóvenes en mi planeta —explicó Cool.
—¿Un prisma? —Preguntó Sadie.
—Es un trozo de vidrio con formas de polígonos, como, por ejemplo, una pirámide —y Cool sacó su prisma y se lo enseñó a Sadie—. Mira qué pasa si pongo luz directa sobre el prisma. —Cool encendió la luz del móvil de Sadie y apuntó directamente al prisma apoyado en la mesa sobre un folio blanco. Sadie observó las luces, que, efectivamente, producían el efecto que explicaba Cool.
—Precioso —dijo Sadie alucinando—. ¡Son los mismos colores del arcoíris!
—Sí, casi siempre son los mismos: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil, violeta — afirmó Cool—. Toma, este prisma te lo regalo para que experimentes y apliques el método científico —Cool le dio el prisma a su amiga Sadie–. Y recuerda: observa, elabora tu hipótesis, experimenta, crea una teoría y después una ley —recordó Cool.
—Y ¿qué pasa si cambio el ángulo de la luz o la pongo más tenue o mas fuerte o luz azul? —Preguntó Sadie observando y flipando con el prisma.
—Para eso es el método científico: experiméntalo y anótalo todo —le recomendó Cool sonriendo.
—¡Por todos los quarks del universo! Tengo que volver a mi planeta, amiga Sadie, pero ya sabes que volveré pronto.
—La próxima vez que vengas te enseñaré todo lo que haya experimentado y anotado en mi diario de científica —le prometió Sadie, triste porque su amigo se marchaba.
—De acuerdo, querida Sadie. Y no olvides que todo tiene una explicación, solo tienes que estar dispuesta a conocer la verdad.

Y con estas palabras Cool desapareció hacia otro espacio—tiempo, aunque volvería, siempre lo hacía, lo hace y lo hará.

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