Valeria aprende a combatir la obesidad con frutas y verduras

Portada móvil

Cuento finalista de la quinta edición de cuentos infantiles Ciéncia-me un cuento. Organizado por la Society of Spanish researchers in the United Kingdom (SRUK/CERU).

TEXTO POR IDELFONSO RODRÍGUEZ RAMIRO
ILUSTRADO POR NEREA ORTIZ
ARTÍCULOS | KIDS
BIOQUÍMICA | CIENCIA-ME UN CUENTO V | NUTRICIÓN
22 de Diciembre de 2022

Tiempo medio de lectura (minutos)

Un padre y su hija ven juntos la televisión, cuando de repente escuchan: «el fin de la pandemia de la COVID-19 está próximo a su fin, al menos como lo hemos conocido en los últimos años».

A lo que la niña pregunta a su padre:

—Papi, ¿qué es una PAN—DE—MIA?
—Valeria, hija —contesta el padre—, una pandemia es una enfermedad que afecta a las personas de todo el mundo.

La niña, con el ceño fruncido, le pregunta al padre de nuevo:

—¿Y qué es una enfermedad?

A lo que el padre le contesta:

—Una enfermedad es cuando tu cuerpo no está bien por alguna razón. Por ejemplo, en el caso de la COVID-19, el problema es que un bichillo miles de veces más pequeño que la piruleta que te comes, llamado virus, entra en tu cuerpo y hace que no te sientas bien.

La niña, atónita por la respuesta de su padre, mira durante unos segundos la forma circular de su piruleta roja intentando reducirla mentalmente a tamaño microscópico. Tras pensar posteriormente por unos segundos qué niño querría tal minúsculo placer azucarado, reacciona a la mirada de su padre que espera sonriente su siguiente pregunta y le dice:

—Papi, ¿hay más pandemias de esas?

Su padre queda desconcertado por la pregunta, pero al ver el azucarado caramelo de la niña mientras lo mueve con su mano como si de una varita mágica se tratase, el padre le responde:

—Sí que la hay, pero es más sigilosa y pasa más desapercibida por todos nosotros: es la obesidad. Esta enfermedad, a diferencia de la otra, no se debe a un virus, sino a una alimentación inadecuada y una forma de vida sedentaria que nos hace engordar poco a poco. Con el tiempo y sin ninguna señal de enfermedad, más allá del sobrepeso, estas personas pueden aumentar de manera excesiva la cantidad de azúcares y grasas en la sangre que corre por nuestro cuerpo y producir enfermedades más graves en otros órganos de nuestro cuerpo como el corazón, el hígado o incluso producir diabetes.

La niña, muy preocupada, tapándose la boca con las dos manos y con voz temblorosa, le pregunta a su padre si su alimentación es adecuada. El padre, mirando su piruleta, le dice:

—¡Podrías hacerlo mejor! ¿Te gustan las fresas, los arándanos o la piña? —le pregunta el padre.
—Claro! —responde la niña.
—Entonces, en lugar de piruletas, podrías pedirnos unas frutas para picar a media tarde. Las frutas, al igual que las verduras como el brócoli, la cebolla o las zanahorias son alimentos que ayudan a que tu cuerpo esté sano y fuerte frente a las enfermedades.
—Y ¿por qué las piruletas no ayudan? ¡Si es del mismo color que las fresas! —responde la niña sonriente.

Su padre, mirando el envase de plástico de la piruleta que su hija había dejado olvidado en la mesa, le dice:

—Mira, hija, ven a la cocina, vamos hacer un experimento científico para que lo entiendas.

Coge el envoltorio y se va misterioso a la cocina. Su hija intrigada lo sigue y lo mira mientras su padre se dispone a sacar una cucharita, una balanza y un paquete de azúcar. Y le dice:

—Comienza a poner cucharas de azúcar en la balanza hasta que te diga.

La niña, muy dispuesta, se pone a ello. A la tercera cucharita el padre le dice:

—Toda esa azúcar que hay en la balanza es lo que te comes cada vez que te comes una sola golosina como esa piruleta.

La niña, contando con los dedos, exclama:

—¡Eahhhh! ¡¡Pero si el otro día, en el cumpleaños de mi amigo Javier, nos dieron un cono lleno de golosinas!! Entonces, ¿cuantas cucharitas son eso?
—Demasiadas, hija, demasiadas. Ese es el problema. Hoy en día vivimos en una sociedad que ha normalizado el consumo de tanta azúcar y sin darnos cuenta cada vez son más los niños obesos.

La niña, mientras toca con sus dedos los cristales de azúcar, le pregunta a su padre que cómo ese alimento puede hacer tanto daño a las personas. Su padre le responde:

—Como te digo, lo que es malo es un exceso a diario. De hecho, el azúcar se compone de unos bloques mas pequeños llamado glucosa y fructosa.

La niña ríe al escuchar glucosa y fructosa pensando que son protagonistas de sus dibujos favoritos.

—La glucosa —continúa el padre— es el combustible de tus células y todas las células de tu cuerpo la necesitan para vivir. Es su fuente de energía, como la gasolina del coche. Y quien regula la entrada de este combustible en las células es una sustancia química que se llama insulina. De esta manera, después de comer, la insulina abre la puerta de las células para la entrada de glucosa y evita que esta circule en exceso por la sangre, lo cual sería perjudicial para la salud. Así, con este combustible, cada célula de tu cuerpo puede llevar a cabo sus funciones específicas. Por ejemplo, las células de tus músculos permiten realizar las contracciones musculares que te dejan mover el brazo mientras te llevas esa piruleta a la boca o permite que tu cerebro mande información a tu boca para que me lances tu próxima pregunta.

El padre prosigue mientras su hija se queda boquiabierta.

—Además, las células de tu hígado, cuando tienen sus almacenes llenos de este combustible, pueden almacenarlo en otras unidades como son los triglicéridos.
—¿Tri—gli—qué? —pregunta la niña intentando seguir a su padre.
—Triglicéridos —contesta su padre—. Los triglicéridos son las grasas que en el largo plazo se acumularán en tu tejido adiposo y serán responsables de que poco a poco comiences a engordar. Además, si esta situación se mantiene descontrolada por una alta cantidad de azúcares, hará que la insulina deje de funcionar correctamente y que todo este exceso de azúcar no entre a las células, quedándose en la sangre y produciendo daños en los órganos que darán lugar a la enfermedad de diabetes.

La niña muy seria le dice a su padre:

—Papi, ¿me das una zanahoria? Es que la cebolla sola no me gusta. 

Su padre comienza a reír y le dice:

—Por supuesto que te doy una zanahoria. Las cebollas hay que comerlas, pero están mejor como ingrediente dentro de algunas recetas más elaboradas, como por ejemplo con las lentejas o como ingrediente de uno de eso burritos saludables, con la tortilla de harina integral, que tanto te gustan, junto con pimientos de colores, aguacate y pollo.
—Claro! ¡Esos burritos me encantan! —responde la niña pensando que come muchas verduras. Y continúa preguntando—. Pero, ¿qué tienen las frutas y verduras que te ayudan a estar sano?
—Las frutas y verduras son alimentos mas saludables porque no llevan azúcares añadidos como otros alimentos procesados que puedes encontrar en el supermercado, como por ejemplo muchos de esos zumos de frutas de esos que vienen en tetrabrik de cartón con tus dibujitos preferidos. Además, tanto las frutas como las verduras tienen un alto contenido en fibra, y es esta la que consigue que el azúcar de los alimentos tarde más en ser absorbida por tu intestino, que es el órgano donde primero llegan los alimentos una vez que te los comes y pasan tu estómago. Las frutas y verduras cuentan también con una gran variedad de compuestos bioactivos, que son sustancias químicas que aportan grandes beneficios en distintos procesos de las células de tu cuerpo. Por ejemplo, algunos de estos compuestos bioactivos pueden ayudar a la insulina en sus funciones. En general, estos compuestos hacen que tus células estén más sanas, jóvenes y fuertes en su actividad diaria y esto finalmente repercute en tu salud.
—Eahh! —exclama su hija—. Entonces, estos compuestos de las frutas y verduras son como los pequeños duendecillos que mamá me ha leído que existen en el bosque y que ayudan a la gente, ¿verdad?

Su padre riéndose le responde sin parar de reírse:

—Más o menos... En realidad, ahora te hablo de la bioquímica de la nutrición, pero de alguna manera sí que podríamos pensar en ellos como pequeños ayudantes de las células de nuestro organismo —continúa riéndose el padre.
—Bueno, Valeria, creo que es hora de que te vayas a jugar al parque con tus amiguitos. Recuerda que para estar sana y fuerte y evitar enfermedades tienes que combinar una dieta saludable con un ejercicio moderado. ¡Así que sal a jugar a ese juego que te enseñamos el otro día de saltar a la comba con tus amigos!

La niña, acabándose la zanahoria, le dice a su padre:

—Vale, papá, y ¿podemos cenar burritos saludables esta noche?
—¡Claro! —le responde su padre mientras le abre la puerta y ve a su hija reunirse en la puerta con sus amigos para ir a jugar al parque.

 

https://shop.principia.io/
«Intrépidas», la serie de tebeos sobre pioneras de las ciencias.

 

Deja tu comentario!